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“Ella es narcisista y Harry tiene síndrome de Estocolmo”: se despacha la hermana de Meghan Markle
La medio hermana de la exactriz siempre ha sido un dolor de cabeza en su vida. Cuando Meghan abrió su corazón sobre su sufrimiento en la realeza, Samantha solo destiló veneno.
“Siento de verdad pesar por Harry”, aseguró Samantha, la media hermana de Meghan Markle, en entrevistas este lunes. La reacción ante las desgarradoras revelaciones de la vida de la exactriz en la realeza le suman aún más escándalo al tsunami creado por la entrevista de la pareja con Oprah.
Meghan recibió apoyó de muchas personas, incluida la Casa Blanca, que la elogiaron por hablar públicamente de problemas tan duros como los pensamientos suicidas y la salud mental, pero de su hermana solo recibió veneno.
“Siento que sufre de un desorden de personalidad narcisista. No quiero diagnosticarla. Ella tiene que ir a un psiquiatra por su cuenta”, aseguró Samantha. Para ella, Meghan tiene problemas psicológicos y el príncipe Harry solo está deslumbrado por sus encantos y sufre de un “síndrome de Estocolmo”. Agrega que Meghan, por interés, lo “alejó de su familia, sus amigos y la vida que él conocía”.
Sobre el príncipe, Samantha dice que le recuerda a “esas personas que duran mucho tiempo secuestradas y comienzan a sentir simpatía por sus captores”.
La hermana de Meghan analizó de manera extensa la entrevista y aseguró que muchas de las cosas que dijo ella eran mentira. Por ejemplo, que no le gustaba la realeza ni se veía cercana a ese mundo, cuando la verdad es que ella siempre fue de esas niñas obnubiladas con la idea de ser princesa que además atesora sus fotos al frente del palacio de Buckingham.
“Ella idealizaba a Diana. Y quería ser como ella. Le fascinaba ver y tratar de imitar como hablaba y cómo se vestía... Ahora que no diga que no tenía ni idea quién era Harry”.
Una bomba para la realeza
La entrevista concedida en la televisión estadounidense por Meghan Markle y su marido, el príncipe Enrique, nieto de Isabel II, cayó como una bomba en el Reino Unido por sus duras acusaciones a la monarquía, subrayaban el lunes los medios británicos. “Fuera lo que fuera lo que la familia real esperaba de esta entrevista, esto fue peor”, afirmaba el diario conservador “The Times”.
“Meghan tuvo tendencias suicidas. Estaba preocupada por su bienestar psicológico. Lloró en un acto oficial. Y la familia real no ayudó”, continúa el periódico, afirmando que se trata de “acusaciones perjudiciales” para la institución monárquica. En esta entrevista concedida a la estrella de la televisión estadounidense Oprah Winfrey, difundida el domingo en ese país antes de su emisión el lunes por la noche en el Reino Unido, “dieron la imagen de una pareja vulnerable, que se sentía atrapada en su papel y que se sentía desprotegida por la institución”, agregaba.
En opinión del también conservador Daily Telegraph la familia real necesita un “chaleco antibalas” ante una entrevista que contenía “suficientes proyectiles para hundir a una flotilla”. “Y posiblemente, como algunos temen, para infligir el mismo daño a la monarquía británica”. “Es justo decir que esta entrevista de dos horas sin concesiones es el peor escenario para quienes la pareja no dejó de referirse como ‘la empresa’ (The Firm)”, añade el rotativo, aludiendo a las reflexiones racistas que Meghan y Enrique denunciaron haber sufrido por parte de una persona no identificada de palacio antes del nacimiento de su primer hijo, Archie.
También el canal ITV utilizó una metáfora militar: “La pareja cargó un bombardero B-52, sobrevoló con él el palacio de Buckingham y descargó su arsenal justo encima”. Para la BBC, “es una entrevista devastadora” que revela “las terribles presiones dentro del palacio” y dibuja “la imagen de individuos insensibles perdidos en una institución” tan perdida como ellos.
El tabloide Daily Mirror insistió en la “inmensa tristeza” del príncipe heredero Carlos, padre de Enrique, y de su hermano mayor Guillermo, mientras que el Daily Express denunciaba “una conversación televisada con Oprah que sirve a los propios intereses de la pareja”, afincada en Estados Unidos desde su retirada de la monarquía en la primavera de 2020.
Al igual que otros periódicos, que cerraron sus ediciones antes de la difusión de la entrevista, el Daily Mail titulaba por contraste con el “poderoso” mensaje sobre el “deber” lanzado por la reina Isabel II el domingo durante un discurso emitido por la televisión británica con motivo del Día de la Commonwealth.
Una hermana muy difícil
Samantha siempre ha sido una pesadilla en la vida de Meghan. Sus comentarios displicentes y sus agudas críticas han caído siempre en los peores momentos. “La reina debe estar aterrada”, comentó tras el anuncio de su compromiso con el príncipe Harry, duque de Sussex y nieto de Isabel II, antes de acusar a Meghan de ser una “trepadora”.
Hace unos meses publicó en Estados Unidos unas memorias y desde el título se advierte que no le está tendiendo ningún ramo de olivo a la duquesa: “The Diary of Princess Pushy’s Sister” (El diario de la hermana de la princesa prepotente). Todo el texto es una seguidilla de maledicencia contra Meghan, pero la confesión que más ha asombrado a ambos lados del Atlántico es que fue ella quién tramó el conocido incidente de su padre, Thomas Markle, con los paparazzi.
Meses antes de la boda, que tuvo lugar en mayo de 2018, la prensa del corazón andaba a la caza de cualquier persona o cosa que tuviera que ver con el nuevo miembro de la familia real. El gran golpe fueron unas fotos de señor Markle entrando a un café-internet en Rosarito, México, donde vive, obtenidas por un reportero del Daily Mail.
Al poco tiempo se supo que todo fue un montaje, por el cual Markle, un exdirector iluminación de Hollywood, había recibido unos 120.000 dólares. En las memorias, Samantha confiesa que ella fue la mente maestra del plan, pero no por dinero, sino para que su padre fuera visto bajo una “luz honesta”, ya que antes había sido retratado “horriblemente” en otros reportajes.
Samantha es hija del primer matrimonio de Thomas con Roslyn Loveless y tenía 17 años cuando nació Meghan, en 1981, fruto de su boda con la instructora afroamericana Doria Ragland. En el libro, recuerda que la adoró cuando nació. Era una bebé “birracial”, bella, y que su color era una mezcla entre melocotón y rosa.
Cuenta además que la futura duquesa se crio en un hogar feliz hasta que sus padres se divorciaron, en tanto que la relación con su hermana se fue agriando poco a poco, pues Meghan se volvió “brusca” y rivalizaban por la atención de su padre. Cuando Meghan se hizo famosa por su actuación en la serie Suits, Samantha dice que le preocupó ver cómo eso iba a afectar su primer matrimonio con Trevor Engelson, ya que él permanecía en Los Ángeles, su lugar de residencia, mientras que ella pasaba mucho tiempo grabando el programa en Toronto.
En fin, da a entender, que pese a sus diferencias había contacto entre ellas. No obstante, personas allegadas a Meghan aseguran que ellas se han visto muy pocas veces en la vida y que la última fue en 2008. En todo caso, ella anota que desde que saltó a la celebridad, Meghan no volvió a ser la misma y que eso empeoró una vez conquistó a Harry.
Como lo dijo en anteriores arremetidas en la prensa, asegura que cuando llamaba por teléfono a su padre en compañía del príncipe, se comportaba como una hija amorosa. Pero apenas él se retiraba, se tornaba malévola con Thomas. En cuanto a Harry, Samantha expresa lo disgustada que se sintió cuando lo oyó decir que sus parientes reales eran para Meghan “la familia que nunca tuvo”. “Fue el peor de los insultos”, escribe.
Samantha también llama a Meghan “controladora” y “esnob”, además de fustigarla por despreciar a su familia, la cual no fue incluida en la lista de invitados a la boda, a excepción de su padre, quien no asistió porque sufrió un ataque al corazón días antes. Como se recuerda, el drama familiar a causa de la ausencia se ventiló con lujo de detalles en la prensa.
Las memorias de la hermana fueron publicadas por una pequeña editorial neoyorquina, Central Park South Publishing, y en ellas se sugiere que el pobre Harry debe amanecer todos los días botado en el piso, porque el ego de Meghan es tan grande que no cabe en ninguna y mucho menos en una cama. Hasta Doria, la mamá de la duquesa, tiene su parte, pues Samantha asegura que es una marihuanera.
Para muchos, estas memorias son solo la obra de una mujer resentida y envidiosa, que no resiste ver cómo su hermana menor triunfó en Hollywood y entró a formar parte de la familia real más prestigiosa del mundo, mientras que ella no cumplió su sueño de ser actriz y hoy vive reducida en una silla de ruedas, a causa de la esclerosis múltiple.
Ni Meghan ni sus voceros se han pronunciado al respecto, pero mientras que unos rumores sostienen que sintió náuseas cuando supo lo que su media hermana intentaba hacer, otros comentan que las memorias la tienen sin cuidado.
Los comentarios de Samantha ahora sobre la entrevista de Meghan solo ahondarán la herida de esa mala relación.