Muchos lo han soñado alguna vez: renunciar a todo e irse a recorrer el planeta. Es un deseo tan primitivo, que se puede rastrear en los inicios de la escritura. Aunque los tiempos han cambiado, las odiseas son las mismas: hay asombro por lo extraño, tropiezos en el camino y una gran inquietud por seguir descubriendo. Parece que solo bastara agarrar la mochila. Y con el auge de las nuevas tecnologías es aún más fácil.
En esta generación de trotamundos hay varios colombianos que se han atrevido a cambiar su estabilidad laboral por un safari o una estadía en un áshram. El primer obstáculo que deben enfrentar son las visas –algunos, para no complicarse, optan por la lista de países que no exigen ese documento–, pero una vez superado, el resto se resuelve en el camino. Tener ahorros, por supuesto, hace todo más sencillo, aunque hay quienes han demostrado que es posible darle la vuelta al mundo con un presupuesto modesto. Ni la plata ni la edad son una excusa. Al final los viajeros no solo quieren repetir la experiencia, sino que cambian radicalmente de estilo de vida. SEMANA recoge las historias de cuatro colombianos que decidieron aventurarse hacia lo desconocido.
“De pronto aparece el macho dominante de la familia de gorilas espalda plateada. Está a solo cinco metros de nosotros, apoyado en esas manos tan grandes como guantes de boxeo”, escribió Christian Byfield en su blog. Ese momento tan excepcional es apenas uno de los tantos que este joven de 25 años ha vivido en los últimos tres meses. Ingeniero industrial de la Universidad de los Andes, vivía en Bogotá, trabajaba en una banca de inversión y pasaba más de diez horas diarias en la oficina. En un viaje a San Agustín conoció a un estadounidense que se dedicaba a viajar. Consideró la idea unos seis meses, hasta que al fin se decidió: compró un tiquete para darle la vuelta al mundo y se fue a Etiopía, su primera parada. “Los primeros días pensé que me había tirado la vida, porque tenía un trabajo muy bueno y cierta estabilidad –recuerda–. Pero luego empecé a desprenderme de esas pendejadas”. Desde que partió en enero, ha estado en Uganda, Zambia, Ruanda y Tanzania, donde hizo un safari de cuatro días por el Serengueti. También se detuvo en Yibuti, un país minúsculo famoso por sus bases militares, para bucear con tiburones ballena. Le quedan nueve meses de viaje y tiene pensado visitar Irán, India, Sri Lanka, Singapur, Australia, China y Corea. Cada día que pasa, Christian se convence más de que para él nada volverá a ser como antes: “No quiero vivir por la plata sino buscar calidad de vida y equilibrio. No sé si será muy fantasioso, pero esa es la idea”.
Desafiar lo imposible
María Ximena García estudió Arquitectura, pero encontró su verdadera vocación en los viajes. En 2007 se cayó del techo de una casa en la que trabajaba: cuatros metros de distancia que le volvieron añicos una vértebra de la columna. Los médicos le dijeron que nunca volvería a caminar, pero Ximena no se sintió derrotada: “Antes del accidente estaba planeando subir el Everest. Y me dije: ‘Bueno, tendré que atrasarlo”. Durante dos años y medio estuvo en silla de ruedas, pero con terapia y la ayuda de cuanto médico alternativo encontró, logró recuperarse. El proceso fue tan duro física y emocionalmente que decidió culminar esa etapa en un áshram en India, donde se quedó tres meses. “Al final me di cuenta de que no quería volver a Colombia, así que seguí viajando. Estuve en Nepal, China, Tíbet, Camboya, Laos y terminé en Tailandia. Como ya no tenía dinero empecé a trabajar como instructora de buceo”. Después de un año se operó de nuevo (lleva 17 cirugías) y tan pronto pudo se volvió a ir, esta vez a hacer el camino de Santiago de Compostela y a recorrer Europa. Su experiencia la llevó a dictar charlas a personas que enfrentaban situaciones parecidas y en 2012 se convirtió en coach de vida. Ahora, con 34 años, está en Bogotá ahorrando para su próximo destino: Centroamérica. “Ya no quiero viajar por acumular países; quiero buscarle un sentido, aprender más de cada sitio y servirle a la gente”.
“Están llenos de plata, porque para viajar más de un año…”, fue uno de los tantos comentarios que escucharon los esposos Camilo Isaza Herrera y Camila Serna Huertas cuando les anunciaron a sus familiares y amigos que harían una pausa para darle la vuelta al mundo.“Estamos llenos de ganas, porque plata hay solo la suficiente para vivir austeramente”, explica Camilo en su blog www.mundoround.blogspot.com. Además de ahorrar todo lo que pudieron antes de partir el pasado 3 de julio, encontraron una forma de reducir costos en WWOOF, una red de granjas orgánicas, donde a cambio de trabajo reciben comida, techo y enseñanzas. En Francia, Israel y Hawái la pareja ha tenido que cortar lavanda, alimentar cabras, hacer miel y cosechar frambuesas. “Lo lindo es que aprendes a vivir en el campo”, explica Camilo, quien trabajaba en Bogotá en el Ministerio de las TIC, mientras que Camila se desempeñaba como diseñadora gráfica. Hace apenas unos días regresaron a Colombia –donde continúa “el viaje de los sueños”– y cada vez están más seguros de que para caminar el mundo solo se necesita 20 por ciento de plata y 80 de ganas. “Hay que dejarse llevar por la incertidumbre, pero también hay que hacer la tarea –concluyen–. Creamos en Dios, pero guardemos los tabacos en un lugar seco”
En 2011 Mavila Trujillo y Sergio García-Moreno se embarcaron en un viaje de nueve meses por 12 países. La experiencia les quedó gustando tanto que decidieron repetirla. “Lo soñamos y aquí estamos, de vuelta al mundo, por segunda vez”, cuentan desde Puerto Montt, al sur de Chile, donde se encuentran actualmente. Su itinerario incluye 23 países y en las próximas semanas sumarán dos más: Perú y Bolivia. Para lograrlo tuvieron que trabajar, ahorrar y, sobre todo, fijar una fecha. “Es importante empezar por creer que es posible”, explica Sergio, quien trabaja como director de fotografía para cine y televisión. “Tiramos la casa por la ventana para dejar que el mundo entrara por la puerta –añade Mavila, diseñadora gráfica–. Además gastamos poco y nos hemos dado cuenta de que viajar así no resulta más caro que vivir asentados en Bogotá”. En su página www.devueltaalmundo.info llevan un registro detallado, con rutas, recomendaciones e imágenes, de cada lugar. “Las cosas feas casi no salen en las fotos, pero durante el viaje suceden”, dice Mavila. La lista comprende desde cámaras perdidas y tarjetas de crédito clonadas hasta cirugías y alergias insoportables. Eso, sin embargo, no les ha impedido seguir. “El asunto es pensar en cómo poder vivir viajando”. Cuando regresen a Colombia esperan hacer una exposición y una serie de libros para narrar su experiencia y, por qué no, contagiar a otros.
Bueno, bonito y barato
Además de sitios tan populares como Couchsurfing, una red de viajeros que permite alojarse en la casa de un desconocido sin pagar un peso, existen varias aplicaciones que facilitan las travesías.
• Hostelworld ofrece una selección de más de 25.000 hoteles de bajo costo.
• Skyscanner ayuda a buscar vuelos baratos hacia cualquier destino.
• JetLag Genie crea alarmas personalizadas para normalizar los hábitos de sueño.
• Stay permite consultar sin conexión a internet mapas e información de cualquier lugar.
• Word Lens traduce al instante letreros indescifrables a cualquier idioma.