Crimen
En Netflix: La asombrosa historia del Charles Manson de Asia
La serie La serpiente, de Netflix, retrata fielmente la vida de Charles Sobhraj, uno de los peores criminales de los últimos tiempos, quien estafó, envenenó, quemó y asesinó al menos a una docena de turistas en el sudeste asiático, por la época del sendero hippie.
La presentación de la serie muestra una serpiente que repta por el sur de Asia, una figura que caracteriza muy bien la saga de este monstruo, tan astuto y letal, que está en aislamiento total desde hace 18 años en la cárcel de Nepal, donde paga condena por dos de sus asesinatos.
Como todo psicópata, es encantador, así que engatusa y adula a lo que se mueva. Por eso, sus guardias son renovados cada seis meses, para evitar que los corrompa.
Uno de los personajes claves del programa, producido por Netflix y BBC, es Herman Knippenberg, el diplomático holandés sin cuya terquedad y labor detectivesca Sobhraj nunca habría caído en manos de la Justicia.
Knippenberg sigue vivo, y en varias entrevistas ha afirmado que el 90 por ciento de lo que la serie cuenta es cierto.
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La sinuosidad con que actuaba el matón, llamado por eso la Serpiente, ha hecho de la miniserie una de las más “maratoneables” de Netflix.
Por medio del muy de moda esquema narrativo del presente constante, los episodios relatan cómo cruzarse con la mirada del bandido en los años setenta era caer en su trampa, cuando era un joven apuesto, que hablaba varios idiomas y tenía modales finos.
Su vida ha sido objeto de múltiples biografías, documentales y cintas, que coinciden en que su infancia fue difícil.
Nacido en 1944 en Vietnam, Hotchand Bhawnani Gurumukh Charles Sobhraj era el hijo de una dependienta de almacén y un sastre indio que nunca vio por él.
Su madre formó un nuevo hogar con un militar francés que llevó a la familia a su país y, gracias a ello, Charles obtuvo esa nacionalidad.
Su prontuario comienza en 1963, cuando fue a la cárcel por robo. En el cautiverio conoció a Félix d’Escogne, un joven rico que, al salir, lo introdujo en la alta sociedad parisiense, pero también en los bajos fondos.
A punta de atracos, amasó su primera fortuna y enamoró a una niña bien, Chantal Compagnon, Juliette en la serie.
El día que le propuso matrimonio fue arrestado de nuevo por el robo de un auto. Aun así, cuando fue liberado ella se casó con él.
Huyendo de la Justicia, emprendieron un viaje por los Balcanes con documentos falsos, y terminaron en Mumbai, donde nació su hija, Usha. Como se ve en la serie, de esa época es su robo a la joyería del hotel Ashoka, en Nueva Delhi, en 1973.
Por eso fue a presidio, durante el cual se hirió a sí mismo para fingirse enfermo y fugarse.
En Afganistán siguieron robando, en medio de nuevas detenciones y escapadas de él del calabozo, hasta que Chantal lo dejó bajo el juramento de no verlo jamás; pero años después cayó de nuevo bajo su influjo.
Tras esconderse en Irán, Sobhraj delinquió con su hermano André en Turquía y Grecia. En este último país, las autoridades los atraparon y Charles huyó, intercambiando su identidad con la de André, que pagó 18 años de prisión en Atenas. Tal fue una de las causas de la mala voluntad que le tenía Song, su madre.
En los años setenta estaba de moda el hippie trail o sendero hippie, antecedente de los mochileros de hoy, una forma de turismo alternativo que llevaba a los hippies por el sur de Asia.
Cada vez más enfermos, los hospedaba con el supuesto ánimo de atenderlos, para secuestrarlos, robarlos y matarlos.
En la serie, el rol femenino central es Marie-Andrée Leclerc, una turista canadiense que se convirtió en su amante y gran cómplice, junto con el hindú Ajay Chowdhury.
Pero ellos no fueron los únicos secuaces. De hecho, Sobhraj formó una “familia”, al estilo de la de Charles Manson en Estados Unidos, así que por eso también se le conoce como la versión de este conocido criminal en Asia.
Asimismo, es apodado el Asesino del Bikini, pues vistió con esa prenda, entre otras, a la estadounidense Teresa Knowlton cuando quiso hacer pasar su asesinato como ahogamiento en Tailandia.
En esa nación, a propósito, se centra buena parte de la acción de La serpiente. Allí, en la embajada de Holanda en Bangkok, trabajaba Knippenberg, quien se tomó muy a pecho los ruegos de los familiares de dos compatriotas desaparecidos.
En efecto, Henk Bintanja y su novia, Cornelia Hemker, habían conocido a Sobhraj en Hong Kong, y luego fueron a visitarlo en la capital tailandesa, donde los ultimó.
Sus pasaportes se sumaron a la colección con que Charles y Marie-Andrée se movían por el mundo con falsas identidades. En 1975 entraron a Nepal haciéndose pasar por los holandeses y mataron a Laurent Carriére y Connie Jo Bronzich.
Mientras tanto, en Bangkok, Knippenberg descubrió que Sobhraj era el asesino de sus coterráneos y, tras recopilar copiosas evidencias, puso el caso en la primera plana del Bangkok Post.
Al poco tiempo la Interpol ponía a circular la orden de detención internacional contra Sobhraj.
En 1976, el truco del envenenamiento le salió mal con unos turistas franceses en Nueva Delhi. La sustancia hizo efecto más rápido de lo esperado, algunos viajeros notaron la estafa y llegó la policía, que arrestó al francés.
India lo condenó por este y otros crímenes, pero tramó un nuevo escape. Sabía que al volver a ser capturado se le alargaría la condena en ese país y en ese lapso prescribirían sus delitos en Tailandia, donde lo esperaba la pena de muerte.
Además, en la miserable penitenciaría de Delhi estaba a todo dar. Con unos diamantes que se escondió en la boca y en el trasero y las altas sumas que cobraba por entrevistas, compró a la guardia y se daba lujos.
En 2003, después de recuperar la libertad y pasar unos años en Francia, tentó al destino volviendo a Nepal, donde lo buscaba la ley. Nadie se habría percatado de su temeridad de no ser por un periodista que lo identificó y publicó su foto.
La policía lo detuvo y fue sentenciado a cadena perpetua por las muertes de Laurent Carriére y Connie Jo Bronzich.
Mató a unos 12 turistas, pero se cree que pudieron ser más.
Hoy, con 77 años, está a la espera de que lo dejen salir por su avanzada edad. Marie-Andrée murió de cáncer en 1984, odiándolo; no obstante, en Nepal conquistó a Nihita Biswas, la hija de 20 años de su abogada, Shakuntala Thapa.
La joven esposa lo defiende como si fuera un real héroe, lo mismo que le sucedía a Manson con sus seguidoras.