Jet set
Bill y Melinda Gates: El divorcio del año
El genio de Microsoft y su esposa sorprenden con la ruptura de su matrimonio, que parecía eterno. ¿Qué pasará con su fortuna de 130.000 millones de dólares? ¿Tenían un matrimonio abierto?
Bill y Melinda, tan nerd como él, siempre dieron la impresión de ser la pareja de multimillonarios perfecta, pues nunca reflejaron la arrogancia ni las peleas típicas de otros matrimonios de su clase. Se ganaron además la admiración del mundo, porque se han desprendido de buena parte de su riqueza en busca de soluciones para problemas como la pobreza y las enfermedades.
Pero esta semana dejaron atónito al planeta con un giro inesperado. “Ya no podemos crecer como pareja”, dijeron, al anunciar que parten cobijas tras 27 años de unión.
Después, él insistió con esta petición: “¿Saldrías conmigo por dos semanas a partir del viernes?”, y ella respondió: “Eso no es espontáneo”. Al rato, la llamó a su casa y le preguntó: “¿Es esto lo suficientemente espontáneo para ti?”.
Tras siete años de noviazgo, el paso al matrimonio no fue fácil. Él era adicto al trabajo, así que a Melinda le tomó largo tiempo convencerlo de tomarse unas vacaciones.
Ni la decisión de llevar al altar a Melinda se salvó de la tendencia de Gates a analizarlo todo matemáticamente. En una pizarra anotó los pros y los contras de casarse, “pero por dentro estaba el alma de ese hombre tierno, cálido y curioso”, en palabras de ella.
Se casaron el primero de enero de 1994 y, tal vez, desde ahí comenzaron a formarse subrepticiamente las grietas que ahora han dado al traste con su felicidad.
En ese momento, él ya era uno de los hombres más ricos del globo y contaba con el prestigio de ser el genio que revolucionó a la sociedad con la popularización del computador, el PC. No solo estaba en su apogeo como cabeza de Microsoft, sino que también empezaba a descollar como líder mundial, lo cual lo obligaba a viajar todo el tiempo.
En un mes podía cubrir India, China y países de África, en tanto que ella se quedaba en casa cuidando a sus hijos, Jennifer, Rory y Phoebe, hoy de 25, 21 y 18 años, respectivamente.
A Melinda se le hacía duro lidiar con eso y le preocupaba volverse “invisible”. “Me sentía muy frustrada y le decía a Bill: ‘Esto es demasiado y tú nunca estás en casa’. Entonces, él ponía su mano en mi rodilla y me contestaba: ‘Melinda, a donde quiera que vayamos siempre estaremos juntos’”.
Cultivaban su historia de amor con detalles como la pasión por El gran Gatsby, la célebre novela de F. Scott Fitzgerald. Fundaron un club de lectura, que hoy subsiste, y se aficionaron a la meditación.
Si caminaban por el campo, él siempre iba adelante, asegurándose de que no hubiera telarañas, pues ella las detesta.
Las hermanas de Gates cuentan que él siempre fue muy tímido y que la gran labor de Melinda fue sacarlo de sí mismo. Mientras que él se enfocaba en los hechos y la estadística, ella lo hacía en el corazón y la emoción.
Así mismo, ella no lo “malcrió” en la casa por ser tan rico. “Él lava los platos, lleva a los niños al colegio y saca al perro”, contó en una entrevista, en la que también relató que cada tarde dejaban sus oficinas gemelas en la fundación para cenar con sus hijos.
“Eran sencillos y nunca cayeron en la trampa de la riqueza”, señaló un allegado.
Pero en los últimos años afrontaron varias crisis. Cuando él dejó su puesto como directivo de Microsoft y otras de sus empresas fue justo para pasar más tiempo en familia. Pero ni ese ni otros esfuerzos sirvieron.
También se ha hablado de Zhe ‘Shelly’ Wang, una intérprete que trabajó en la fundación de los Gates.
La mujer lo desmintió, pero ha llamado la atención que no se ha aclarado con quién habría sido el presunto affaire, si con Bill o con Melinda.
La otra gran pregunta es qué va a pasar con la fortuna. La prensa de Estados Unidos asegura que se casaron sin acuerdo prenupcial y que las leyes del estado de Washington consagran la partición por mitades.
Empero, en la demanda de divorcio, ella pide que se honre un “contrato de separación” que ya tienen.
Está en juego, ciertamente, una fortuna fabulosa. Los Gates tienen 129.300 millones de dólares, según Forbes, aunque para otros la suma asciende a 146.000 millones.
Son los mayores terratenientes de Estados Unidos, con posesiones que equivalen al tamaño de Hong Kong.
A lo largo del país poseen también varias casas, la principal de las cuales, Xanadú 2.0, en Seattle, mide más de 6.000 metros cuadrados y cuenta con seis cocinas, salón de baile para 150 personas y garajes para sus 23 carros, por citar solo algunos lujos.
Son dueños de varios aviones, colecciones y acciones en Microsoft, Four Seasons y Canadian National Railway, entre otras firmas. Si reparten todo por mitades, Melinda se convertiría en la segunda más rica del planeta, después de Françoise Bettencourt Meyers, que posee 83 millones de dólares, y por encima de MacKenzie Scott, la ex de Bezos.