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Dinastía de odio: El misterio del Asesinato de Maurizio Gucci

Con el asesinato de Maurizio Gucci, último heredero de la firma italiana, concluye la historia de una familia caracterizada por el lujo y la ambición.

8 de mayo de 1995
| Foto: AP

En Italia siempre se les comparó con los Borgia. Para nadie eran un secreto las tormentosas relaciones familiares de los Gucci, un apellido que se convirtió en símbolo de la moda italiana en el mundo. Y una dinastía que murió cuando Maurizio Gucci, el último de los herederos del imperio, fue asesinado por un sicario en Milán.


Pera el imperio Gucci ya no era un negocio familiar. Hace dos años Maurizio había vendido sus acciones a un grupo de inversionistas árabes. Con eso puso fin a los derechos de la familia en una empresa fundada por su abuelo, Guccio Gucci, un humilde portero de hotel, quien en los años 50 había logrado estampar sus iniciales en prendas usadas por la realeza, la aristocracia y el jet-set. Si bien sus hijos llevaron la doble G entrelazada como símbolo de lujo a los cinco continentes, sus nietos, batallando para controlar el imperio, lo destruyeron.


Detrás de ese emblema hay una historia de odios, intrigas y demandas, que comenzó en 1922, en Florencia, cuando Guccio Gucci montó con su esposa Aída un pequeño taller de maletas de cuero. Si sus bolsos han sido famosos -el primero de sus diseños está expuesto en el Metropolitan Museum de Nueva York- también su fuerte temperamento.- Hace unos años uno de sus nietos afirmó: "El abuelo ponía a pelear a sus hijos entre ellos sólo para comprobar que tenían sangre en las venas" Aún hoy en Florencia, a los gritos se les denomina ‘grito de Guccio‘.


Por cuenta de las constantes peleas, ninguno de sus hijos quiso trabajar con él. La única mujer, Grimaldina, abandonó el taller para casarse. El primogénito, Ugo, dejó la empresa para dedicarse a la política. Sin consultarle, Aldo y Vasco abrieron una tienda en Roma y el menor, Rodolfo, se dedicó al cine, desatando su ira. Después de la guerra, Aldo y Vasco abrieron una tienda en Nueva York y Rodolfo, otra, en Milán. Entonces Guccio les mandó un telegrama a todos sus hijos con el mismo texto: "Si no vuelven, los desheredo ". Ninguno volvió.


Con su muerte, en 1953, las acciones de la floreciente empresa se repartieron entre Rodolfo y Aldo. Para entonces la GG dorada era un sello de elegancia. Audrey Hepburn lució en la película Vacaciones en Rorna los famosos mocasines con hebillas. Grace Kelly puso de moda sus foulards. Desde la reina Isabel de Inglaterra hasta Jacqueline Kennedy eran clientes de la casa italiana. Al comenzar la década de los 80, el logotipo aparecía en toda clase de prendas y accesorios. Y mientras Rodolfo presidía la empresa en Milán, Aldo dirigía el negocio en Estados Unidos.


Pero los Gucci no sólo habían heredado un imperio sino también la mala sangre. En 1982, Paolo -hijo de Aldo- quiso abandonar la empresa para lanzar otra marca. Eso desató una verdadera batalla campal en la que hubo insultos y bofetadas. Poco después, para deshacerse de su padre, Paolo entregó a las autoridades documentos que condenaron a Aldo por evasión fiscal. Dos años después, al morir Rodolfo, la mitad de las acciones pasaron a su único hijo, Maurizio. Pero cuando llegó a la cabeza de la compañía sus primos lo acusaron de haber falsificado los títulos paternos. Para no ir a la cárcel, Maurizio huyó a Suiza.


En 1987, absuelto de las acusaciones, Maurizio regresó al ataque. Aldo se retiró y vendió sus acciones -50 por ciento- a Investcorp, su dueña actual. Maurizio, con casas en Nueva York, Roma, Milán y Saint Moritz, se hizo famoso por su espíritu despilfarrador. Finalmente, en 1993, agobiado por las demandas familiares, las deudas y los problemas financieros y fiscales, Maurizio también decidió vender. Entonces se dijo que obtuvo 180 millones de dólares por su participación. Sin embargo, tras el divorcio tuvo que entregar a su esposa y madre de sus dos hijas, exactamente la mitad de esa suma. Su asesinato, a los 48 años, abre un último capítulo de misterio en una historia de ambiciones y odios que según se ha afirmado, su ex esposa pretende ahora contar en detalle.