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Candace Owens afirma que la esposa de Macron es realmente un hombre y desata controversia mundial. ¿Por qué lo asegura?
“Afirmó además que no dio a luz a ninguno de sus tres hijos y que su primer marido, un supuesto banquero jubilado de 69 años, nunca existió”.
Candace Owens es una política conservadora de los Estados Unidos. Con millones de seguidores en las redes sociales, sus palabras suelen tener gran impacto. Recientemente, tiró una bomba: aseguró que la primera dama de Francia, Brigitte Macron, realmente es un hombre.
La mujer aseguró en un pódcast que pone su carrera y su reputación en juego, pues está segura de esa tesis. Los medios internacionales han llamado “descabellada” a su teoría, pero han registrado todos los detalles de su narración.
Según Owens, la esposa del presidente francés, Emmanuel Macron, nació hombre. Brigitte Macron, hoy de 70 años, según ella, en realidad nació como Jean-Michel Trogneux, antes de finalmente hacer la transición a los 30 años.
La comentarista dio más detalles. Según el diario The Daily Mail, “afirmó además que no dio a luz a ninguno de sus tres hijos y que su primer marido, un banquero jubilado de 69 años quien, según se dice, murió recluido en 2020, nunca existió”.
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Pero el diario inglés asegura que se trata de una conspiración “completamente falsa hecha por la revista de extrema derecha Faits et Documents (Hechos y Documentos), después de que Macron, de 46 años, fuera elegido”.
El tema había quedado olvidado, pero se reavivó “el mes pasado, después de que la hijastra de Emmanuel Macron, Tiphaine Auzière, concediera una entrevista a Paris Match en la que abordó las afirmaciones de que su madre Brigitte nació hombre. Auzière tenía solo 10 años cuando descubrió que su madre, maestra, tenía una relación con un estudiante 25 años menor que ella. “Me preocupa el nivel de la sociedad cuando escucho lo que circula en las redes sociales acerca de que mi madre es un hombre”, dijo, según el diario británico.
El amor de Macron con Brigitte siempre ha despertado un poco de admiración de un sector y mucho de morbo.
Cuando Brigitte Trogneux conoció a Emmanuel Macron, a comienzos de los años noventa, ella dictaba clases de francés y de literatura en un colegio manejado por jesuitas, tenía 40 años y estaba casada con el banquero André-Louis Auzière, con quien ya tenía tres hijos.
Él, en cambio, era un estudiante de 16 años, del mismo curso de una de sus hijas y se acababa de unir al grupo de teatro que ella dirigía.
Tuvieron una química inmediata. Él, un alumno bastante aplicado, mostró no solo una personalidad arrolladora, sino una gran cultura, por lo que podían hablar de temas muy profundos. Inevitablemente, se convirtió en su estudiante favorito y, según cuentan sus compañeros, solían sentarse por horas a reescribir las obras que iban a montar.
Nadie sabe el momento preciso ni las circunstancias exactas, pero en ese tiempo que pasaron juntos surgió algo más entre los dos. De un momento a otro, los estudiantes comenzaron a verlos de la mano, casi siempre con una actitud mucho más íntima de la esperable entre un alumno y su profesora.
Todo esto sucedía en Amiens, una ciudad del norte de Francia, o más bien un pueblo grande lleno de familias tradicionales y con costumbres conservadoras. Por eso, pronto comenzaron a correr los rumores.
Y ahí fue Troya: a la rectoría y a las casas de Emmanuel y de Brigitte llegaron cartas anónimas que denunciaban lo que para ellos entrañaba un comportamiento reprochable. Las familias de ambos, así como la gente cercana, comenzaron a oponerse a lo que ya todos veían como una relación ilícita. Fue como tener al mundo en contra.
La periodista Sylvie Bommel decidió arriesgarse a escarbar en el pasado de la pareja presidencial. Viajó a Amiens, estuvo en los lugares que frecuentaron y entrevistó a quienes presenciaron el romance. En muchos otros casos, la historia de amor entre una profesora y un alumno termina en los estrados judiciales, en la sección de curiosidades de los noticieros o ahogada por la presión social. Sin embargo, Emmanuel y Brigitte no solo terminaron juntos, sino que hoy constituyen la pareja más poderosa de Francia: el presidente y la primera dama.
Amor genuino
Ya muchos han contado, en términos generales, la historia, que ha rodado por los medios del planeta desde que Macron apareció en el panorama mundial. Pero pocos conocen los detalles de cómo se enamoraron, cómo lograron superar los obstáculos y cómo llegaron a convertirse en lo que son hoy.
Por eso, la periodista Sylvie Bommel decidió arriesgarse a escarbar en el pasado de la pareja presidencial. Aunque no habló con ellos, viajó a Amiens, estuvo en los lugares que frecuentaron, se reunió con gente que los conoció y entrevistó a quienes presenciaron el romance.
El resultado es Il venait d’avoir dix-sept ans (algo así como Él acababa de cumplir 17 años), un libro que, cuando Macron fue elegido presidente, se convirtió en uno de los más comentados y vendidos en Francia.
“Yo solo quería entender cómo una mujer de una pequeña burguesía provincial educada por monjas tuvo la increíble audacia de desafiar a su familia y a la moral de la sociedad para volver a comenzar su vida con un hombre 24 años más joven”, ha comentado Bommel a la hora de presentar su libro.
Y ese enfoque se nota desde el inicio. La periodista hace un paralelo entre Brigitte y Madame Bovary, su novela favorita, escrita por Gustave Flaubert, sobre una mujer con un esposo fiel y con una vida marital estable, pero aburrida, que encuentra un amante.
Así, cuenta cómo la actual señora Macron desafió a la sociedad para seguir su corazón, y cómo la tenacidad del joven Emmanuel, decidido a quedarse con ella a pesar de las habladurías, ayudó a que eso fuera posible. Bommel la califica como un cuento de amor exitoso, como pocos en la historia de los presidentes franceses.
Y es que la relación entre ambos es tan inusual que siempre ha generado dudas. Muchos en Francia, de hecho, aún no creen que un hombre joven, apuesto y con talento de sobra se haya casado por amor con alguien que lo dobla en edad, cuando podría haber tenido a cualquier mujer despampanante a sus pies.
Por eso, cuando a Macron lo nombraron ministro de Economía en 2014 y su nombre comenzó a sonar con fuerza en el panorama nacional, sus enemigos políticos pusieron a rodar el chisme de que él en realidad era gay, y de que su matrimonio era una tapadera. El rumor se propagó rápido, pues los franceses no consideraban normal la diferencia de edad ni el hecho de que la pareja no tuviera hijos.
Cuando supieron del romance, los padres de Macron se lo llevaron a París, pero eso no detuvo a la pareja, que siguió viéndose clandestinamente.
Otros llegaron a decir que él en realidad era asexual, es decir, alguien que no siente necesidad de tener relaciones sexuales y que no cree que eso tenga importancia en la vida ni en las relaciones amorosas.
Aunque la pareja se ríe cuando alguien saca a relucir ambas historias, como la que circula hoy sobre el supuesto verdadero género de Brigitte, reaparecen de vez en cuando en los medios con más o menos fuerza. Pero Bommel las desmiente. Para ella, después de investigar a fondo, ambos están enamorados de verdad y tienen una relación bastante estable.
Una madame Bovary
En el libro quedaba claro también que Macron quedó perdidamente enamorado de su profesora cuando la conoció y que comenzó a conquistarla con detalles pequeños, pero significativos: sus conversaciones sobre teatro y literatura, ramos de flores o menciones de su novela favorita.
De hecho, en un ensayo con el que el entonces estudiante se ganó un premio nacional, aludió directamente a Madame Bovary y a los sentimientos que, según Bommel, ya estaban surgiendo entre ambos:
“Si fuera cierto que nadie ha vivido aspiraciones románticas tan intensamente como Emma, en Madame Bovary, de Flaubert, por lo menos muchas personas sí habrán experimentado una inclinación por el bovarismo en algún momento, aunque tal vez solo fuera en lo más profundo de sí mismas”.
Brigitte no estaba deprimida ni era desdichada para ese momento, pero Macron le removió el piso. Quienes la conocieron en su primera etapa de casada la recuerdan como integrante de la pequeña burguesía de Amiens, pues su papá tenía una cadena de tiendas que producía chocolates y dulces en el norte de Francia. Su esposo, el banquero André-Louis Auzière, era una figura prominente en la ciudad.
Su matrimonio no era infeliz, pero sí aburrido. Muchos describen a Auzière como un hombre bonachón, confiable, inteligente y muy callado. En las reuniones sociales, ella brillaba con luz propia, mientras él simplemente callaba y la dejaba ser.
Por eso no era de extrañar que la personalidad de Macron y su determinación la atrajeran tanto y la llevaran a echar por la borda 20 años de vida conyugal.
Por supuesto, no fue para nada fácil. Cuando comenzaron a llegar las cartas anónimas a la rectoría del colegio y a su propia casa para denunciar la relación, las cosas se pusieron bastante feas. Sus amigos más cercanos le dieron la espalda y la convirtieron en una paria social, en medio de la ira de sus padres y de sus suegros. Su esposo, dolido, decidió alejarse, aunque no le pidió el divorcio.
Macron ha confesado que durante dos años seguidos perdió los exámenes de ingreso a la Escuela Normal Superior de París por estar muy enamorado para estudiar.
Los padres de Macron también recibieron cartas amenazantes por, supuestamente, consentir la relación y varias personas comenzaron a evitarlos, como la peste. Era tan duro el ambiente que un desconocido llegó a escupir a su puerta.
Ellos, que hasta entonces pensaban que su hijo salía con flores a la casa de su profesora para cortejar a la hija, Laurence, tomaron cartas en el asunto. Hubieran podido demandar a Brigitte, porque en Francia la ley castiga a los profesores que tienen relaciones con alumnos menores de 18 años.
Sin embargo, decidieron no hacerlo; solo la enfrentaron verbalmente y se llevaron a Emmanuel a París para alejarlo de ella. Pero no les funcionó. La pareja siguió en contacto y el joven Macron incluso le prometió a Brigitte que, pasara lo que pasara, se casaría con ella.
Cuando él cumplió 18 años, comenzaron a verse más seguido y sin miedo. La relación llegó a tal intensidad que el propio Macron ha confesado que durante dos años seguidos perdió los exámenes de ingreso a la Escuela Normal Superior de París, su única mancha en una hoja de vida intachable, por estar “muy enamorado para estudiar y concentrarme”.
De amante a primera dama
Para esa época, Brigitte y André-Louis ya estaban prácticamente separados, a pesar de que aún mantenían la apariencia de una familia unida y feliz.
Tiphaine, una de las hijas, cuenta que habían llegado a una especie de acuerdo: “Él trabajaba en Lille todos los días y venía a casa el fin de semana, cuando mi mamá se iba a ver a Emmanuel –le contó a la periodista–. Así que nosotros estábamos con ella entre semana y con él los fines de semana”.
Esa dinámica continuó durante muchos años, pues solo se divorciaron en 2006. Desde entonces, el hombre está prácticamente desaparecido de la vida pública. Bommel intentó buscarlo para escuchar su versión de la historia, pero no lo encontró. Y a pesar de que es un banquero conocido en su zona, ni siquiera aparece información abundante al hacer una búsqueda de él por internet.
La autora cree que, en algún momento, alguien hizo un borrado de su historia digital. Sin embargo, nadie sabe si fue el equipo de Macron para evitar que sus enemigos explotaran la historia de la infidelidad en la época en la que se lanzó a la Presidencia, o si lo decidió el propio Auzière para alejarse por completo de los reflectores.
Esa última tesis parece bastante probable, pues Tiphanie ha dicho que su padre está bien, pero que quiere mantenerse “en el más completo anonimato”.
Lo cierto es que, un año después del divorcio, Emmanuel y Brigitte se casaron. Para entonces, él ya tenía 29 años (ella 53) y empezaba una brillante y prometedora carrera en el sector financiero.
Con el tiempo, empezó a escalar posiciones y en 2014 llegó a ministro de Economía. Allí no solo fue el miembro mejor valorado del gabinete de François Hollande, sino que se forjó una fama de hombre de centro. Con esa bandera, ganó la Presidencia en 2017, por encima de los republicanos, los socialistas y la extrema derecha.
Brigitte, ahora conocida como la señora Macron, no simplemente pasó de amante a esposa y luego a primera dama por casualidad. En realidad desempeñó un papel determinante en el crecimiento político de su marido. Para algunos, ha seguido siendo una suerte de profesora y de maestra que lo guía, lo aconseja y está siempre en la primera línea de sus asesores.
Eso no ha dañado la relación con sus tres retoños, a los que Macron se refiere como “mis hijos” y de quienes es bastante cercano. Especialmente de Tiphanie y Laurence, su antigua compañera de colegio, quienes incluso le hicieron campaña por la Presidencia activamente.
Brigitte sigue sufriendo comentarios malintencionados, ahora en redes sociales y en las cartas que llegan al Palacio del Elíseo, en las que incluso la acusan de corromper niños. La acusación de ser un hombre por parte de Owens seguramente no la tomó tampoco por sorpresa.
Con todo, ella no se arrepiente ni un segundo de lo que hizo. Como dijo en una entrevista en 2017, “si no hubiera tomado esa decisión, la vida me hubiera pasado por delante”.