TELEVISIÓN

Stranger Things: Monstruos para grandes y chicos

En el set de la serie multigeneracional y de culto, SEMANA habló con sus creadores y protagonistas. Nadie oculta su emoción frente a la expectativa de la segunda temporada, pues Netflix redobló la apuesta por sorprender, asustar y emocionar.

21 de octubre de 2017
La pandilla de niños, cuya química se siente natural, se destaca es quizás el secreto del éxito de ST:

Las malas secuelas intentan repetir lo que funcionó. En esta temporada nosotros vamos a ir más lejos”, aseguró Matt Duffer, creador junto a su hermano Ross de Stranger Things (ST), la serie que en 2016 apareció de la nada y cautivó a audiencias de varias generaciones en todo el mundo. Con su particular mezcla de camaradería, infancia, aventura, nostalgia ochentera, drama adulto y suspenso sobrenatural, ST abrió el camino para decenas de producciones enmarcadas en la misma época. También hizo de Barb, que solo apareció en cuatro episodios, un ídolo cultural por ser una buena niña (su rostro decoró camisetas en la pasarela más reciente de Louis Vuitton).

Así, inesperadamente, ST sorprendió hasta a los más optimistas en Netflix, que disiparon sus dudas acerca de trabajar con niños. Según el diario The Times, 14 millones de adultos entre los 18 y 49 años vieron la serie en los 35 días posteriores al estreno, más que House of Cards o Narcos. Las cifras desvirtuaron la teoría según la cual los niños en televisión solo atraen niños.

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Consciente de su acierto, el servicio de streaming elevó el presupuesto en 2 millones de dólares por episodio y así permitió a sus creadores duplicar la escala de la historia. La segunda temporada, que Netflix estrena el 27 de octubre como preámbulo perfecto a Halloween, toma giros más oscuros, con monstruos mucho más grandes que el temible Demogorgon y explora más a fondo personajes afectados por los hechos. Además, suma actores como Sean Astin (Goonies, Lord of the Rings) y Paul Reiser (Alien, Mad About You), estrellas en ascenso como Dacre Montgomery y Sadie Sink y un director de la talla de Andrew Stanton (Finding Nemo, John Carter), quien llamó directamente, sin su agente, para pedir sumarse al show. De hecho, muchas personalidades aspiraron, pero pocos encajaron en los planes de la producción.

Las novedades se suman a la trama y a los personajes que elevaron a ST a un estatus de culto: la misteriosa Eleven, la pandilla de adorables nerds de 12 años en sus bicicletas con sus walkies-talkies ochenteros, adolescentes en busca de novia y adultos de espíritu quebrado como Chief Hopper (David Harbour) y Joyce Byers (Winona Ryder). La nueva temporada, de nueve episodios, tiene lugar en 1984, un año después de la primera. Enfrenta a los personajes a todo lo bueno, lo terrible y lo doloroso que vivieron y a experiencias más terroríficas. En palabras de Lynda Reiss (True Detective, American Beauty), encargada y aplaudida por recrear hasta el mínimo detalle el ambiente de los años ochenta, “la primera temporada se sintió más E. T. Esta llega a un nivel ‘Poltergeist’. La van a amar”.

Los Duffer, mellizos treintañeros, se inspiraron en las novelas de Stephen King y las películas de Steven Spielberg para crear ambas temporadas pensando en lo que ellos mismos querían ver, y les funcionó. Matt aseguró a SEMANA que evitó deliberadamente escribir para jóvenes, y que esto le permitió recrear “lo que un niño no debería estar viendo, lo cual lo cautiva más”. Ellos, apenas distinguibles por su corte de pelo y su voz, se emocionan al hablar del cine de 1984, que alimenta el tono de esta nueva temporada. “Fue un año increíble para las grandes películas de verano, ‘Ghostbusters’ y ‘Gremlins’, cintas entretenidas, sinceras y con dosis de humor, que asustaban a los niños y encantaban a los adultos”.

De la nada al todo

Después del estreno, en julio de 2016, los Duffer y su reparto se volvieron mundialmente famosos en dos semanas. “Fue impactante ver por Twitter que mucha gente la había terminado en un envión”, confesó Ross Duffer. La naturaleza de Netflix les sirvió a los autores para contar su historia como una larga película y los espectadores devoraron los ocho episodios en masa.

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En gran parte esto se debió al elenco, que transmitió una interacción emocionante que resonó por igual en varias generaciones, incluidos los millennials y los centennials. La fama les cambió la vida a los chicos, pero han asumido los cambios en combo, como hermanos que comparten lo que viven y se textean a ritmo frenético. Con la dinámica que plasmaron en la pantalla, se tomaron los programas de entrevistas y las ceremonias de premios. De hecho, ST apareció nominada a mejor serie en los Globos de Oro, ganó el premio a mejor casting en los Emmy y el reconocimiento a mejor elenco en los SAG, donde todos celebraron como una gran familia.

Pero el éxito no fue fácil. Antes de llegar a manos de Shawn Levy, quien la presentó a Netflix como imperdible, 15 productoras habían rechazado la historia y los Duffer parecían condenados al olvido. “Querían escribir el guion de ‘IT’, el ‘remake’ de la novela de King, pero ni siquiera les dieron cita”, dijo Levy a SEMANA. “Esto prueba que una dosis de frustración y fracaso no siempre es mala”. Hoy tienen abiertas las puertas de Hollywood, pero como anota Levy, “saben que no tendrán en otra parte este grado de control sobre la historia y de autoría”.

Los Duffer, por su parte, atribuyen el éxito a los niños, y razón no les falta. La británica Millie Bobby Brown, quien a sus 13 años interpreta a Eleven, ya tiene un contrato publicitario con Calvin Klein, y cuando visitó el Cómic Con de Medellín la histeria se apoderó de los asistentes. Pero ella dice que luchó mucho por el éxito. “No fue algo repentino. He trabajado por esto cinco años. Fui a muchas audiciones y sumé muchos dolores. ‘No estás lista’, ‘no luces bien’, ‘eres muy linda’ o ‘no lo suficiente’, me decían”, sentenció. Noah Schapp (Will Byers en la serie), también de 13 años y apariencia frágil, concuerda con la certeza de quien hace lo que le gusta y sabe que para seguir hay que “ser profesional”, como dice con tono de adulto.

A su edad, estos niños guardan el secreto del argumento para no soltar spoilers que arruinen la serie, y su actitud canchera dentro y fuera del set impacta. Vivieron el rodaje como otra oportunidad de estar junto a compañeros que consideran hermanos y a creadores que ven como hermanos mayores. Visten las ropas de la serie, andan en bandada, se quitan la palabra y se completan los chistes. Los adultos como Winona Ryder (que vive un renacimiento) y Harbour (confirmado como el nuevo Hellboy) juegan un rol de tíos protectores para evitar que la fama los condene a la triste dinámica de los niños-estrellas de los ochenta. Por algo Stephen King, admirador de la serie y héroe de sus creadores, dijo a SEMANA: “Me impresiona lo buenos que son los niños actores de hoy. Antes se trataba de que fueran bonitos y recitaran la línea”.

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Levy, el artífice de la producción, alaba en los Duffer sus instintos, su sensibilidad y manera de trabajar con los actores y equipo. Escogieron a los niños entre más de 1.000 aspirantes y se aseguraron de que tuvieran química. El nivel de detalle, la música y el vestuario contribuyen a la leyenda de este trabajo artesanal, de autor, por el que muy pocos hablaron a millones.

En los galpones de Screen Gem Studios de Atlanta, el pequeño Hollywood del sur, la emoción es palpable. “Antes de salir al aire, pensé que sería un desastre”, confesó David Harbour a SEMANA, “pensé que algunos ‘nerds’ nos verían, pero nunca hice parte de algo que gente de 12 años compartiera con gente de 60. No teníamos idea de qué sucedería, nadie lo sabía”.