PERSONAJE
Bruno Ocampo, el colombiano que trajo a Richard Branson a la frontera
Detrás del concierto Venezuela Aid Live, que se llevó a cabo hace mes y medio, está la historia de una amistad que empezó hace tres años en Nueva York entre el empresario colombiano y el multimillonario británico. Este artículo hace parte de la revista Jet-Set.
Todo comenzó en la cima del monte Etna, en Italia. El volcán más activo de Europa fue el escenario de la conversación que selló la amistad entre Bruno Ocampo González y el multimillonario Richard Branson y, de paso, fortaleció el vínculo del británico con Colombia.
Ocampo participaba en un reto que consistía en hacer un recorrido “a pulmón” desde el monte Zermatt, en Suiza, hasta el Etna. La travesía de 2300 kilómetros en bicicleta, a nado y caminando, y que duró casi un mes, tenía como fin recoger dinero para la fundación Big Challenge que beneficia a niños de bajos recursos en Europa.
“Cuando nos faltaba menos de una hora para llegar a la cúspide, sentí a Richard muy mal. El resto del equipo avanzaba y él se quedaba cada vez más atrás”, recuerda el manizalita de 34 años. Su compañero de aventura, nombrado sir por la reina Isabel II en 1999, era un hombre de 68 años.
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“Richard me sugirió que dejara de pensar en mi generación y lo que habíamos padecido, para proyectarme hacia el futuro. Me dijo que no existe un proceso de paz perfecto y que ambas partes tienen que ceder para lograr un cambio”
“Lo primero que pensé fue: ‘¿Cómo voy a dejarlo aquí botado?’. Le cargué el morral y caminamos juntos, descansando cada cinco minutos”. La camaradería les dio pie para hablar y Branson le preguntó por Colombia. Ese día, 2 de octubre de 2016, se celebraba el plebiscito sobre el proceso de paz.
Foto: El primer reto que lograron juntos fue llegar a la cima del monte Etna, a más de 3.300 metros de altura
Bruno tenía sus dudas sobre las ventajas y desventajas del acuerdo porque había sufrido en carne propia los flagelos de la guerra: su primo hermano, Julián Ocampo, estuvo secuestrado tres meses por las Farc. “Richard me sugirió que dejara de pensar por un momento en mi generación y lo que habíamos padecido, para proyectarme hacia el futuro. Me dijo que no existe un proceso de paz perfecto y que ambas partes tienen que ceder para lograr un cambio”.
La reflexión no venía de cualquiera. El empresario es fundador, junto a Nelson Mandela y el cantante Peter Gabriel, de la organización The Elders (Los Mayores) –a la que pertenece desde este año el expresidente Juan Manuel Santos– y que fue creada para promover la paz en zonas de conflicto.
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Cuando avistaban la punta del Etna, Branson terminó de convencerlo de que lo acordado entre el Gobierno colombiano y las Farc en La Habana era la mejor salida. “No pienses en ti –insistió el empresario–. La paz no se va a sentir en los próximos tres años, pero sí en veinte”.
Ocampo, quien a esas alturas del paseo llevaba dos maletas encima, cuenta que a solo pasos de la recta final, entre la euforia por haber llegado y la nostalgia por su Manizales del alma, a más de 9500 kilómetros de distancia, sacó la bandera tricolor.
La amistad entre Bruno y Richard había empezado seis meses antes, en el restaurante Harry Cipriani de Nueva York, durante una cena de gala de la Organización Endeavor, que promueve el emprendimiento en mercados en crecimiento. El colombiano llegó a La Gran Manzana a los 17 años a estudiar Inglés y Finanzas en Baruch College, y poco a poco fue escalando en Wall Street y su agitada vida social.
Desde entonces se han vuelto a ver varias veces en la Capital del Mundo, Mónaco y hasta en Necker, la isla privada de Branson en Islas Vírgenes Británicas
Su primer trabajo fue en Violy & Company de la también colombiana Violy McCausland; después con la prestigiosa firma JP Morgan, y finalmente con Global Thermostat, de Edgar Bronfman. Fue precisamente gracias a él que conoció al fundador del Virgin Group y, según Forbes, uno de los 300 empresarios más ricos del mundo. Bronfman invitó a Ocampo a su mesa y los presentó.
Foto: Ocampo pasó sus vacaciones de diciembre de 2018 en la isla privada del magnate, en las Islas Virgenes Británicas.
“Tres meses más tarde, me llamó Richard”, recuerda, divertido, esa conversación: “Lo habían invitado a ofrecer una conferencia en Bogotá y quería saber si yo estaba en la ciudad. Realmente estaba en Nueva York, pero contesté sin dudar: ‘Claro que sí, Richard’, y apenas colgué, reservé el primer vuelo a Colombia”. Veinticuatro horas más tarde estaba en el lobby de su hotel esperándolo.
No desperdició la oportunidad de jugar de local. Desde entonces se han vuelto a ver varias veces en la Capital del Mundo, Mónaco y hasta en Necker, la isla privada de Branson en Islas Vírgenes Británicas. Pero el reto de subir el monte Etna se quedó chiquito, comparado con el que le propuso Branson al comenzar este año.
De nuevo, viviendo en Colombia y al frente de su empresa de transporte Mi Águila, Ocampo recibió en la mañana del 26 de enero un mensaje de su amigo Richard en su bandeja de correo electrónico: “¿Qué podemos hacer por Venezuela? ¿Podemos hablar con alguien de la oposición?”. La respuesta positiva fue inmediata.
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Dos días más tarde, vía teleconferencia, contactó al británico con el presidente interino, Juan Guaidó, con el detenido líder opositor Leopoldo López, y con la diplomática venezolana Isadora de Zubillaga, quien se encontraba en Madrid.
“La idea inicial de Richard no era hacer un concierto, sino ofrecer la mediación de The Elders para negociar una salida a la crisis de ese país”. Sin embargo, López y Guaidó le advirtieron que el gobierno de Nicolás Maduro no era de fiar, y entre todos fue surgiendo la idea de hacer un concierto para crear conciencia mundial sobre la crisis, y recoger fondos para enviarles ayuda humanitaria.
Foto: Ocampo pasó sus vacaciones de diciembre de 2018 en la isla privada del magnate, en las Islas Vírgenes Británicas.
Bruno, quien reconoce que su playlist en Spotify es de música ancestral africana, no tuvo reparos en medírsele al desafío. No dudó en llamar a su hermano Fernán Ocampo y al empresario Ricardo Leyva, y en cuestión de tres días ya tenían armado un equipo de 200 personas, quienes en un tiempo récord de dos semanas lograron convocar a treinta artistas para que cantaran en Cúcuta, en el Venezuela Aid Live.
“La idea inicial de Richard no era hacer un concierto, sino ofrecer la mediación de The Elders para negociar una salida a la crisis de ese país”
Dos días antes del concierto, el 20 de febrero, se repitió la videoconferencia de Guaidó, López, Zubillaga y Branson. Entonces se acordó que el presidente interino estaría del lado venezolano de la frontera durante el evento, rodeado por voluntarios de su país vestidos de blanco, los mismos que a la mañana siguiente entregarían la ayuda humanitaria guardada en Cúcuta.
En contexto: Y la frontera vibró con el concierto por Venezuela
Pero el mundo de la política y el del espectáculo no siempre funcionan igual. A las 11:00 de la mañana de ese 22 de febrero, cuando el concierto llevaba una hora en marcha, se enteraron de que Guaidó cruzaría la frontera esa tarde. “Ese no era el plan, pero terminó siendo parte de la emoción del momento... y funcionó”.
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Foto: Cerca de 300.000 personas se reunieron en el puente de Tienditas en Cúcuta, para el concierto Venezuela Aid Live, en el que participaron 35 artistas
El evento logró recaudar casi tres millones de dólares y aunque la meta eran cien, Ocampo confía en que la alcanzarán, pues ya viene en camino otra aventura ideada por el multimillonario: la grabación de una canción que cantarán por lo menos quince artistas, sobre y para Venezuela.
Podría pensarse que juntar a casi 300.000 personas en una de las fronteras más polémicas del mundo, y lograr más de siete horas de música sin interrupción, era suficiente para Richard Branson.
Pero, esa misma mañana, una de sus empresas, Virgin Galactic, logró lanzar al espacio una de sus aeronaves, el VSS Unity, con tres astronautas a bordo. Branson le seguía la pista desde Cúcuta, en parte porque su próxima meta es viajar al espacio en junio. Falta ver si de nuevo invita a su amigo Bruno Ocampo a una aventura más.
* Este artículo hace parte de la última edición de la revista Jet Set