Gente
El doble duelo de Mabel Lara por la muerte de Milan Kundera; alguien muy cercano a su vida llevaba ese mismo nombre
La periodista manifestó en redes la gran admiración que siente por el desaparecido escritor checo.
Este miércoles el mundo conoció la noticia de la muerte del escritor de origen checo y nacionalizado francés Milan Kundera, a sus 94 años. Un autor que siempre fue un eterno candidato al Nobel de la Literatura, cuya trayectoria le mereció el gran premio de la Academia Francesa y que dejó una larga estela de éxitos en las letras, siendo quizás el más universal su novela La insoportable levedad del ser, publicada en 1984.
Se trata de una historia de amor en medio de la represión y de la burocracia. Y una novela que le dio gran reconocimiento al autor, junto a otras como La lentitud, La identidad, La ignorancia y La fiesta de la insignificancia, todas escritas en francés.
La muerte del escritor ha generado reacciones en todo el mundo. En Colombia, una periodista en especial manifestó su pesar por la pérdida del autor. Se trata de Mabel Lara, gran apasionada por la literatura, quien asegura que Kundera siempre ha sido uno de sus escritores favoritos.
En su cuenta de Twitter, la también expresentadora contó que el amor por uno de los narradores más importantes del siglo XX era tal que incluso bautizó a su mascota, un perro labrador, con ese mismo nombre. Pero el animal, dice la periodista, falleció hace solo unos pocos meses.
“Se va uno de mis escritores favoritos, tal vez se lo llevó mi amado perro, al que le había puesto su mismo nombre y falleció hace apenas tres meses. Se va Milán Kundera, pero nos queda La insoportable levedad del ser, La broma y El festín de la insignificancia. ‘Quien busque el infinito, que cierre los ojos.’ #MilanKundera”, se lee en un trino de la comunicadora caucana, quien llamó a su mascota un “ángel perruno”.
Justamente, Lara compartió semanas atrás el dolor de su familia tras la muerte de Milan Kundera con una emotiva publicación en Instagram: “Mi perro ha muerto. Lo enterré en el jardín junto a una vieja máquina oxidada. Allí, no más abajo, ni más arriba, se juntará conmigo alguna vez. Ahora él ya se fue con su pelaje, su mala educación, su nariz fría. Y yo, materialista que cree en el celeste cielo prometido. Para este perro o para todo perro, creo en el cielo, sí, creo en un cielo donde yo no entraré, pero él me espera ondulando su cola de abanico para que yo al llegar tenga amistades.”
Se va uno de mis escritores favoritos, tal vez se lo llevó mi amado perro, al que le había puesto su mismo nombre y falleció hace apenas 3 meses.
— Mábel Lara (@MabelLaraNews) July 12, 2023
Se va Milán Kundera pero nos queda la insoportable levedad del ser, la broma y el festín de la insignificancia.
"Quien busque el… pic.twitter.com/4kvrTxzLIZ
Un autor admirado por millones
El éxito le llegó a Kundera en los años ochenta y a manos llenas: con traducciones a decenas de lenguas y hasta adaptaciones cinematográficas.
El propio autor, con algo de sorpresa, vio cómo deslumbraba a millones de lectores con un mundo narrativo bastante particular: “una literatura culta y a la vez legible que combinaba el placer del relato, tras años de arideces experimentalistas, con la novela de ideas. Descubrió también para muchos Europa central en víspera del momento definitivo de toda una generación de europeos: la caída del Muro de Berlín”, tal como lo recoge en sus páginas El País de España.
Tras conocerse la muerte del autor, quien falleció el martes, pero cuya noticia solo trascendió este miércoles, sus millones de seguidores se enteraron de que su salud se había deteriorado en los últimos tiempos y que incluso había perdido la memoria por completo.
Al Kundera —que insistía en que la única descripción biográfica de sus libros fuera: “Nació en Checoslovaquia. En 1975, se instala en Francia”— le sobrevive su esposa, Vera. La pareja no tenía hijos, pero a cambio contaban con un nutrido grupo de amigos y admiradores en París, donde el autor vivía desde principios de los años ochenta.
Hasta hace unos años, todavía se le podía ver pasear por las calles del distrito VI, cerca del hotel Lutetia, la calle Cherche-Midi y el Jardín de Luxemburgo. Pero la desmemoria lo alejó de todos y se dedicó a envejecer hasta que la muerte lo sorprendió con 94 años este 11 de julio.