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Una polémica mundial: ¿Cómo hackeó el príncipe de Arabia Saudita a Jeff Bezos?

La revelación de que Mohammed Bin Salman, el heredero al trono saudí, hackeó al dueño de Amazon ha generado un revuelo diplomático y resolvería, por fin, la pregunta de cómo se filtró hace un año el romance del millonario con una periodista.

1 de febrero de 2020
Jeff Bezos conoció a Mohammed Bin Salman en 2017. Un año después se hicieron grandes amigos | Foto: Afp

Jeff Bezos y el príncipe Mohammed Bin Salman se conocieron en 2017 en una reunión en Silicon Valley. El heredero al trono de Arabia Saudita visitaba Estados Unidos en una promocionada gira para renovar la imagen del reino y acercar a los inversionistas tecnológicos de occidente. Se llevaron bien y quedaron en seguir en contacto. 

En abril de 2018 se encontraron nuevamente en una fiesta organizada por un productor de Hollywood. Allí, en un ambiente mucho más distensionado, y como suele pasar con hombres poderosos, con dinero, contactos y muchos proyectos, hablaron toda la noche e intercambiaron sus números de celular

Durante las semanas que siguieron, probablemente chatearon por WhatsApp e incluso se mandaron mensajes amistosos. Por eso, cuando el 1 de mayo de ese mismo año Bezos recibió un video desde el número del príncipe, no dudó en darle click.

Todo indica que cometió un grave error: aún no se sabe que contenía el archivo, pero una investigación que adelantó una empresa de seguridad contratada por el multimillonario determinó la semana pasada “altamente probable” que al abrir el video, haya activado un virus infeccioso (malware) que comenzó a extraer datos de su teléfono. En otras palabras: empezaron a hackearlo.

Cuando Bezos anunció una investigación sobre los chats filtrados, lo amenazaron con publicar fotos íntimas.

Al revelarlo en exclusiva, los diarios ingleses The Guardian y The Financial Times generaron revuelo: que el príncipe de un país de oriente medio haya hackeado al dueño de Amazon, una de las empresas de tecnología más grandes del mundo, era un escándalo de proporciones diplomáticas y geopolíticas. No en vano, expertos en derechos humanos de la ONU pidieron investigar a fondo la denuncia y la embajada de Arabia Saudita se apresuró a calificar de “absurdas” y “estúpidas” las acusaciones: “Pedimos una investigación sobre estas denuncias para que podamos conocer todos los hechos”, dijeron.

La infidelidad de Jeff Bezos

Lo cierto es que Bezos sospechaba desde un año atrás  que alguien lo estaba hackeando. 

Todo comenzó en enero de 2019,  cuando el diario sensacionalista National Enquirer consiguió fotos y conversaciones privadas que demostraban que él, que se preciaba de ser un empresario serio y comprometido, tenía una aventura extramarital con la periodista Lauren Sánchez. Bezos se apresuró, aún antes de que el periódico publicara la noticia, a anunciar su divorcio con su esposa Mackenzie, con quien estuvo casado 27 años. Pero el daño ya estaba hecho. 

El affaire llevó al magnate a divorciarse de MacKenzie, su esposa por 25 años. Muchos pensaron que ella se quedaría con buena parte de su fortuna, pero llegaron a un acuerdo amistoso.

La noticia de su affaire se regó como pólvora y los detalles de las conversaciones, con frases como “quiero olerte, quiero respirar en ti, quiero agarrarte fuerte... quiero besar tus labios” o “te mostraré mi cuerpo, mis labios y mis ojos muy pronto”, le dieron la vuelta al mundo.

Su ahora exesposa, además, se volvió noticia, porque muchos especularon que luego del divorcio ella se quedaría con buena parte de su fortuna. Pero al final llegaron a un acuerdo amistoso en el que ella recibió ‘solo’ el 4 por ciento de las acciones de su compañía

En medio de la tormenta, Bezos anunció una investigación para determinar quién había filtrado los datos. En respuesta, según denunció unos días después publicamente, alguien del Enquirer lo amenazó con publicar fotos explícitas

Eso no lo detuvo y, con el tiempo, las primeras investigaciones determinaron que nadie menos que Michael Sánchez, el hermano de Lauren, había filtrado la noticia. Más allá de la traición familiar, que llevó a que la nueva pareja lo aislara y dejara de hablarle, la revelación abrió otra puerta: Michael es un conocido seguidor de Donald Trump y en su cuenta de Twitter criticaba a medios como CNN, The New York Times y The Washington Post, propiedad del propio Bezos, por sus tendencias liberales y anti republicanas. 

Por esa época el diario del magnate, The Washington Post, investigaba el asesinato del periodista árabe Jamal Khashoggi.

Eso, sumado a que el dueño del Enquirer es un aliado de Trump y a que el presidente había sido de los primeros en criticar al empresario, llevaron a muchos a pensar que detrás de la filtración habían motivaciones políticas. 

La conexión árabe

Jeff Bezos tenía un romance con Lauren Sánchez. Michael, el hermano de ella, filtró la noticia al National Enquirer. Aún no se sabe qué tanto tuvieron que ver los árabes con eso.

Desde el comienzo, sin embargo, hubo quienes pensaron que además de todos ellos, los árabes también podían estar interesados en hacer daño a Bezos. Y todo porque en esa época el Washington Post estaba cubriendo de forma constante el escándalo por el asesinato del periodista Jamal Khashoggi, un crítico del accionar del gobierno de Ryad, a quien habían torturado y asfixiado en el consulado de Arabia Saudita en Estambul, Turquía.

Además, la empresa dueña del National Enquirer mantenía por esa época negocios con el gobierno de Arabia Saudita. No solo habían realizado un especial dedicado al reino,  que publicaron junto con el diario, sino que, según el New York Times, estaban en conversaciones para conseguir fondos que les permitieran invertir en nuevos medios. 

El propio Bezos parecía pensar que los árabes estaban involucrados, pues en uno de sus comunicados publicados durante el escándalo dijo que era inevitable “que ciertas personas poderosas que son objeto de cobertura del Washington Post concluyan de manera equivocada que soy el enemigo”. Por eso, contrató a FTI Consulting y a Anthony Ferrante, exdirector cibernético del FBI, para hacerle un análisis a su teléfono, con el fin de determinar si alguien lo había espiado. 

El resultado de la investigación parece demostrar que sí y que el malestar con él venía de mucho antes del asesinato del periodista. En efecto, el episodio del mensaje infectado ocurrió cinco meses antes, cuando Khashoggi, en su columna del Washington Post, venía investigando y criticando la intervención saudí en Yemen, la falta de libertades en ese país y la actuación del rey Salmán bin Abdulaziz y del propio príncipe. 

Muchos analistas de seguridad, sin embargo, ponen en duda que el propio Mohammed bin Salman haya estado involucrado en la filtración. Apuntan a un miembro de su equipo, que habría actuado sin consultarle y habría engañado a Bezos al enviarle el mensaje desde la cuenta del príncipe. 

Otros creen que a pesar de que sí pudieron haberlo hackeado, ellos no filtraron los mensajes y las fotos que comprobaban la relación extramarital del millonario. Esto porque el Wall Street Journal publicó hace unos días que los fiscales de San Francisco, quienes llevan el caso contra en National Enquirer por el chantaje a Bezos, tenían evidencia de que la propia Lauren, en una conversación con su hermano, le envió confiada los pantallazos de los chats y las fotos que luego se filtraron.

Sea como sea, Bezos parece tener la respuesta a la pregunta de quién le quizo hacer daño. Y el mundo ahora tiene claro que ni siquiera un magnate tecnológico está libre de caer en manos de los hackers.