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El rey Carlos y el exmarido de Camila, amigos del alma
Andrew Parker Bowles vivía orgulloso de que su primera esposa fuera la amante del futuro rey de Inglaterra.
¡Qué civilizados!, exclamaría cualquiera al escuchar las historias sobre cómo, lo que fue el conflicto pasional más célebre del planeta, terminó en un apacible valle de buena onda y nietos compartidos. Si alguien cree que Andrew Parker Bowles vive amargado por los cuernos que Camila le puso hace más de treinta años con Carlos, está muy equivocado. Es más, de acuerdo con la biógrafa de la realeza, Tina Brown, él era el típico “cornudo contento”, pues le fascinaba la idea de que ella se estuviera acostando con nadie menos que el futuro rey de Inglaterra.
Otra verdad es que Parker Bowles nunca fue un desconocido para el rey. Mucho antes de que Camila apareciera en el escenario, primero lo conoció en su propia casa porque era hijo de Derek Bowles, un militar de carrera, de sangre aristócrata, muy amigo de la reina madre, la abuela con quien Carlos tenía un lazo muy profundo.
La reina madre Elizabeth hizo de Andrew su favorito desde pequeño. Por eso, no fue raro que, a los trece años, oficiara de paje durante la coronación de su hija, Isabel II. Criado católico, estudió en la Academia Militar de Sandhurst, la misma a la que asisten los hijos de la nobleza y las monarquías del mundo. Ya como militar, la abuela del rey se ocupó de tenerlo siempre cerca de ella y de la realeza, fuera como miembro de la Household División, o guardia privada de la reina, de quien fue además Silver Stick, es decir, uno de sus guardaespaldas principales.
De otro lado, Carlos y Andrew pudieron ser cuñados, si el romance del segundo con la princesa Ana, hermana del rey, hubiera prosperado. No se casaron, pero siguen siendo amigos tan cercanos que Parker Bowles a veces representa a la princesa en ciertas ocasiones.
Parker Bowles y Camila se conocieron en 1966, durante el pleno Swinging London, en una fiesta. Las malas lenguas, que a veces son las mejor informadas, afirman que ella llegó con un novio y se fue con otro, Andrew. Desde entonces comenzaron una tempestuosa relación. “Llevaban una muy lujuriosa y saludable vida juntos”, declaró una amiga de ella en el libro Camilla: An Intimate Portrait, de Rebecca Tyrrel. Otra fuente lo corroboró: “El gran regalo de él para las mujeres era el convencimiento de que la sexualidad era saludable”.
Ese atributo, aparte de su apostura, hacía de Parker Bowles el soltero más codiciado de la época y no se cohibía de disfrutarlo mientras era novio de Camila, cuyas amigas, todas, pasaron por su cama. Una de ellas, Lady Caroline Percy, relató que ella una vez la arrinconó para hacerle el reclamo y le contestó: “Podrás tenerlo de vuelta cuando acabe con él”.
“Su poder sobre las mujeres era extraordinario. Las mujeres no vacilaban en creer lo que él decía”, le dijo otra exnovia a Tina Brow. Sin embargo, también era cierto que, de un momento a otro las desechaba. “Podía ser totalmente despiadado en ese sentido”.
La propia Camila no se escapó de ese trato y no son pocos los expertos en la familia real que creen la versión de que ella emprendió su romance con Carlos, hacia 1970, para darle celos a Andrew.
Pero eso no resolvió nada, sino que fue el padre de la novia, el mayor Bruce Shand, quien tomó cartas efectivas en el asunto. Para presionar al renuente militar a que le propusiera matrimonio, anunció el compromiso en The Times y asunto resuelto. Años más tarde, Shand también le insistió a Carlos para que hiciera de su hija una mujer decente, casándose con ella, lo que sucedió en 2005.
A la boda de Andrew y Camila asistieron la reina madre y Ana. Carlos estaba fuera del país como miembro de la Real Armada, pero al volver estrechó sus lazos con los Parker Bowles, al punto que se hizo nombrar padrino del hijo mayor de los dos, Tom, y no salía de su casa, Bolehyde Manor, una mansión medieval.
De acuerdo con Brown, Camila mantuvo vivo el contacto con Carlos y la tensión sexual entre ellos, como una especie de póliza de seguros contra las infidelidades de su marido. Así, se tomaba la libertad de vetar a las novias del hijo de la reina, hasta que, según sus propias palabras, le dio su aprobación a Lady Diana Spencer. Incluso, fue en el jardín de la casa de los Parker Bowles que Carlos le propuso matrimonio a la aristócrata en 1980.
En principio, las dos parejas hacían muchos planes juntos. Diana trató de hacerse amiga de Camila, pero cuando Carlos le confesó que habían sido amantes, la detestó para siempre, se obsesionó con ella y se desató la tragedia conyugal ampliamente conocida.
Lo que poco se conoce es lo que pasó después entre Camila y su marido. Cuando Carlos confesó en el documental ‘Charles: The Private Man, the Public Rol’, su infidelidad, Andrew decidió divorciarse de ella.
Sin embargo, nunca hubo animosidad entre ellos, lo cual hacía que muchos no creyeran los chismes del adulterio. Por eso, han seguido siendo no simples amigos, sino personas clave en la vida de cada cual. “Si ella hace algo malo, Andrew se lo hace ver, y si él no se comporta (lo que sucede a menudo), ella hace lo propio”, aseguró otro amigo a uno de los biógrafos de la reina.
Andrew se casó luego con Rosemary Pitman, junto con quien, a menudo, atendía a Carlos y Camila en su casa. La pareja real hacía lo propio con los Parker Bowles, que figuraron en su lista de invitados a su boda. Cuando Pitman murió, en 2010, Camilla estaba realemente compungida, informó The Times.
A Andrew y Charles los unió en el pasado la pasión por el polo, pero ya no lo practican. Ahora, su devoción en común son los nietos de los Parker Bowles, hijos de Tom y Laura Parker Bowles. De hecho, Carlos ha gozado más el papel de abuelo con ellos que con los retoños de sus hijos, William y Harry.
En la relación de invitados a la Abadía de Westminster el 6 de mayo, muchos parientes cercanos de Carlos resultaron descabezados, pero sí hubo un lugar para Andrew, quien este sábado estará allí para ser testigo de algo impensable hace tres décadas: la coronación de la exesposa que él mismo arrojó a los brazos de su amante.