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En el nombre del padre
Earl hizo de su hijo Tiger una persona competitiva e indestructible. Eso tuvo tanto de bueno como de malo.
La vida de Tiger Woods ha sido accidentada. En 2009, cuando su entonces esposa Elin Nordegren descubrió sus seguidilla de infidelidades, furiosa, la rubia sueca lo persiguió con un palo de golf y, para escaparse, Tiger tomó su auto y salió como una tromba. En esa oportunidad, los efectos de los opiáceos que tomaba para sus problemas de rodilla y espalda le jugaron una mala pasada y chocó con un hidrante cuando apenas dejaba la residencia, en Florida. Elin estaba tan enardecida, que eso no le importó y se ensañó contra los vidrios del carro con el palo.
En 2017, cuando se creía que estaba del todo recuperado, la policía lo detuvo por conducir de modo errático cerca también de su morada en Florida. Descalzo y desaliñado, estaba tan desorientado que escasamente podía hablar y ni siquiera tenía idea de donde se encontraba. En la estación de policía, no podía tener los ojos abiertos, y cuando se sentó se desparramó en la silla.
La patética imagen que se apreciaba en el video del arresto y la foto del registro policial, no harían suponer a quien no lo conociera, que se trataba de un verdadero prodigio del deporte, tan brillante, que llegó a ser el primer atleta en la historia en amasar una fortuna de 1000 millones de dólares. Luego se supo que ese día él había combinado cinco fármacos, entre ellos Xanax, Ambien, más analgésicos. Así de grave era su adicción a los opioides que desarrolló por sus graves problemas de espalda.
En este último accidente el jugador estaba lúcido y no se halló evidencia de que hubiera consumido algún tipo de fármaco, narcótico o cualquier otra sustancia que distorsionara sus capacidades. No obstante, corren también rumores de que, en los días anteriores al siniestro, el golfista se veía cansado y testigos citaron un episodio en el cual él salió furibundo del hotel donde se hospedaba en Los Ángeles. También ha llamado la atención que su novia de hace cuatro años, Erica Herman, la mujer que le ha dado estabilidad y no se le despega, no estuviera con él. “No es claro dónde se encontraba ella realmente”, anotó David Jones en una crónica para el Daily Mail.
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Todo parece indicar que ese recio control mental no lo acompaña fuera del green y lo cierto es que buena parte de su vida se la ha pasado padeciendo y luchando contra los dictados de sus destructivos demonios interiores. Detrás de ese hombre tan seguro de sí mismo e invencible en el campo de juego, se esconde en realidad un niño tan tímido que sufrió de tartamudez, la cual, a su vez, le costó ser matoneado en el colegio. Tiger también ha sido presa de una honda soledad e inseguridad y tampoco se le ha hecho fácil creer en las personas con quienes ha tenido relaciones.
Quienes lo conocen, aseguran que las drogas y el sexo no han sido sus únicas vías de escape para conjurar esa angustia interior que lo atormenta. Pocos saben, por ejemplo, que durante años ha tomado cursos de entrenamiento con las Fuerzas Especiales del ejército, famosos por ser tan duros que muchos los definen como “mortales”. Así mismo, practica el buceo porque en el fondo del mar se siente seguro. “A lo mejor, los peces allá abajo no saben quién soy”, le expresó desconsolado a una amiga, quejándose del constante acoso de la prensa en lo mejor de su fama.
Si nació como un prodigio, tuvo un padre que bien supo magnificar ese atributo. Earl Woods era un excombatiente de Vietnam descrito por viejos amigos como un fanfarrón muy orgulloso de Tiger, quien no era su único hijo, pero con el cual desarrolló una singular fijación. El nombre real del deportista es Eldrick Tont Woods, pero Earl decidió que debían llamarlo con el potente Tiger, en honor de un soldado que le salvó dos veces la vida en la guerra. El señor Woods también creía que su retoño estaba predestinado a sanar al mundo de sus divisiones raciales y sociales. Estaba tan convencido de ello, que lo equiparaba con Buda, Mandela o Gandhi. Sin embargo, Earl no era precisamente el mejor ejemplo.
Del sudeste asiático no solo se había traído sus recuerdos de los combates, sino a Kultida ‘Tida’, una secretaria 17 años menor y quien trabajaba para el ejército estadounidense en Tailandia. El problema era que Earl tenía ya una esposa, Barbara, madre de sus tres hijos mayores.
Aun así, formó un nuevo hogar con Tida, lo cual lo convirtió en bígamo, según Barbara, ya que cuando se casó con la amante, su divorcio no se había completado. De la nueva unión nació Tiger, el 30 de diciembre de 1975, y desde que estaba en la cuna Earl se empeñó en hacer de él la máxima estrella del golf, deporte al que se había aficionado tras su paso por la milicia.
El documental Tiger, que HBO estrenó hace unas pocas semanas, rescata videos de él contando como desde antes de cumplir un año, Tiger se extasiaba viéndolo golpear bolas con el palo de golf contra una red. El embeleso era tal, que ni las comidas podían distraerlo. “A los diez meses, lo bajé de su sillita, caminó, se preparó y golpeó la pelota. Dije ‘Dios, tengo algo especial’”. A los dos años, el futuro campeón ya estaba practicando en el campo y pronto aprendió a darle a la bola de manera limpia y recta, algo que les cuesta bastante lograr a muchos adultos principiantes.
El programa de HBO también muestra aquella primera aparición de Tiger en la televisión nacional en la cual impactó a Bob Hope y James Stewart, dos viejas glorias de Hollywood, con su swing perfecto. “Después, sin embargo, Stewart, un veterano del cine que sabía cómo un niño puede ser perjudicado por las abrumadoras expectativas de sus padres, manifestó: ‘he visto muchos niños precoces como este el dulce pequeño, pero también a muchos padres soñadores”, comentó David Jones en su crónica. Aquellas palabras resultaron proféticas, tanto en el buen sentido como en el malo.
Earl Woods ideó para Tiger un estricto plan de formación, que no solo incluía la total inmersión en la cancha, sino además el fortalecimiento de su mente, que incluyó la mencionada habilidad de la autohipnosis, entre otras prácticas. A Tiger también le tocó una madre muy empeñada en hacerlo indestructible. Sus consejos para él cuando niño eran ser competitivo, ir a la yugular de sus oponentes y asegurarse de matarlos. Su primera novia, Dina Gravell, cuenta en el programa que a Tiger le encantaba estar en la casa de ella, porque allí por fin podía escapar de las imposiciones de su padre y ser él mismo. Cuando la joven mostró querer ir en serio con Tiger, sus padres hicieron que la dejara, por medio de una carta en la que decía sentirse manipulado.
Para muchos, salta la vista que la misiva fue dictada por Earl y Tida. Los esfuerzos de los Woods rindieron sus frutos y Tiger fue de hito en hito. En 1994, se convirtió en el jugador más joven en ganar un torneo amateur en Estados Unidos y al año siguiente, cuando retuvo la corona, ya era considerado el mejor golfista adolescente en la historia de ese deporte. En los copiosos videos de archivo del documental, se ve a un Tiger adolescente que no parece disfrutar plenamente de todos esos logros, aunque él mismo reconoce que lo suyo por el golf es una verdadera adicción. Las cosas de nuevo vuelven a su padre para explicarlo.
Como lo recuerda David Jones, Earl Woods se llevaba una camioneta tipo van a los entrenamientos, en la cual introducía mujeres para tener sexo. Joe Grohman, el primer profesor de golf del jugador, confiesa en el documental, con lágrimas en los ojos que “por mucho tiempo, Earl y yo fuimos los hombres más cercanos a él, y ahí estábamos, cazando faldas y Tiger veía todo eso. Yo también estaba casado, estaba involucrado en la formación de ese muchacho y lo expuse a eso”.
En fin, a la vez que veía en su padre a un dios, lo odiaba por su conducta, por la cual jamás se disculpó. Todo esto llevó finalmente a que Tiger encontrará un puerta de escape con las mujeres, auqneu con eso solo logró estrellarse aún más con el mundo.