Sepelio real
El príncipe Felipe duró 16 años diseñando su propio coche fúnebre
Se trata de un Land Rover Defender TD5 130 de inspiración militar, cuyas modificaciones el príncipe supervisó directa y sigilosamente. La historia verdadera permaneció oculta hasta hoy.
“Solo ponme en el maletero de un Land Rover y llévame a Windsor”. Así solía decirle el príncipe Felipe a la reina Isabel cuando hablaban de su sepelio. Intentaba darle a entender que no quería mucho alboroto para sus honras fúnebres y si bien las frases eran otra muestra de su irreverencia, no hablaba para nada en broma.
El cajón mortuorio del esposo de la reina recorrió a paso lento los ocho minutos de distancia entre el castillo de Windsor y la capilla de St. George en un Land Rover Defender TD5 130, un modelo que él mismo mandó a modificar a su gusto y medida.
Según páginas especializadas como Car and Driver, este prototipo es uno de los favoritos de la familia real, los nobles y los millonarios del Reino Unido durante sus partidas de caza en sus extensas propiedades.
El Daily Telegraph informó, luego de una semana de versiones diversas sobre el singular coche mortuorio, que hasta ahora se viene a saber que el duque de Edimburgo pasó 16 años haciéndole adaptaciones de manera discreta.
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Por ejemplo, él mismo diseñó la sección trasera descubierta para que reposara un ataúd. Sus precisas especificaciones incluían unas empuñaduras de goma sobre pasadores metal que cumplían la misión de mantenerlo asegurado y evitar que se moviera.
Además, eligió la pintura verde bronce oscuro, muy usada en los Land Rovers militares. Fue un indudable guiño a su largo vínculo con las fuerzas armadas desde los 18 años. No hay que olvidar que sirvió con honores en la Segunda Guerra Mundial.
Los ajustes finales, continuó el Telegraph, los hizo en 2019, al cumplir 98 años.
Un plan de más de una década
Todo comenzó en 2003, cuando el duque se lanzó a la creación del carro mortuorio en colaboración con Land Rover, marca a la que fue fiel toda su vida.
Felipe era un hombre práctico, de múltiples talentos e intereses y uno de ellos era el diseño. Así, esta particular pieza utilitaria, robusta, con sus llantas para tráfico pesado y estructura angular, es una digna expresión de su personalidad.
Otros detalles del auto son sus ejes verdes a juego con la pintura, rejilla frontal negra y cabina sencilla para el conductor y un acompañante. Como todos los vehículos de la reina, no lleva placas de identificación.
“El Land Rover siempre hizo parte de los planes originales (del sepelio) aprobados por el príncipe”, dijo un vocero del palacio, que también informó que la máquina, que nunca había sido vista en público, siempre estuvo bajo el mantenimiento de Land Rover en coordinación con las casa real.
Fuentes no oficiales han asegurado que en realidad el príncipe preparó dos opciones del mismo modelo, este verde y uno negro, pero el primero fue finalmente el escogido.
También se supo que en febrero, cuando Felipe fue hospitalizado, los ingenieros del Royal and Mechanical Engineers (REME), un cuerpo que se encarga del mantenimiento de todos los autos de las fuerzas armadas, empezaron a trabajar para asegurarse de que el carro estuviera listo en caso de una eventualidad.
Ante la noticia de que estaba muy grave, los técnicos intensificaron los preparativos como el reemplazo de partes y la revisión de todos los demás automóviles que tomaron parte en el cortejo.
Según lo manifestó un experto en automóviles de la realeza, “Felipe se pasó la vida en los Land Rover”, así que fue perfectamente apropiado que fuera uno de sus modelos el que lo llevara en su camino final hacia su tumba en la cripta de St. George.
Se cree que el duque de Edimburgo fue dueño, alquiló o al menos manejó un auto de cada generación de la firma. De hecho, la prefirió desde los años 50, cuando aún no era tan conocida ni desarrollada como hoy.
En su eterno recorrido por el mundo no fueron pocas las veces que él y la reina recibieron el saludo de las multitudes a bordo de un Land Rover.
En 2016, causó sensación el momento en que el consorte real iba al volante del auto en que condujo al presidente Barack Obama, su esposa Michelle y la reina por los terrenos del castillo de Windsor. Ese auto era también un Land Rover.
De la marca era el ejemplar en que sufrió un accidente en los alrededores de Sandringham. Desde ese momento se vio obligado a renunciar a conducir, a los 97 años.
Los planes para su muerte, conocidos con el código Operation Forth Bridge, databan de los años 60 e incluían una amplia participación del público.
Debido a la pandemia fueron modificados y nada más 30 miembros de la familia Windsor fueron testigos de excepción, aparte de los vistosos regimientos marciales que escoltaron los despojos mortales del que fue uno de los personajes definitivos de la realeza en el último siglo.