PERSONAJE
Las duras confesiones de Demi Moore
La inolvidable estrella de Ghost destapa por primera vez en su nuevo libro de memorias su violación a los 15 años, su adicción a las drogas y el alcohol, y la depresión por el aborto de su bebé con Ashton Kutcher. Este artículo hace parte de la revista Jet-Set.
Demi Moore afirma que sus memorias, tituladas Inside Out, hacen parte del redescubrimiento de sí misma y que no le importa que su reputación se vea afectada por lo que cuenta en él.
En efecto, la publicación se volvió una de las más comentadas y vendidas en las últimas semanas, dado que la actriz se explaya, con “desgarradora honestidad”, en detalles hasta ahora desconocidos de las tragedias que la han perseguido desde que vino al mundo en Roswell, Nuevo México.
La infancia, cuando era Demi Gene Guynes, fue un presagio de los traumas que luego la acorralarían. Era hija de un par de exhippies, Dan y Virginia Guynes, que se veían a gatas para llegar al fin de mes y tenían una relación destructiva. Virginia estaba muy afectada emocionalmente e intentó varias veces suicidarse con sobredosis de drogas.
“Me acuerdo de mí misma usando mis pequeños dedos de niña para sacar las pastillas que mamá había tratado de ingerir, mientras mi padre le tenía la boca abierta y me decía qué hacer”, escribe sobre uno de esos episodios y concluye: “Algo muy profundo cambió ese día y nada volvió a ser como antes. Mi niñez se había acabado”.
“Cuando estaba jovencita, fui obligada a servir para algo. No habría sido amada de no ser así. Mi valor estaba ligado a mi cuerpo”
El presagio resultó cierto, pues su adolescencia y juventud tampoco serían un jardín de rosas. Quedó en choque al descubrir que Dan Guynes no era su padre biológico, sino Charles Harmon, un piloto de la fuerza aérea estadounidense que dejó a Virginia a los dos meses de casados y cuando ella aún no había nacido. A los 15 años fue violada, algo de lo cual no había hablado nunca, a los 16 se voló con un guitarrista y a los 17 lloró el suicidio de Dan.
A los 16, a la izquierda, dejó el colegio para iniciar su carrera en Hollywood, donde el prestigio de su belleza y su talento hicieron de ella una estrella de fama mundial.
En 1980 se casó con el músico Freddy Moore, de quien se divorció en 1985, pero conservó su apellido, ya que con él empezaba a ser reconocida en Hollywood. Pero no encontraba sosiego. Tenía problemas con la aceptación de su imagen, al respecto de lo cual comenta: “Cuando estaba jovencita, fui obligada a servir para algo. No habría sido amada de no ser así. Mi valor estaba ligado a mi cuerpo”.
Por eso desarrolló una obsesión con el peso y padeció el llamado “trastorno por atracón”, que la llevaba a comer sin control; pero no se provocaba luego el vómito, como sucede con la bulimia. También empezó a consumir cocaína y a beber en exceso.
Toda esa tristeza en la vida personal contrastaba con su buena estrella en el cine, en el cual empezó de adolescente. El primer éxito fue su rol de Jackie Templeton en la telenovela General Hospital, gracias a la cual empezó a suscitar interés en la prensa y el público. Luego vino un ciclo imparable de hits en el cine, que se inició con El primer año del resto de nuestras vidas y ¿Te acuerdas de anoche?
En 1990, con la recordada Ghost: la sombra del amor, el mundo se terminó de enamorar de ella y a los tres años la escandalosa Propuesta indecente le valió el lugar de estrella top de Hollywood, donde en 1996 fue la mejor pagada con los 12,5 millones de dólares que recibió por Striptease, descalificada por la crítica.
En los años 1990, Demi conformó una de las parejas más poderosas de Hollywood con el actor Bruce Willis. En la foto aparecen con dos de sus tres hijas, Scout y Rumer.
Todas las revistas se disputaban a Demi en sus portadas, pero nada como los desnudos que le hizo Annie Leibovitz para Vanity Fair, que elevaron mucho más su celebridad y estatus de símbolo sexual. De hecho, el retrato en que aparece embarazada de Scout, su segunda hija con Bruce Willis, es una de las portadas más resonantes y copiadas en la historia de las revistas.
Con el protagonista de Duro de matar, padre también de sus hijas Rumer y Tallulah, a propósito, conformaba una de las parejas calientes de la meca del cine y a ello le dedica una parte de Inside Out.
Con Ashton pudo gozar la juventud mucho más que cuando tenía menos años
De Bruce, por ejemplo, cuenta que no le gustaba que hiciera tantas películas, porque eso la alejaba del hogar, y que una vez la dejó intrigada al manifestarle que no sabía si quería estar casado. Los actores se divorciaron en 2000 y tras romances con colegas de menor edad que ella, como los amigos Leonardo DiCaprio y Tobey Maguire, causó revuelo su noviazgo con el principiante Ashton Kutcher, de 25, mientras que ella tenía 41.
La diferencia de edad fue la comidilla, pero Demi, quien se volvió la asaltacunas de mayor fama, anota que lo bueno de eso fue que con el actor pudo gozar la juventud mucho más que cuando tenía menos años.
Otro secreto que Moore destapa es que a los pocos meses de empezar a salir con Kutcher quedó esperando una niña, a la que pensaban llamar Chaplin Ray, pero tuvo un aborto espontáneo a los seis meses. La experiencia fue demoledora, cuenta, pues se culpaba a sí misma de la pérdida y buscaba evadirse de ello con el trago.
En 2005, ella y Ashton se casaron e intentaron concebir un hijo a través de drogas para la fertilidad, pero fue en vano. La frustración deprimió mucho más a la actriz, que cayó también en las redes del Vicodin, un opioide altamente adictivo.
En 2003 fue tildada de “asaltacunas” por su relación con Ashton Kutcher, 15 años menor que ella. Se divorciaron porque Demi descubrió que él le fue infiel.
En 2011 sufrió un nuevo golpe al saber que Ashton le fue infiel y partieron cobijas. Demi reconoce su fuerte tendencia a la dependencia de sus parejas y la ruptura con el actor la dejó sin piso. Su vida se volvió cada vez más alocada y estuvo en peligro de fallecer por las convulsiones que le causó fumar marihuana sintética e inhalar gas de la risa.
Sus millones de fans lamentaban cómo aquella mujer tan linda lucía ahora demacrada y acabada. Estaba tan mal, que sus hijas no quisieron saber nada de ella por largo tiempo.
“Mi vida se desmoronaba. No tenía carrera, ni una relación”, le dijo la actriz a The Times. Pero un tratamiento de rehabilitación hoy la tiene limpia de alcohol y drogas, y eso le ha permitido estar de nuevo cerca de Rumer, Scout y Tallulah, quienes, al igual que ella, han incurrido en el abuso de sustancias y tienen problemas de aceptación de su cuerpo.
“Ellas me dieron la oportunidad de comenzar a cambiar el patrón generacional”, explica la artista, convencida de que su misión y la de ellas es superar el karma que atormenta a su familia, sobre el que reflexiona: “El amor con que crecí era una necesidad aterradora y un sentimiento doloroso”.
A los 56 años, Demi cuenta que por fin encontró seguridad a través de un trabajo espiritual del que aprendió una lección que define como un verdadero regalo: “Soy la mejor compañía para mí misma”.
* Este artículo hace parte de la última edición de la revista Jet Set. Puede leer otros aquí.