BIOGRAFÍA
“Fue una era decadente”: Elton John confiesa su adicción a la cocaína, el alcoholismo y las relaciones tóxicas
El cantante inglés habla de sus años más duros en su nueva autobiografía, en la que dice que su drogadicción lo convirtió “en un monstruo”. También habla de cómo el éxito y la fama lo trastornaron.
Es la era de las confesiones en Hollywood. Demi Moore, Justin Bieber, Angelina Jolie y Brad Pitt están hablando abiertamente de sus depresiones, sus adicciones y los problemas que arrastran desde el pasado. Algunos con biografías y otros con largas entrevistas o declaraciones públicas.
La última de las celebridades en unirse al club es el músico inglés Elton John, quien hace poco fue objeto de una película y ahora publica su autobiografía ‘Yo: Elton John’, en la que habla con bastante apertura de su pasado.
Pero más allá de algunas anécdotas con la princesa Diana, los detalles de la mala relación con su madre (con quien duró siete años sin hablar) o la historia de cómo superó un cáncer de próstata, que hasta ahora nadie sabía que había padecido, lo que más ha llamado la atención de los periódicos y tabloides es la historia de sus años oscuros, cuando la adicción al alcohol y a la cocaína casi acaban con su vida.
"Me enamoraba de hombres heterosexuales todo el tiempo, persiguiendo lo que no podía tener".
En algunos capítulos del libro, que han sido publicados por el Daily Mail, el cantante habla abiertamente de los excesos que cometió por culpa de la droga y de su alcoholismo, así como de su afición por meterse en relaciones imposibles o tóxicas, en las que terminaba deprimido y bastante afectado. “La cocaína me convirtió en un monstruo”, escribe.
Estas son algunas de las anécdotas más impresionantes del libro:
Sobre la adicción a la cocaína: “Comencé a aspirar cocaína en 1974. Me gustó cómo me hizo sentir. Esa sacudida de confianza y euforia, la sensación de que de repente no me sentía tímido o intimidado, y podía hablar con cualquier persona. Había algo más en la cocaína que la forma en la que me hizo sentir: tenía cierto prestigio al respecto, estaba de moda y era exclusiva. Tomarla fue convertirme en miembro de una pequeña élite, que secretamente se entregaba a algo peligroso e ilícito. Es patético, pero eso fue lo que realmente me atrajo. Me había vuelto exitoso y popular, pero nunca me sentí genial”.
Sobre la relación con su madre: “Si hacía un nuevo álbum, era basura; si compraba un cuadro, era feo; si tocaba en un concierto solidario, era lo más aburrido a lo que había asistido (...). Pasar tiempo con ella era como invitar a almorzar o ir de vacaciones con una bomba sin detonar: siempre estaba histérica, como cuando yo era niño. Para cuando nació Zachary (su primer hijo con David Furnish) ya no hablábamos. Un periodista le preguntó sobre cómo se sentía al no conocer a su nieto, y ella dijo que no le molestaba y que nunca le habían gustado los niños”.
Los problemas por el alcohol: “Era junio de 1983 y estábamos en Cannes, filmando un vídeo para I‘m Still Standing. Habíamos empezado a las 4 de la mañana y llevábamos todo el día. Cuando se escondió el sol, llamaron a un descanso y volví al hotel para refrescarme antes del rodaje nocturno. En el vestíbulo me topé con Simon Le Bon, que se encontraba en la ciudad con Duran Duran, y se dirigían al bar. No lo conocía tan bien, pero pensé que un trago podría animarme. Estaba dudando sobre qué pedir, cuando Simon me preguntó si alguna vez había tomado un vodka Martini (...). Los informes varían exactamente sobre lo que sucedió después. Aparentemente volví al set, exigí que comenzaran a usar las cámaras, me desnudé y comencé a rodar por el suelo. Mi entonces mánager John Reid que estaba allí, actuando como extra en el vídeo, protestó, una intervención que tomé muy mal. Tan mal, que lo golpeé en la cara”.
"Los doctores le dijeron a David que estuve a 24 horas de la muerte. Si la gira por Sudamérica hubiera durado un día más, estaría muerto"
Las relaciones tóxicas: “Además de mi adicción a las drogas, mi vida personal fue más o menos otro desastre. Me enamoraba de hombres heterosexuales todo el tiempo, persiguiendo lo que no podía tener. A veces los seguía durante varios meses y siempre mantenía esa locura de pensar que algún día recibiría una llamada telefónica de ellos diciendo ‘Oh, por cierto, te amo‘, aunque ya me habían dicho ‘Nunca va a suceder’. O veía a alguien que me gustaba en un bar gay y antes de hablar con él, me enamoraba, convencido de que era el hombre con el que estaba destinado a compartir el resto de mi vida (...) Después de tres o cuatro meses me aburría con ellos y terminaba llorando. Conseguía que alguien más se deshiciera de ellos por mí y comenzaba de nuevo. Fue un comportamiento absolutamente terrible”.
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Cuando casi muere: “Durante dos días estuve en cuidados intensivos. Cuando volví en sí, me dijeron que había contraído una grave infección en Sudamérica y que me estaban tratando con enormes dosis de antibióticos intravenosos. Pero la fiebre volvió. Tomaron una muestra de la infección y resultó ser más grave de lo que creían. Me hicieron resonancias magnéticas y Dios sabe qué más pruebas. Los doctores le dijeron a David que estuve a 24 horas de la muerte. Si la gira por Sudamérica hubiera durado un día más, estaría muerto. Tuve muchísima suerte, aunque tengo que decir que no me sentía muy afortunado entonces”.