GENTE
Ellas son las mujeres de los peores criminales de la historia
Bajo este título, una serie de crónicas de Paris Match rescata las extrañas historias de las mujeres de los asesinos más abominables del planeta. ¿Dementes, malas o románticas?
Eva Braun
La frívola y leal Frau Hitler
“Quiero ser un bello cadáver”, le escribió Eva a Magda Goebbels cuando supo que su destino era suicidarse junto a Adolfo Hitler ante la inminente derrota en la Segunda Guerra Mundial, en 1945. Era el final de una relación secreta de 14 años que comenzó cuando se conocieron en la tienda de fotografía que proveía a los nazis, donde ella trabajaba. Pronto, Hitler empezó a darle dinero y a presentarla como su fotógrafa, primero, y luego como su secretaria. Posteriormente, la instaló en una mansión en el mejor barrio de Munich y en el refugio alpino de Berghof.
Foto: Getty Images.
El hombre que ordenó el asesinato de 6 millones de judíos en aras de la supremacía racial, era en casa el cariñoso enamorado de Eva, según la mejor amiga de ella, Herta Schneider. Pero la sombra de la relación al parecer incestuosa de Hitler con su sobrina Geli y la frustración de no tenerlo siempre a su lado, llevó a Eva a dos intentos de suicidio disparándose cerca de la carótida y con una sobredosis de somníferos. Desde entonces, Hitler la llevaba consigo a las grandes citas fuera de Alemania, para disgusto de las esposas de los demás dignatarios.
A Eva jamás le interesó la política y se desesperaba cuando la charla sobre la contienda, que tanto la aburría, se alargaba, y urgía pasar a los chismes. Según la biógrafa Heike B. Görtemaker, la sencilla joven se transformó en una mujer caprichosa e intratable, que exigía de todos una lealtad incondicional con su amante, quien terminó por honrarla en su testamento: “Al término de mi viaje terrestre, he decidido tomar por esposa a la mujer que, tras años de fiel amistad, ha venido por su propia voluntad a la capital asediada para compartir su destino con el mío”.
Foto: AFP.
María Victoria Henao
La viuda maldita de Pablo Escobar
A los 13 años, María Victoria tenía las piernas torneadas por la natación y el patinaje y ello cautivó a Pablo, en ese entonces de 23, quien asedió a su mejor amiga, Yolanda, para que se la presentara. Al saber del noviazgo, sus padres, un vendedor de dulces y una costurera, pusieron el grito en el cielo y no precisamente porque siendo tan joven ya tuviera panza, sino porque sabían que era un delincuente. Pero desde ese entonces la persistencia del futuro capo era tenaz y logró llevarla al altar en 1976, para empezar a serle infiel a los pocos días, según su hijo Juan Pablo.
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Ella era la típica ama de casa paisa, mientras que él encontraba su destino como custodio de un traficante de cocaína, al que con el tiempo le siguió los pasos al montar su propio laboratorio para producir la droga. A sus 26 años, un cheque de cerca de 3,2 millones de dólares marcó el banderazo de partida de la que llegaría a ser la fortuna más fabulosa de que se haya tenido noticia en Colombia, gracias a que Pablo inundó del alcaloide al jugoso mercado estadounidense.
Foto: Getty Images.
“Pablo era encantador, un ser exquisito. Dos veces a la semana, le mandaba flores a María Victoria en un avión privado”, cuenta Paris Match. Le consentía gustos como las vajillas de plata Jensen grabadas con el monograma E y H (Escobar y Henao) de 400.000 dólares. Como ella amaba la música de violín en vivo, se la llevaba cada noche a la hora de la comida.
Cuando la guerra del narcotráfico estalló en los ochenta y Escobar sembró el terror en Colombia, tantos placeres no compensaron la angustia de María Victoria de vivir fugitiva con Juan Pablo y la pequeña Manuela. Y fue justamente la devoción que el capo sentía por ellos lo que lo condenó a ser capturado en 1993, gracias a sus comunicaciones desesperadas en las que le prometía luchar hasta la muerte. Hoy, ella vive en Argentina con sus hijos bajo otra identidad, pero la sombra de uno de los villanos más grandes de la crónica criminal aún la persigue.
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Foto: Revista Semana.
Afton Burton
La bribona que casi embauca a Charles Manson
Ha pasado casi medio siglo desde que Charles Manson y su secta, La Familia, horrorizaron a Estados Unidos con los sangrientos asesinatos que le costaron la vida, entre otros, a la actriz Sharon Tate, esposa de Roman Polanski. No obstante, él sigue cautivando adeptos que no lo ven como un criminal sino como un profeta, tal como le sucedió a Afton Burton, quien aparentaba ser la típica niña modelo sureña, mientras que iniciaba una relación epistolar con el monstruo a los 16 años, seducida por su filosofía ecologista.
Foto: Mansondirect.com
Al cumplir la mayoría de edad, en 2011, partió de su Missouri natal para verlo en la cárcel de Corcoran, en California, donde paga cadena perpetua por sus delitos. Al observarla, él la bautizó Star y la envolvió aún más con sus dotes de bailarín y orador místico. Así, se enamoraron y los encuentros duraron largos meses en la cárcel, a donde Apton llevó a otro de los fieles de él, Craig Hammond. En 2013 obtuvieron licencia para casarse, con el fin de que ella pudiera tramitar una nueva petición de libertad condicional en favor de Manson. Pero el documento se venció y el matrimonio no pudo ser, aunque ella aseguraba que ya era su esposa “por obra del viento, del agua, de los árboles”.
Para hacer verídica su historia, Afton se tatuó la frente con la cruz gamada que distingue a los miembros de La Familia, la secta criminal fundada por Charles en los sesenta. Foto: AP - Mansondirect.com
La verdad fue que Manson descubrió que Afton y Craig, quienes resultaron amantes, tenían el plan macabro de esperar a que se muriera para erigir un mausoleo con su cadáver y así hacerse millonarios, conocedores del fanatismo que suscita la bestia.
Craig Hammond fue el amante y compinche de Afton en su plan para hacerse millonaria a costa del cadáver de Manson. Foto: Mansondirect.com.
Tammi Saccoman y Anna Eriksson
Locas por los parricidas de Beverly Hills
Lyle y Erik Menéndez eran dos guapos jóvenes del mejor sector del glamuroso Beverly Hills, en California. Un día de 1989, al llegar a su mansión, hallaron muertos a bala a sus padres, el millonario productor cubano de cine José Menéndez, y su madre, Mary. La Policía permaneció sin pistas sobre el crimen, pero resultó curioso que a los pocos días, los huérfanos comenzaran a derrochar los 14 millones de dólares que habían heredado en relojes Rolex, autos Porsche, apartamentos y muchos más lujos, sin mucha señal de duelo. Finalmente, fueron procesados por los asesinatos, en un caso que tuvo casi el mismo cubrimiento diario nacional del juicio a O. J. Simpson.
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Foto: AP.
Los jóvenes declararon que mataron en venganza por los abusos sexuales que sufrieron por parte de su padre, pero ello no los eximió de ser sentenciados a cadena perpetua. En prisión, recibían cerca de 1.000 cartas semanales de mujeres que se enamoraron de ellos por televisión, pero solo dos llegaron más lejos que cualquiera. La modelo Anna Eriksson dejó a su novio por Lyle, con quien se casó, mientras que Tammi Saccoman, una burguesa de Minnesota, abandonó a su esposo para pronunciar también el “sí, acepto” frente a Erik. Ambas lo hicieron a sabiendas de que, por ley, jamás podrían tener sexo con sus maridos. Empero, esa no fue la causa del divorcio de Anna de Lyle, sino su infidelidad con otra, por carta. Él hoy tiene otro matrimonio célibe con Rebecca Sneed.
La modelo Anna Erikson. Foto: Facebook Anna Erikson
La unión de Erik, en cambio, ya lleva 18 años, pese a que escasamente puede tomarle la mano a su mujer cada fin de semana. “Él es muy querido y sensible. Siempre está ahí para mí. Yo nunca había sabido lo que es eso”, le declaró Tammi a Paris Match.
Erik y Tammi. Foto: NBC.