JET-SET
El sello discográfico con el que Carlos Vives quiere promover nuevos talentos
El embajador de 'La gota fría' en el mundo acaba de relanzar Gaira Música Local. En entrevista exclusiva con la revista Jet-set dijo que el cuento del sello ha sido “valorar lo nuestro” y que su gran inspiración es su esposa, Claudia Elena Vásquez. Por estos días está de concierto en Bogotá.
Hace treinta años, Carlos Vives era un actor con una exitosa carrera cimentada en el éxito de El faraón, Tuyo es mi corazón y Gallito Ramírez, entre otras producciones; pero, además, era un cantante de pop que, tras salir de su natal Santa Marta, encontró los sonidos de lo que posteriormente llamaría “el patrón bogotano”.
Admirador de Charly García, en sus presentaciones mezclaba “Yo no quiero volverme tan loco”, del roquero argentino, con sus primeros éxitos: “No podrás escapar de mí” o “Casi un hechizo”, compuesta por Ricardo Montaner; y aspiraba a hacerse un espacio en el competido medio de la música juvenil en español, dominado en esa época por Timbiriche, Alejandra Guzmán, Mecano, Manuel Mijares, Chayanne, Emmanuel y el mismísimo Montaner.
En junio de 1989 lanzó el tercer álbum solista, Al centro de la ciudad, lejos de imaginar que su carrera de baladista llegaba a su fin, pero que, así como García es considerado el “pope” del rock argentino, él se convertiría en un símbolo de la música colombiana y en el referente de varias generaciones de artistas nacionales: “el Patrón”.
“Fui un detonante para que otros vieran que la música colombiana era mucho más amplia de lo que pensábamos”.
“La verdad es que siempre hubo una búsqueda por la localidad; es más, ese disco, Al centro de la ciudad, es un híbrido de cosas, sonidos que querían reflejar Bogotá y aferrarse a esto”. Tras su etapa pop vino la serie Escalona. “Me di cuenta de que había otra manera de hacer las cosas, incluso para cantar el vallenato. Descubrimos que no teníamos complejos y podíamos unir dos mundos. Eso se cocinó aquí, con mucho orgullo, rompiendo los prejuicios históricos”.
Con el apoyo de Sonolux creó su propio sello, Gaira Música Local. Lanzó Clásicos de la provincia y el panorama cambió. Miles de colombianos, que jamás habían oído hablar de Emiliano Zuleta o Carlos Huertas, cantaron a coro “La gota fría” y “El cantor de Fonseca”. “Hasta ese momento no creíamos que lo nuestro podría alcanzar esa dimensión”.
En los próximos meses seguirán los lanzamientos de Distrito y Pacific Broders, cuyos discos están tan listos, como el de Esteban Nieto.
El éxito de los “clásicos” inspiró a los jóvenes que soñaban con ser músicos; ahora tenían no solo un nuevo ídolo, sino un universo sonoro por explorar. “Es el caso de Fonseca, un cachaco que quería cantar como costeño: rompimos las barreras y los pelaos bogotanos empezaron a usar sombreros vueltiaos y a acompañar el acordeón”.
La casa de su infancia, convertida en restaurante, centro cultural y punto de encuentro, se llenó de aspirantes que querían mostrarle sus canciones, pedirle consejos o saber algo más de esos nuevos sonidos. “Cuando planteamos La Provincia, la gente se dio cuenta de que algo pasaba con la onda colombiana; en esa misma época los ingleses le produjeron el disco a Totó la Momposina. Entonces, otros músicos comenzaron a hacer lo suyo, exploraron terrenos diferentes, pero conectados con lo que hacíamos nosotros”.
Produjeron el primer disco de Bloque de Búsqueda, una especie de spin off de La Provincia, que exploraba otros sonidos locales: una propuesta de jazz latino producida por el pianista colombiano Héctor Martiñón e interpretada por Lucía Pulido (integrante del dueto Iván y Lucía). También hicieron el álbum debut de Adriana Lucía, Porro nuevo; pero además fue la génesis del llamado “tropipop” a finales de los años 1990.
“Sentir el cariño de estos ‘pelaos’ me ha movido, me motiva mucho... Es un privilegio increíble”.
“Todos esos pelaos estuvieron cerca de nosotros y finalmente cada uno hizo su propuesta. Si eres buen músico, siempre vas a encontrar tu camino, pero los sonidos y los patrones que tomaban eran los nuestros. Con el tiempo, llegaron otros, comenzaron a cambiarles cosas y todo fue distinto”.
Hacia el final de la primera década del presente siglo, una emisora emprendió una campaña en contra de la nueva fusión musical. “Seguíamos con muchos prejuicios, y creo que por eso lo atacamos, no entendimos lo que realmente significaba y lo destruimos. Siempre acomplejados de nuestra música”.
Vives asegura que su mayor rebeldía ha sido quedarse en Colombia haciendo música local.
Para ese entonces, ya Vives era un símbolo. Comenzaron a llamarlo “el Patrón”, con respeto, personajes tan disímiles como Fonseca, J. Balvin y Juanes, quien aseguró que el samario “lo inspiró para experimentar con sonidos locales y volverlos universales”.
Mientras su carrera repuntaba, regresó a casa y consolidó Gaira, que no solo fue un bar-restaurante, sino también un semillero de talentos. “Estuve mucho tiempo sin grabar nada nuevo, pero llegó gente buscándome, trabajamos durante años, y siempre me preguntaban: ‘¿Cuándo es mi momento?’”. El momento llegó. Por allí pasó Martina la Peligrosa; y también Chichi Ortiz e Igor Moreno, hoy famosos como los Pacific Broders.
Llegó Claudia Elena, su esposa, a quien le da gran parte del crédito: “Nací para esto, pero todo parecía muy complicado hasta que me encontré una mujer que ve todo este trabajo por nuestra música de manera natural; que lo vive, lo disfruta y piensa que es lo correcto”.
Han pasado tres décadas desde su último disco pop y Vives muestra con orgullo los nuevos fichajes del recién recuperado sello: Esteban Nieto, un joven cartagenero que, como el mismo Patrón, fusiona vallenato con pop y otros ritmos tropicales; los Pacific Broders, un dueto con sonido Caribe, compuesto por dos músicos “de la casa”; y Distrito Especial, la agrupación clásica de la escena roquera bogotana.
Mira por la ventana del quinto piso de lo que fue su casa de infancia, donde están los estudios de Gaira, y sigue soñando. Quiere recuperar el catálogo de Ciegos Sordomudos y otros grupos icónicos del rock local, producir nuevas figuras, consolidar otra vez el tropipop, promocionar la música colombiana de todas las formas posibles.
¿Y le va a quedar tiempo para seguir cantando? “Hombe, claro, la emoción de subirme a un escenario es increíble; además, cada vez hay más motivos para cantar”.
* Este artículo hace parte de la última edición de la revista Jet Set. Puede leer otros aquí.