música
Carlos Vives, el último juglar del vallenato, celebra 30 años de vida artística
Hace 30 años, el samario modernizó un ritmo que hasta entonces se paseaba a lomo de burro por los pueblos del Caribe. Pero el vallenato no volvió a ser el mismo desde que sonó La gota fría. Recuerdos afinados.
“Cuando hice la gota fría, me querían fusilar”, le confiesa, entre risas, Carlos Vives a un grupo de músicos que interpretan porros a placer en Buenavista, población distante a una hora de Santa Marta –la ciudad que lo vio nacer hace 61 años– y una de las últimas comunidades palafíticas que sobreviven en el Caribe.
La escena sucedió en diciembre pasado, cuando el samario recorría la escuela que ayudó a remodelar con su fundación Tras La Perla, gracias a la cual decenas de niños pueden estudiar en mejores condiciones, en un ambiente dominado por las aguas, el sol inclemente y la pobreza.
“Pero acá estoy, convencido del riesgo que tomé, llevo 30 años y sigo aprendiendo. Este es un territorio ancestral que data de tiempos desde antes de la llegada de los españoles y que, desde muy niño, aprendí a amar”, les dijo a los músicos, que en esa mañana improvisaban varios pregones a los que Vives se unió en medio de la jarana.
Ya han pasado tres décadas desde que el cantante le mostrara al mundo en 1993, vestido de shorts, su moderna versión de La gota fría, un tema compuesto por Emiliano Zuleta, por allá en 1938. Vives lo incorporó a un álbum que se convirtió en una suerte de parteaguas del folclor vallenato, que hasta entonces andaba a lomo de burro con sus juglares por los pueblos de La Guajira, el Cesar y la Sierra Nevada: Los clásicos de la provincia.
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Este trabajo discográfico le mereció triple disco de oro y triple disco de platino en los años 1993 y 1995.
Para muchos, que ya lo habían visto –dos años atrás– interpretando al maestro Rafael Escalona en la popular telenovela que contó su vida, fue una hazaña. Para otros, un insulto: modernizar junto con su grupo, La Provincia, canciones de autores clásicos, como Emiliano Zuleta, Juancho Polo Valencia, Luis Enrique Martínez y Carlos Huertas. Eran los precursores de uno de los ritmos musicales más tradiciones de Colombia, el vallenato, que años más tarde, en 2015, fue declarado patrimonio inmaterial de la humanidad por la Unesco.
Pero Vives, publicista de profesión y especialista en producción audiovisual, dejó a un lado su carrera y tenía muy claro el norte: “No hay música moderna que no venga arraigada de algo muy ancestral. Todos los ritmos de hoy tienen conexiones muy ancestrales, siempre al final estamos reciclando nuestras culturas para hacer cosas nuevas”, le confiesa el artista a SEMANA.
Cuenta que comenzó a trabajar en su propia música con el convencimiento de que no quería hacer folclor. “Sabía que el folclor no se podía grabar. Es que no hay nada nuevo en la música, porque todo tiene origen folclórico: el blues, el jazz... Comprender eso para mí fue clave porque yo no quería hacer folclor, quería inventar mi pop y hacer mi rock and roll a partir de mi tradición, de mis raíces. Escogí trabajar vallenatos, que me enseñaron la dimensión de la diversidad, de todo lo que somos. El vallenato terminó siendo hijo de la cumbia y la cumbia se casó con el jazz y nació lo que nosotros en Colombia llamamos porro. Todo lo nuestro ya es una fusión”, explica el samario.
Por eso, afirma que no es correcto cuando la gente dice que “Carlos Vives fusionó el vallenato con el hiphop o con el rock”. Lo que hizo en realidad –aclara enseguida– “fue hallar un sonido moderno a partir de la música tradicional que escuchaba y disfrutaba siendo niño en los patios de las casas”.
Es que ese niño, recuerda Vives, siempre fue “un poeta”. “Me gustaba escribir una que otra línea, pero nunca pensé que iba a componer canciones. Yo les escribía poemas de amor a mis enamoradas. Cuando hice mi propuesta musical, empecé cantando música tradicional de viejos compositores”.
La primera canción que se atrevió a grabar, de su autoría, fue La tierra del olvido, “que se volvió para nosotros un himno increíble. Una canción sencilla, pero que ya sonaba diferente a las que estaban por ahí. Entonces, con esa canción entendí qué era lo que quería decir con mi música: hubo cosas de esos compositores de la vieja escuela que se me quedaron, que quería conservar, y otras que tuve que inventar. Así fue como hallé mi propia manera de decir las cosas”.
Y ese sonido, sazonado con vallenato, rock y pop, terminaría por consolidarse en La tierra del olvido, trabajo ganador de triple disco de platino, en 1996, que aún es catalogado por la crítica como el disco más importante en los últimos 50 años para la industria de la música colombiana.
Solo el tiempo demostró que de ese experimento salió bien librado. En 30 años de carrera, Vives suma más de 20 millones de álbumes vendidos en todo el mundo y varios récords, entre ellos ser el primer artista colombiano en ganar un premio Grammy, y sus oyentes en plataformas digitales llegan a los 15 millones cada mes.
Al artista colombiano lo cantan por igual en Japón que en España, en Estados Unidos que en Argentina. E, incluso, fue protagonista de su propia exhibición especial en el Museo de los Grammy, que recogió prendas, objetos e instrumentos que han marcado su carrera.
También ha recibido el Premio Ondas de España por su aporte a la música latinoamericana y fue honrado con el reconocimiento Ícono de los Musa Awards ingresando al Hall de la Fama de compositores latinos.
Ahora mismo, persiguiendo esa senda con la que ha buscado honrar a sus ancestros vallenatos, está presentando el primer sencillo de su nuevo álbum Escalona nunca se había grabado así, en el que reinterpreta junto con Egidio Cuadrado, su acordeonero, compadre y cómplice musical en estas tres décadas, los grandes éxitos del compositor Rafael Escalona.
Este álbum nació de un largo viaje a la nostalgia. Vives se desplazó hasta Villanueva, en La Guajira, donde se reencontró con Cuadrado. Y juntos reunieron a los músicos que se encargarían de dar vida a las canciones consignadas en un cuaderno perdido de Rafael Escalona, un tesoro que cuidó por años Dina Luz, hermana de Egidio y quien fuera esposa del compositor.
¡Estamos de celebración! Son 30 años de música que nos ha hecho tan felices. Empezamos este 2023 con "La Historia"❤️🩹 Ya disponible en todas las plataformas pic.twitter.com/QmYcYL8PzK
— Carlos Vives (@carlosvives) February 10, 2023
Entonces, como parte de las celebraciones por sus 30 años de vida artística, Carlos Vives reinterpretará –como lo hiciera en aquella novela de 1991 que lo dio a conocer– canciones como El testamento, Jaime Molina, La golondrina, El villanuevero y La casa en el aire.
Así, con un viaje a la semilla, Carlos Vives desandará los pasos que lo llevaron tres décadas atrás, en medio de la terquedad, a transformar los sonidos de esa tierra del olvido que convirtió con el tiempo en su mayor legado musical.