Realeza
El príncipe Felipe es venerado como un dios en una isla del Pacífico Sur
Con varias semanas de fiestas, nativos del archipiélago de Vanuatu le rendirán homenaje al esposo de la reina Isabel II, a quien veían como su mesías.
Si el Reino Unido tardará largo tiempo en reponerse de la consternación por la muerte de Felipe de Edimburgo, a miles de kilómetros de allí, en la pequeña isla de Tanna, sucederá algo similar, a pesar de que él estuvo cerca, pero nunca puso un pie en este remoto paraíso de Oceanía.
A estas horas, las mujeres de la tribu kastom están sumidas en el dolor, que expresan con gemidos rituales, en tanto que los hombres solo callan y miran al piso, también en señal de máxima conmoción.
Sin embargo, están sacando fuerzas para sacrificar cerdos, gallinas y otros animales que harán parte del festín con el cual le rendirán tributo a Felipe.
Las mujeres también están preparando para la celebracion grandes cantidades de patata, uno de sus principales cultivos además del banano.
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A fin de cuentas, durante décadas los cerca de 400 habitantes de la aldea de Yaohnanen han creído que, gracias a la intercesión divina de Felipe, sus cosechas han sido buenas y abundantes.
Así mismo, todos están alistando sus mejores galas, para congregarse en la fiesta que tendrá lugar alrededor del nakamal, la choza donde los hombres se reúnen para tomar kava, el licor local.
Allí, en un lugar destacado y visible para todos, se verán las fotos que Felipe les envió durante la curiosa y significativa relación que tuvo con los lugareños, una de las más especiales de que se tenga noticia en la historia de la familia real británica.
Los habitante de Yaohnanen no son los únicos en las isla de Tanna que lloran el deceso del duque de Edimburgo, quien falleció la semana pasada en el Castillo de Windsor, cuando solo le faltaban dos meses para cumplir un siglo de vida. La aldea de Yakel se prepara también para rendirle un regio tributo, mientras que deciden el rumbo que tomará su secta, el Prince Philip Movemen.
Pero, ¿por qué tanto fervor por un hombre a quien nunca conocieron en persona?
Como informa la prensa de Londres, todo comenzó en los años sesenta, cuando Vanuatu, un archipiélago de unas 83 islas e islotes en el Pacífico Sur, se llamaba Nuevas Hébridas, era una colonia anglo-francesa y recibió la visita de Isabel y Felipe.
Específicamente, estuvieron en Port Vila, la capital y cuando los nativos de Tanna vieron fotos de los ilustres huéspedes quedaron impresionados con Felipe, por haberse casado con una mujer blanca poderosa al otro lado del mundo.
Ello les recordó una leyenda propia de sus creencias religiosas, que habla de un guerrero “cara pálida”, hijo del espíritu de un volcán.
Un día, él se marchó y se unió a una mujer muy prominente en tierras lejanas, de las que habrá de retornar un día como una especie de mesías.
En 1974, la pareja real volvió a Vanuatu y varios integrantes de la comunidad, comandados por el jefe de Yaohnanen, Jack Naiva, remaron 240 kilómetros en canoa hasta Port Vila, para unirse a la bienvenida que la colonia les rindió cuando desembarcaron del yate real Britannia.
Al verlo en persona, Naiva se convenció de que él era ese esperado mesías, se lo comunicó a sus paisanos y la creencia se extendió tanto en su aldea como en la de Yakel.
Para ellos, él había sido enviado por los cielos para proteger su isla y para traerle buena suerte a la gente. En especial, le rezan para que los salve de las inclemencias de los ciclones, que son muy comunes en esta parte del mundo.
En Gran Bretaña, Felipe sabía muy bien de la admiración de los aborígenes por él en Tanna, así que, durante varios años, les envió fotos suyas enmarcadas.
En 1980, cuando Vanuatu se independizó, le mandaron un nal-nal, la lanza que usan para cazar cerdos, y le pidieron que se tomara una foto con ella y se las enviara.
“¿Cómo diablos se lleva un nal-nal?”, se preguntó el príncipe durante la sesión fotográfica, pero, de todos modos, les dio gusto y al recibir la imagen ellos la volvieron centro del culto, junto con las demás que aún conservan de él.
Yapa, el líder actual de Yaohnanen, le declaró al Daily Mail: “La conexión entre el pueblo de Tanna y el inglés es muy fuerte. Le enviamos nuestros mensajes de condolencia a la familia real”.
Por su parte, el jefe de la aldea de Yakel, Albi, le manifestó a la agencia AFP que “el espíritu de Felipe ha dejado su cuerpo, pero aún vive. Todavía es muy pronto para decir dónde residirá”.
Ellos también le enviaron un mensaje confidencial a la reina Isabel con motivo del fallecimiento de su esposo.
Antropólogos creen que el Prince Philip Movement, como se llama la secta, es una manera que ha encontrado este pueblo, que vive muy apartado, de establecer una conexión espiritual con el mundo exterior.
Citan el caso de otras aldeas de Tanna, en la cuales existe el John Frum Movement, un culto similar que se basa en la aparición de un extranjero “cara pálida” en los años 30.
En cuanto a los seguidores de Felipe, se quedaron con el sueño no cumplido de verlo aparecer en su isla, pero ahora creen que él dejó instrucciones precisas para su protección.