PAREJA
Los duros problemas que han superado Catherine Zeta-Jones y Michael Douglas para seguir juntos
Empezaron a salir hace 20 años y a pesar de que nadie creía en su relación, han superado la diferencia de edad, un cáncer de garganta, un trastorno de bipolaridad, la supuesta adicción al sexo de él y hasta una separación. ¿Cuál es el secreto?
Cuando Catherine Zeta-Jones y Michael Douglas comenzaron a salir, en 1998, casi nadie les auguraba un buen futuro. Ella, con 29 años, estaba comenzando a destacar en Hollywood por su papel en La máscara del Zorro, mientras que él, con 54, ya era toda una leyenda viviente de la industria, y aún se estaba separando de su primera esposa, Diandra Luker, en medio de acusaciones de infidelidad y de una supuesta adicción al sexo.
Pero más allá de la diferencia de edad y de la fama de mujeriego del actor, muchos dudaban de que una pareja de actores en el pico de la popularidad pudiera tener futuro. Casi ninguna relación había logrado sobrevivir antes en Hollywood y no parecía que fuera a ser diferente con ellos.
Hoy, sin embargo, contra todos los pronósticos siguen juntos y tienen uno de los matrimonios más estables del mundo de la farándula. Ella acaba de cumplir 50 años y él 75, tienen dos hijos de 16 y 19, y viven en una mansión del siglo XIX en Bedford, un pueblo a una hora en carro de Nueva York. Además, ambos brillan en la televisión. Michael como protagonista de El método Kominsky, una de las series más aclamadas de Netflix, y Catherine en Queen America, una serie de Facebook Watch.
Michael quedó prendado de ella cuando la vio en ‘La máscara del Zorro‘ y le pidió a varios de sus amigos que los presentaran, lo que finalmente pasó en 1998.
A pesar de todo eso, el camino no ha sido fácil. En una reciente entrevista con la revista Vanity Fair, la actriz dejó claro que lejos de tener un matrimonio perfecto, donde todo es color de rosa, ambos han enfrentado enfermedades, chismes de los tabloides y hasta una separación. Pero siempre han sabido resolver las cosas.
Así pasó cuando se conocieron. Michael quedó prendado de ella cuando la vio en La máscara del Zorro y le pidió a varios de sus amigos que los presentaran. Melanie Griffith, Antonio Banderas y Danny DeVito lo hicieron en el festival de cine de Deauville, en Francia, en agosto de 1998.
Pero esa noche en un bar, tratando de sonar seductor, él le dijo “¿Sabes? Yo voy a ser el papá de tus hijos”, a lo que ella, incómoda, solo atinó a replicar “he oído mucho sobre ti y por lo que veo, es verdad. Así que buenas noches”, antes de irse.
Los dos en su momento de mayor éxito. Michael cuando interpretó al abogado Dan Gallagher en Atracción fatal (1987) y Catherine cuando hizo de Elena de la Vega en La máscara del Zorro (1998). Él la vio en esa película, se enamoró y se propuso conquistarla.
Ese primer percance no fue un obstáculo. El actor optó por enviarle flores junto con una disculpa y siguió llamándola. Salieron varias veces durante los meses siguientes, aunque ella siempre iba con alguna acompañante o con su hermano. Hasta que, finalmente, le aceptó una invitación a su casa de verano en Mallorca.
Allá se enamoró de él y se volvieron pareja. Las cosas escalaron muy pronto y él le propuso matrimonio en diciembre de 1999, cuando ella ya esperaba a su primer hijo, Dylan.
El matrimonio, que muchos invitados llegaron a comparar con una boda real, fue uno de los grandes eventos de 2000. Tuvo lugar en el Hotel Plaza de Manhattan, de Nueva York, y estuvieron presentes grandes celebridades y miembros de la política. Según la prensa de la época, costó casi 2 millones de dólares y la BBC llegó a decir que había sido la boda del año.
En una entrevista con The Guardian, Michael dijo que su cáncer era producto del sexo oral. Una declaración que le dio la vuelta al mundo e indignó a Catherine.
Luego vinieron unos años llenos de felicidad. Durante ese tiempo, Michael fue aclamado por sus actuaciones en Traffic (2000) y Wonder Boys (2000), Catherine se ganó el Óscar por su rol en Chicago (2002) y tuvieron a Carys, su hija menor. Además, vivían en Bermudas, un lugar que ella recuerda como un paraíso.
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Los problemas comenzaron en 2010, cuando a Michael le diagnosticaron un cáncer de garganta en estado avanzado. La enfermedad fue tan fuerte, que muchos creyeron que el actor no iba a salir con vida. Para entonces ya vivían en Nueva York, y la tranquilidad que habían tenido en el Caribe había sido reemplazada con el asedio de los paparazzis y los periodistas.
Eso no ayudaba a Catherine en la dura tarea de apoyar a su esposo en el momento más difícil de su vida, pues como alguna vez le dijo al Daily Telegraph: “Nunca antes tuve que lidiar con algo así y no sabía qué hacer. Sentía que no tenía las herramientas emocionales para hacer frente”.
La pareja tiene dos hijos: Carys, de 16, y Dylan, de 19 (derecha). Actualmente viven con ella, pues él se fue a Rhode Island, porque entró a estudiar a la Universidad de Brown.
Por la misma época Cameron Douglas, el hijo del primer matrimonio de Michael, fue arrestado y condenado a cinco años por tráfico y posesión de drogas, Y Diandra, la exesposa del actor, lo demandó porque sentía que ella merecía parte de las regalías de Wall Street 2.
La presión fue tan grande, que Catherine comenzó a sufrir cambios de humor, dejó de dormir y entraba intermitentemente en estados de depresión. En 2011 la diagnosticaron con trastorno bipolar y tuvo que ser internada en una clínica.
Las cosas empeoraron en 2013, cuando en una entrevista con The Guardian, Michael dijo que su cáncer era producto del sexo oral: “No, no me arrepiento de haber fumado y bebido. El cáncer que yo tenía lo causó el virus del papiloma humano, que viene en realidad del cunnilingus”.
A Catherine le indignó tanto esa declaración, y la forma en la que muchos medios comenzaron a hablar de los fantasmas de adicción al sexo que pesaban sobre su esposo en el pasado, que la pareja entró en la crisis más grave hasta ahora. En 2013, y luego de hablarlo bien, decidieron separarse.
Michael además es padre de Cameron, su hijo con Diandra Luker, quien en 2010 fue arrestado por posesión de drogas. Ese problema, que llegó justo después del cáncer, terminó por afectar aún más a la familia.
Pero esa fase no duró mucho. Los medios, ávidos por seguir lo que parecía el final de uno de los matrimonios más estables de Hollywood, analizaban sus pasos al detalle y notaron que ambos volvieron a usar sus anillos de matrimonio.
Pronto aparecieron juntos en premiaciones, en cócteles y en eventos sociales, y el 25 de septiembre de 2014 renovaron votos matrimoniales. “Tuvimos un pequeño bache en el camino –le explicó el actor al Daily Mail– El problema en este negocio es que todo es muy público. Amo a Catherine y afortunadamente el sentimiento es mutuo. Resolvimos las cosas”.
Desde entonces, todo ha vuelto a la normalidad. A Michael lo declararon libre de cáncer en 2016 y Catherine no ha vuelto a tener episodios bipolares. Dylan, su hijo mayor, se fue a la Universidad de Brown, en Rhode Island, y Carys ya tiene 16 años, y suele acompañar a su mamá a todas partes.
Catherine dice que la clave de la felicidad está en que no se guardan ningún secreto y en que se quieren tanto por sus diferencias, como por sus semejanzas. Además, son conscientes de que a partir de ahora la edad podría ser un problema, pero se lo toman con humor.
“Dentro de veinte años, ella me llevará en silla de ruedas por la calle -dijo Michael hace poco en un programa de televisión-. Y entonces yo, desorientado, le preguntaré: ‘Catherine, ¿pero a dónde vamos?’, y ella me dirá: ‘A Cartier, cariño, a Cartier’”.