PERSONAJE

‘Thriller’ presidencial

Bill Clinton y James Patterson escribieron ‘The President is Missing’ a cuatro manos. El exmandatario no dejó nada a la suerte en su primer libro de ficción y, junto al escritor más prolífico y millonario del siglo XXI en Estados Unidos, se apuntó a un ‘best seller’.

9 de junio de 2018
Bill Clinton estuvo en la Casa Blanca por dos periodos junto a Al Gore, y añadió al libro todo su experiencia y detalle.

Por la fuerte injerencia de los expresidentes en la vida política de Colombia, ver a Barack Obama sonriente en un yate o firmando acuerdos para producir material audiovisual y a Bill Clinton escribir libros de ficción produce algo de envidia. Pero si bien casi no participan en los debates nacionales, no están exentos de un duro escrutinio de la opinión cada vez que salen a la luz pública.

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En efecto, en medio de la gira de prensa que realiza para publicitar su primera novela, The President is Missing, la prensa se ha encargado de recordarle a Bill Clinton sus escándalos. En su primera gran entrevista, en el programa Today de NBC, Clinton no alcanzó a responder dos preguntas sobre su escrito cuando su escándalo sexual volvió para atacarlo en la era del #MeToo: “¿Le ofreció disculpas personales a Mónica Lewinsky?”, le preguntó el presentador con insistencia, al borde de sacar de casillas al otrora maestro de proyectar un aura imperturbable. El expresidente aseguró que no sentía la necesidad de haberlo hecho y que se había disculpado públicamente por el doloroso episodio. Luego se salió por las ramas al añadir que sabía que el proceso de impeachment en su contra no surtiría efecto, y que los medios trataban mejor a Barack Obama que a él. Clinton no quedó bien parado, lució atropellado por el momento histórico, pero tampoco alcanzó para descarrilar las ventas de su libro.

Bill, que tiene más fases que la luna, sigue sumando: exgobernador estrella de Arkansas, polémico expresidente de Estados Unidos, marido de la poderosa política y candidata Hillary Clinton, conferencista, escritor de libros autobiográficos y de inspiración como My Life, Giving y Back to Work, y admirador confeso de Gabriel García Márquez, asume esta nueva etapa literaria con cierta naturalidad. Su olfato, ha explicado, nace de su pasión inagotable por la lectura: “Literalmente he consumido miles y miles de ‘thrillers’ y novelas políticas”. A juzgar por las críticas y las reseñas, el experimento no ha salido nada mal. Los comentarios elegidos para la contratapa de un libro suelen ser algo inflados, y en este caso uno califica a la novela como “El día del Chacal del siglo XXI”. Pero medios de comunicación como el diario The New York Times y The Times de Londres, entre otros, le han dedicado un buen número de páginas. Porque más allá de la relevancia del expresidente literato, su obra parece entretenida y cautivante.

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Pero fiel a sus instintos, Clinton se aventuró al mundo de la literatura con un coequipero poderoso, un salvavidas probado. Desde el inicio del proyecto anunció que escribiría a cuatro manos con James Patterson, un autor poco conocido en Colombia, pero un gigante del mundo editorial estadounidense. Desde 2011 Patterson puntea con regularidad la lista de Forbes de autores que más facturan (en 2017 solo quedó de segundo, detrás de J. K. Rowling) y la lista de las celebridades más ricas de Estados Unidos. Empezó con libros para niños y ha creado un emporio y un sistema que desde afuera puede parecer extraño, pero que le funciona como un reloj suizo.

Patterson es una industria. Escribe a un ritmo frenético y solo descansa durante los festivos. Pero además, como lo hicieron artistas como Auguste Rodin (en la escultura), entrena y emplea a quienes quieren seguirle los pasos. En este caso se trata de escritores a los cuales Patterson les enseña los trucos del mundo editorial, a escribir a su estilo, y quienes, en consecuencia, escriben con él, como él y para él. Tanto, que aunque él produce el argumento, delinea sus personajes y plantea su desarrollo, otros se encargan de escribirlos

El sistema puede ser criticable, pero el resultado asombra. Patterson produce un promedio de 10 libros por año, y ya ha vendido cerca de 400 millones de copias. Es el único autor que ha liderado la lista de best sellers de The New York Times con textos infantiles y adultos al mismo tiempo, un hecho que explica parcialmente su récord de 67 best sellers número uno en esa prestigiosa lista. El resto de la ecuación no es un secreto para nadie: mantiene sus capítulos cortos, los cierra con situaciones límite, y así mantiene a la gente intrigada. Por esta razón, mientras publicaba para la editorial Random House, esta le creó un eslogan: “James Patterson, las páginas se pasan solas”. Por esto ha dejado en el camino de las ventas a John Grisham, Dan Brown y Stephen King y ha amasado una fortuna de casi 750 millones de dólares.


En el ‘tour‘ que da para promocionar la obra, ha tenido que lidiar con el escandaló de Mónica Lewinsky. Confesó que núnca se disculpó con ella.  

Patterson, antiguo redactor publicitario, celebra su método. En una entrevista con el diario The Telegraph anotó que la salsa de tomate es muy popular porque toca varios sabores a la vez. Es dulce, algo amarga, ácida, salada… “Me gusta la idea de ser salsa de tomate y satisfacer a un montón de gente. No quiero escribir tofu”. Y sobre sus coautores, asegura que estos le agradecen la oportunidad, y luego por su cuenta salen a triunfar.

Túneles presidenciales

“El ‘thriller’ que solo un presidente podía haber escrito”, dice la frase de expectativa que seguramente surgió apenas se firmó el acuerdo entre los dos autores y sus casas editoriales. No pasaron dos días después del lanzamiento y la cadena Showtime anunció que había comprado los derechos para llevar la historia a la pantalla chica en forma de serie.

Clinton y Patterson aseguran que no se trata de un libro político, y que su thriller es una “carta de amor a su país”. La trama plantea algo así: un devastador virus cibernético amenaza Estados Unidos y su presidente Jonathan Lincoln Duncan, un héroe de guerra, entra en la clandestinidad para tratar de aplacar la crisis por su cuenta. En parte, lo motiva su responsabilidad, pero también un sentido de dolor que nace de haber perdido a su esposa por una enfermedad. El lector va descubriendo de a pocos que hay un enemigo dentro de la Casa Blanca, cercano al presidente, y también un personaje que cautiva más que ninguna, la sicaria Bach, una mujer devota a la música clásica que ha asesinado generales, activistas, políticos y empresarios en todos los continentes.

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Así, apela a esos valores que un presidente debería personificar: el sacrificio por el bien común y la competencia. Josh Glancy, en el diario The Times, asegura que “me recuerda la manera en la que Shakespeare usaba sus obras de teatro para emitir advertencias sobre la Inglaterra isabelina”. Glancy añade que Patterson apuntó a hacer de este el mejor thriller presidencial de la historia, y no dudó ni un segundo en sumarse, pues podía aprovechar toda la experiencia de Clinton. Este pasó ocho años en la Casa Blanca y conoce sus túneles y recovecos como muy pocos, así como el peso de las responsabilidades de tal cargo, para darle el toque de autenticidad que les permite a los lectores entregarse al relato. Ahora queda en manos de un público que se debate entre ver a Clinton como el depredador sexual que pinta Fox News o como el expresidente arrepentido que describen algunos demócratas fieles a su clan.