Una joven cantaba por dinero en una calle de París. La mayoría de los transeúntes seguía su camino sin reparar en la fuerza de su voz. Hasta que pasó por ahí Louis Lepleé, el dueño de un cabaret. Fue él quien la convirtió en Edith Piaf, la mítica cantante francesa. Han pasado 50 años de su muerte y el mundo aún la recuerda por sus canciones de desamor y su voz desgarradora. De las calles y los clubs nocturnos de París, Piaf pasó a presentarse en los más grandes escenarios internacionales, donde cada vez miles de personas la recibían con estruendosos aplausos.
Pero junto al éxito, su vida estuvo marcada por las drogas, el alcohol, los escándalos y la tragedia. El amor de su vida fue el boxeador Marcel Cerdan, quien murió en un accidente aéreo camino a encontrarse con Edith en Nueva York. La cantante, deprimida, comenzó a beber más que nunca y se volvió adicta a la morfina. Cuando murió, en Grasse, Provenza, apenas tenía 48 años pero parecía ya una anciana, muy delgada y deteriorada. Medio siglo después su voz sigue sonando con la misma fuerza que conquistó a Lepleé en 1935.