CINE
La revolución africana
‘Black Panther’ se convirtió sorpresivamente en uno de los estrenos más exitosos de la historia y en un fenómeno masivo y necesario. Pone a África en el centro de la narrativa del desarrollo y, con historias matizadas y personajes profundos, le permite brillar a un reparto de primer nivel.
Ver gente de orígenes distintos vistiendo ropa que celebra a sus ancestros. Verla tomándose fotos con su familia al lado de nuestros ‘posters’ y hasta bailando en los ‘lobbies’ de los teatros nos ha llevado a mi mujer y a mí a las lágrimas”, aseguró Ryan Coogler, director del inesperado y masivo fenómeno en el que se ha convertido Black Panther.
En la carta de agradecimiento a los millones de espectadores que en una semana han llenado teatros alrededor del mundo, que escribió cinco días después del estreno, Coogler no ocultó su sorpresa. Black Panther es la segunda película que más ha recaudado en Estados Unidos en sus primeros 5 días, con 263 millones de dólares (462,5 a nivel global); solo superada por Star Wars: The Force Awakens en 2015. En el resto del mundo el entusiasmo no es menor. En Colombia atrajo a casi 800.000 personas en su primera semana. En Kenia, Zimbabue, Uganda y otros países africanos la película se perfila como la más exitosa de la historia, y resta sumar estrenos en Rusia y en China, mercados grandes, pero difíciles de predecir.
Desde que se anunció su producción, Black Panther generó un tsunami de comentarios en redes sociales que generó gran expectativa. Pero más allá de la taquilla, pocos imaginaban la dimensión social que alcanzaría. Este filme ha generado conversaciones sobre cultura, historia, raza, humanidad, dolor, motivación e injusticia. Varios críticos desvirtúan el entusiasmo, y anotan que una producción cliché de Hollywood y Walt Disney (dueño de Marvel Studios) no es un verdadero motor de cambio. Pero, precisamente por ser de Disney, este retrato de un pueblo africano libre de colonización, a la cabeza del progreso tecnológico mundial, que enfrenta luchas de poder internas, pujas políticas y amenazas externas, ha llegado al mundo entero y ha causado furor.
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En África, a pesar de reparos por ciertos acentos y por la poca representación de artistas locales en la banda sonora (encargada al rapero Kendrick Lamar), la gente y la crítica han recibido la producción con enorme entusiasmo. El actor Moses Oduwa dijo a medios de su país: “Me alegra que la mayoría de actores sean africanos, estamos acostumbrados a otra cosa”, y añadió que “nos motiva a trabajar más duro y llegar al nivel de Lupita (Nyong’o, su compatriota)”. En entrevista con The Washington Post, el periodista keniano Larry Madowo aseguró que “en el teatro de Nairobi, cuando el líder Jabari no le permite hablar al agente –blanco– de la CIA, ¡la gente aplaudió! Los africanos están cansados de ‘salvadores blancos’. Esta vez, el blanco era el compañero secundario”.
En Estados Unidos familias enteras siguen haciendo planes para ir con sus hijas, hijos y amigos, propagando una ola que aún no rompe. Barack Obama se ve cada vez más lejos en el retrovisor presidencial, y por eso esta inyección artística y anímica de Hollywood renueva la discusión sobre racismo e igualdad de género. Pocos superhéroes son tan políticos como Black Panther, y esto puede explicar por qué ha interesado a toda clase de medios que comentan sus múltiples dimensiones sociológicas. Esta pantera ha arañado al planeta.
Vale aclarar que no se trata del primer protagonista heroico y negro en Hollywood. Desde los años setenta, cuando apareció el detective Shaft, llegaron personajes fantásticos como Blade, Hancock, Spawn, y otros menos memorables. Pero esta pantera negra juega en otra liga. En el marco de la narrativa de superhéroes presenta algo nunca antes visto: un universo digno de la corriente artística y literaria del ‘afrofuturismo’, que retrata una cultura negra triunfante, justa, mística y visionaria. Wakanda, el país imaginario en África en el que se desarrolla la trama, combina exuberantes paisajes, tribus, ritos milenarios y deidades animales con una tecnología de punta que desarrolla gracias a su riqueza en ‘vibranium’, un metal sagrado que usa para proteger las vidas de sus habitantes. Y manda la parada tecnológica mundial a tal nivel, que para mantener su supremacía proyecta al exterior una imagen engañosamente pobre. De ahí surge una de sus disyuntivas más interesantes: ¿debería Wakanda ayudar a los otros países sumidos en la miseria o seguir protegida por el misterio?
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Esa trama sugerente tiene el respaldo de una factura visual impresionante, a cargo de Rachel Morrison, primera directora de fotografía nominada al premio Óscar en la historia (por Mudbound). Y por la dinámica narrativa que propone, cargada de dilemas y conflictos internos, muchos le atribuyen un nivel mitológico. Guste o no, parezca exagerado o no, en la silla de la sala de cine es difícil no percibir que algo inédito y refrescante está pasando.
Coogler es consciente de que su película forma parte de un universo mucho mayor, y le da crédito al estudio precisamente por no imponerle condiciones, tramas o escenas. Así logró moldear su versión del personaje que Stan Lee y Jack Kirby crearon en 1966 (meses antes de la creación del movimiento político radical de las Panteras Negras en Oakland, California), que apareció por primera vez como parte de una historieta de Los 4 Fantásticos, antes de tomar su propio vuelo.
En la película, T’challa, el rey de Wakanda (Chadwick Boseman), lucha por convertirse en un monarca justo y defender a su país, y para ello debe enfrentarse a poderosos oponentes, el más peligroso de ellos Erik Killmonger (Michael B. Jordan), el principal antagonista que con frases punzantes expone postulados políticamente agudos sobre la colonización y la esclavitud. Jordan es uno de los muchos miembros del reparto que elevan la obra, pero sin duda las mujeres se roban el show. Lupita Nyong’o cachetea al espectador con su interpretación de la corajuda e idealista Nakia, una especie de espía de Wakanda en el mundo exterior. Letitia Wright emociona como Shuri, hermana de T’Challa y una científica superdotada (que evoca al creativo Q de la saga James Bond), y Danai Gurira, por su parte, redefine la guerrera del cine con su papel de Okeye, la principal defensora del rey. Una mujer con enorme temple, fuerza y corazón. Los experimentados Forrest Whitaker y Angela Bassett suman especialmente porque dejan brillar al resto.
La cinta no es perfecta. Algunas batallas se sienten predecibles y largas, y un par de imágenes generadas por computador lucen postizas. Pero es un viaje inédito, entretenido y profundo, y, como anota Carvel Wallace en el diario The New York Times, debe y puede funcionar como un hito en el que la población negra atesora sus aspiraciones.
Black Panther sale justo en el décimo aniversario de Marvel Studios, que con su producción número 18 destrozó las expectativas más optimistas. Las noticias le vienen bien considerando que en mayo estrenará su más ambicioso sancocho superheroico, The Avengers: Infinity War, un evento sin antecedentes en el que participarán decenas de sus personajes simultáneamente, incluidos Black Panther, Iron Man, Hulk, Thor, Black Widow, Spider-Man…