SOCIEDAD

Crece el escándalo sexual de Donald Trump

Dos mujeres más se suman a las denuncias contra Trump por su malabarismo sexual. Él amenazó a una con una demanda por 20 millones de dólares si llegaba a contar intimidades. Los casos están en manos de los jueces.

24 de marzo de 2018

"Es notable que un presidente busque 20 millones de dólares en reparaciones absurdas de una ciudadana que solo ha tratado de decir la verdad, un hecho sin precedentes en nuestra historia. Pero no vamos a desaparecer, no nos van a intimidar”. Con esas palabras, Michael Avenatti, el mediático abogado de Stephanie Clifford, conocida por su nombre porno Stormy Daniels, dejó en claro que no importa la cifra con la que Donald Trump y su abogado amedrenten a su clienta; ella seguirá hablando. Para probar que la primera medida abierta del presidente para acallar los relatos sobre sus infidelidades no ha surtido efecto, Daniels ya grabó una entrevista con Anderson Cooper pactada para salir al aire en el programa 60 Minutes este domingo en la noche. La expectativa es enorme sobre si esta saldrá o no al aire, pues los abogados de Trump habían logrado que un juez la trancara la semana pasada. En todo caso, como Stormy ha dado suficientes detalles sobre su encuentro, hay curiosidad sobre qué más puede decir.

Para ratificar que Clifford no miente, su abogado también compartió una imagen de hace siete años en la que ella se somete a un detector de mentiras que pasó con 99 por ciento de credibilidad. Lo hizo por pedido de la revista In Touch, a la que contó en detalle la historia de su affaire con Trump en 2011, pero que el medio finalmente decidió no publicar en ese momento por temor a las represalias del poderoso empresario. En esa entrevista, Daniels reveló que en 2006 conoció a Trump en un torneo de golf, y que tuvieron relaciones sexuales sin condón esa misma noche, cuando comenzó una relación de meses que duraría hasta 2007. Todo empezó apenas tres meses después de que Melania, esposa de Trump, dio a luz a Barron, el hijo más joven del magnate.

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En 2016, antes de que todo estallara, Stormy era un cabo suelto en épocas de campaña electoral. Por eso, el abogado Michael Cohen le hizo firmar un contrato por el cual le pagaba 130.000 dólares a cambio de su silencio. Precisamente, a ese texto se aferra Trump ahora para amenazar a la actriz con demandarla por 20 millones en daños y perjuicios. El contrato estipulaba que por cada vez que tocara el tema tenía que pagar un millón de dólares. Como se ha referido al mismo 20 veces, la matemática es sencilla. Por su parte, ella y su abogado se aferran a que el acuerdo es nulo, pues Trump ni siquiera lo firmó; y a eso suman que cuando el abogado de Trump mencionó dicho pago a la opinión pública, sin especificar la razón, también rompió el acuerdo y le abrió la puerta a Stormy para hablar. Para algunos académicos, aparte de lo mal que se ve, el que ese pago se haya realizado dos semanas antes de la elección puede ser considerado ilegal según normas electorales. Otro problema más para Trump.

Cuando The Wall Street Journal destapó la historia en enero, In Touch desenterró la entrevista completa y expuso el sórdido romance porno del ahora presidente. Hoy, pocas semanas después, a esta revelación se suma que Trump tenía un affaire paralelo con la conejita Playboy Karen McDougal. Esta, como Stormy, quiere hablar y libra su propia lucha legal para hacerlo.

‘Affaires’ y acosos

En medio de una coyuntura turbulenta, en la que el fiscal especial Robert Mueller investiga a Trump por sus nexos con Rusia y en la que quedaron expuestas las estrategias para manipular la información de millones de estadounidenses en beneficio de su campaña, todavía parece que a Trump todo le resbala. Aun así, el diario The New York Times sacó un artículo titulado: “El verdadero problema de Trump no es Mueller, sino Stormy”. En otras palabras, nadie sabe hasta dónde llegarán los escándalos sexuales del presidente de Estados Unidos, no solo con Stormy, sino con muchas otras.

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Unas de estas otras es la ex conejita Playboy, Karen McDougal, quien tiene una historia con Trump casi igual y paralela a la de Daniels. McDougal también se acostó con el magnate, también firmó un contrato y también recibió una fuerte suma, 150.000 dólares por la exclusividad de su historia. La diferencia entre los dos casos es que a McDougal le pagaron diciendo que era para publicar su affaire y en realidad era para todo lo contrario: enterrarla con el fin de que jamás saliera a la luz pública. Ahora la conejita demanda la validez de ese contrato de exclusividad con American Media, Inc. (AMI), la compañía matriz del diario sensacionalista The National Enquirer, que le pagó 150.000 dólares. Argumenta que la engañaron, que ella creyó que estaban interesados en publicar su historia, y no tenía conocimiento de las intenciones políticas de ayudar a Trump a ganar las elecciones.

En la revista The New Yorker, Ronan Farrow desnudó esta estrategia, aclarando que David Pecker, presidente de AMI, es un íntimo amigo de Trump, y que quería protegerlo. Además, disfrazó ese engaño al ofrecerle a McDougal unas columnas de salud y fitness, varias portadas en sus revistas y otro tipo de zanahorias. McDougal le dijo a Farrow que se arrepentía de haber firmado ese acuerdo, pues le quitó todo derecho a la palabra. “Sentía que no podía hablar de nada sin meterme en líos, me daba miedo decir su nombre incluso”. Su abogado de aquel entonces, también involucrado en el pago a Stormy Daniels, presionó a McDougal para que firmara cuanto antes. Trabajaba simultáneamente ambos casos.

En medio de una situación personal delicada e inspirada por el movimiento #MeToo, McDougal habló sin tapujos. El jueves compartió con Anderson Cooper detalles de la relación sexual que tuvo con Trump, que coincidieron con los que Stormy reveló. El mismo hotel, las mismas mañas, los mismos comentarios y las mismas ofertas. A las dos les ofreció un apartamento de regalo, lo cual no es un mal incentivo para acelerar el proceso., a ambas les ofreció dinero después de tener sexo por primera vez, y a las dos les dijo que le recordaban a su hija Ivanka por su combinación de belleza e inteligencia. McDougal aseguró que se acostó decenas de veces con Trump y, entre lágrimas, le pidió disculpas a su esposa.

Sobre la estrategia de AMI, la poderosa empresa que le hizo el favor a Trump, el abogado de McDougal sentenció: “Una compañía avaluada en miles de millones de dólares, que posa como una organización mediática, intimidó sistemáticamente y silenció a mi cliente para su propio interés financiero y político. Ella no seguirá en silencio. Confiamos en que el mal llamado contrato quedará invalidado y ella podrá seguir adelante con su vida”.

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Como si no tuviera suficiente con Stormy y con McDougal, una tercera mujer, Summer Zervos, lo acusó de acoso y posteriormente lo demandó por difamación. Trump, además de llamarla mentirosa, la pordebajeó tanto que los abogados de la mujer están usando las propias palabras del presidente para dar piso a esa demanda. En otras palabras, el acoso no era demostrable, pero el insulto sí. La juez falló a favor de Zervos y declaró que nadie está por encima de la ley. No se conoce aún el final de este mano a mano judicial, pero es un hecho que el presidente tiene la obligación de comparecer ante un juez, lo cual no tiene muchos antecedentes.

Parece claro que la opinión pública les cree más a las mujeres que al presidente. Para financiar sus gastos legales, Stormy Daniels abrió una colecta pública por internet. En la primera semana ya había recaudado alrededor de 300.000 dólares.