Realeza
¿De qué acusa Corinna al rey Juan Carlos?
En una nueva demanda, la alemana asegura que el rey emérito de España cayó en acciones muy bajas, solo para que ella le devolviera los polémicos 100 millones de dólares que le había regalado.
Para entender el pleito es necesario saber que hace algunos años, el entonces rey en funciones le dio a su ya examante Corinna zu Sayn-Wittgenstein 100 millones de dólares. Ella siempre ha asegurado que fueron un regalo y más que eso una compensación, a ella y a su hijo Alexander zu Sayn-Wittgenstein, por los cuidados que le prodigaron cuando él estuvo muy enfermo y prácticamente tenía un hogar con ellos. Se dice que los tenía instalados en el palacio de El Pardo, que usa la monarquía española para sus invitados especiales.
Hacia 2012, sin embargo, parece que él se arrepintió y empezó a reclamarle la devolución del dinero, a lo cual ella se negó. Ahora, en una demanda que agrava aun más este interminable drama real, ella asegura que el hoy rey emérito de España la sometió a un tenaz acoso en aras de conseguir su cometido.
Pero otra cosa piensan quienes acusan al rey. Para ellos no hubo tal compensación y más bien Juan Carlos le dio a guardar esos dineros que habian salido de la fundación Lucum, creada en un paraíso fiscal, la cual es sospechosa de hacer parte de un entramado de lavado de activos que el rey y sus abogados habrían establecido en aras de ocultar fondos obtenidos por él a través de tráfico de influencias. Corinna habría decidió quedarse con esa plata.
Lo más leído
Según aspectos de la demanda revelados por El País, en mayo de 2012, Corinna fue visitada en Londres por el general Féliz Sáenz Roldán, entonces director del Centro Nacional de Inteligencia. Enviado por el propio rey, asegura ella, este “amenazó su integridad y la de sus hijos”. Aunque reconoce que fue a verla en el Connaught Hotel, en el glamuroso Mayfair, donde ella se hospedaba, Sáenz Roldan niega que le haya hablado en esos términos insidiosos.
Corinna habla además de una reunión entre ella, el rey y su abogado, Dante Canónica, en septiembre de 2014, también en la capital inglesa. Esa vez, Juan Carlos, que ya había abdicado, volvió a hablarle de la devolución de los 100 millones. “El señor Canónica se mostró visiblemente sorprendido por las exigencias de su cliente”, se lee en la demanda. Tanto, que le expresó al monarca que “nunca le había dicho que los 100 millones de dólares o 64.8 millones de euros fueran otra cosa que una donación irrevocable y que él había procedido a preparar los documentos sobre esa base”.
Cuando el abogado remató que definitivamente él no podía albergar ninguna pretensión sobre ese capital, Juan Carlos quedó visiblemente disgustado. Tras el fin del encuentro, ese mismo día, llamó a Corinna y le dijo que nada bueno saldría de su renuencia a hacer lo que él le pedía.
Juan Carlos llegó a plantearle una alternativa: o le devolvía la plata o los regalos que le había hecho, a todo lo cual ella no accedió.
El acoso de su examante, cuenta Corinna, también se expresó en que mandó esparcir la historia de que ella le había robado dinero, solo con el fin de difamarla.
La alemana, que trabaja en relaciones públicas y ha tenido entre sus clientes a Alberto de Mónaco, asevera también que hubo un último encuentro entre ella, Juan Carlos y sus abogados en 2019. Esa vez ella siguió firme en su negativa y sus apoderados lo que hicieron fue informarle al rey Felipe VI, hijo de Juan Carlos, que figuraba como beneficiario de la fundación Lucum, de donde salieron los 100 millones, y de otra, Zagatka, que también haría parte del entramado de corrupción que es investigado por autoridades suizas y españolas.
Acto seguido, Felipe renunció a cualquier herencia de su padre, lo cual le enlodó más la imagen de Juan Carlos repudiado ahora por su propio hijo, mientras que las autoridades lo investigaban por sospechas de corrupción.
Sostiene, así mismo, que su apartamento en Mónaco fue ocupado por mercenarios durante seis semanas y que se robaron documentos y contratos. En Brasil, alguien intentó sacarla de la carretera y un hombre misterioso se presento de súbito en su hotel para decirle que estaba ahí para ayudarle a hacer las maletas. Detrás de todo eso ella ve la mano del rey emérito, como paso a llamarse Juan Carlos tras su renuncia.
Otra acusación que Corinna le lanzó es la de haberla mandado a espiar en Londres, seguimientos de los cuales puso en conocimiento a las autoridades en 2018 y se vio obligada a volver a hacerlo al año siguiente.
Hasta 2009, cuando se terminó su relación, Juan Carlos no solo puso a vivir bien a Corinna sino que además la involucró en sus funciones como jefe de Estado, así que algunas veces ella lo acompañó a sus viajes oficiales.
Hoy, ella asegura que él le dijo que si quería que dejara a Sofía para casarse con ella, debía trabajar, pues no tenía mucho dinero. El trato fue que él conseguía los contratos con sus buenos contactos y ella los ejecutaba y cobraba los honorarios. La alemana también ha hablado de la insaciable codicia de Juan Carlos y de cómo tenía una contadora de billetes en el palacio de la Zarzuela, por la cual pasaban los pagos que recibía de empresarios a cambios de favores. Asegura también que él mismo se encargaba de conseguir los contratos para el entramado de corrupción de su yerno, el hoy convicto Iñaki Urdangarin, esposo de la infanta Cristina. “Él no conoce los límites entre el bien y el mal”, ha declarado la mujer del emérito.
El bando de Juan Carlos, por su parte, afirma que ella es una trepadora, que chantajeó al rey para quedarse con su plata, entre otras recriminaciones.
En todo caso, Corinna ya tiene su lugar en la historia, pues se considera que fue el talón de Aquiles del reinado de Juan Carlos. Las cosas estallaron cuando apareció una foto del monarca luego de haber cazado un elefante en Botswana. Al paseo también fueron Corinna (su trabajo es organizar estas cacerías para los millonarios), su hijo Alexander y hasta su exesposo, el príncipe Casimir zu Sayn-Wittgenstein, que había hecho buenas migas con el rey.
España se indignó, tanto por la poco ecológica escena del elefante muerto, como por el hecho de que Juan Carlos estuviera dándose semejantes lujos cuando el país atravesaba una de sus peores crisis económicas. Ello, aunado al escándalo de Cristina e Iñaki, desembocaron en su abdicación.