Entrevista
“Es un sueño actuar con Mónica Bellucci”: Martina García narra en SEMANA su experiencia en la nueva película de la diva italiana
La actriz Martina García cuenta detalles del reto de trabajar al lado de una de las grandes divas del cine y no dejarse encasillar en los típicos papeles de latina.
Martina García aún se pellizca para entender en qué momento se le cumplió el sueño de actuar al lado de una de las actrices que más ha admirado siempre: la italiana Mónica Bellucci. Hace memoria y recuerda cuando vio Malena, la icónica película de Giuseppe Tornatore, ambientada en la Sicilia de la Segunda Guerra Mundial, en la que la belleza de Bellucci encandila a todo un pueblo.
La historia es del año 2000. Más de dos décadas después, Martina y Mónica se encontraron, de tú a tú, en Paradis Paris, la más reciente película de la aclamada Marjane Satrapi, famosa por Persépolis, que se quedó con el Premio del Jurado en el Festival de Cannes, el más importante del mundo.
Martina lo cuenta desde París, país que la acoge desde hace varios años y desde donde recuerda sus inicios como actriz y el reto de ganarse un lugar desafiando los estereotipos de ser latina.
SEMANA: ¿Cómo se dio la oportunidad de estar en una película con Mónica Bellucci?
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Martina García: Estaba en París grabando una serie basada en un libro de Marc Levy, Las cosas que no nos hemos dicho. Un día me llama mi agente y me cuenta que la directora Marjane Satrapi quería reunirse conmigo, y me hizo mucha ilusión. Nos citamos en un café y sentí que ella ya estaba muy decidida a darme ese papel. Fue una sorpresa muy bonita.
SEMANA: ¿Qué referencias tenía Satrapi de Martina García?
M.G.: Me conocía de Narcos, una serie con mucho impacto en Francia. Y también por Homeland, exitosa mundialmente. Además, sabía que estaba grabando la serie del libro de Levy. Creo es que como cuando las estrellas se alinean. Todo se dio perfecto. Me contó quiénes estaban en el reparto y ya estaba confirmada Mónica Bellucci. Luego supe que Rossy de Palma sería mi mamá en la historia.
SEMANA: Marjane Satrapi se hizo mundialmente conocida por Persépolis. Más allá de esta historia, ¿qué tanto conocía de su filmografía?
M.G.: Sabía que era una directora muy respetada en Europa después de que Persépolis se ganó el Premio del Jurado en Cannes. Y no conocía mucho más. Tuve que ver toda su filmografía para entender su estilo, su sentido del humor, su visión. Es lo que hago cada vez que voy a trabajar con un nuevo director. Y fue emocionante saber que siempre ha trabajado con actores top en historias muy eclécticas. Me fascinó The Voices, con Ryan Reynolds. Me intimidó al comienzo, pero después me dio fuerzas entender que si ella se había fijado en mi trabajo, era porque yo merecía ese lugar.
SEMANA: ¿Cómo ha vivido el reto de abrirse camino como actriz en Francia?
M.G.: Me gradué en la Sorbona de Filosofía. Y en ese tiempo, 2013, era muy exigente ser estudiante y al tiempo hacer castings. Me dieron oportunidades con directores muy importantes que, sin embargo, tuve que dejar escapar porque no se me daba lograr ambas cosas. Pero se quedaron unas puertas como entreabiertas. Y la vida después me llevó a instalarme en otros lugares, trabajé mucho en México y en Colombia. Luego fui a España y a Estados Unidos. Y después me vine a Francia, porque Narcos me abrió muchas puertas. Desde entonces, todo se me fue dando en Francia.
SEMANA: ¿Usted es una actriz que se hizo filósofa o una filósofa a la que le gusta la actuación?
M.G.: Desde el colegio adoraba la filosofía y aún estoy en contacto con mi profesor de esa época del Liceo Francés de Bogotá. Era una materia en la que siempre tenía las mejores notas. Alguna vez, hablando con mis mejores amigos de infancia, les conté que envidiaba que mientras yo me había dedicado a la actuación, ellos se habían dedicado a estudiar. “¿Por qué no lo haces?”, me dijeron. En ese momento estaba grabando una película en Europa, pero me presenté en la Sorbona. Elegí Filosofía porque desde pequeña siempre me había cuestionado muchos temas de la condición humana y sentía que la vida tenía muchas interpretaciones. Entonces, me pareció buena esa pausa en mi carrera.
SEMANA: ¿Y para qué le ha servido la filosofía en su carrera como actriz?
M.G.: Cuando tomo un personaje, lo asumo desde diferentes puntos de vista, evitando juzgarlos y navegando en las profundidades de la mente humana para ver las diferentes capas de ese personaje. Alguna vez un director dijo que una buena actuación es cuando un actor piensa y reflexiona frente a la cámara, que es tan importante lo que dice como lo que calla.
SEMANA: Pese a que su carrera comenzó en Colombia en distintas novelas y películas, ha brillado más fuera del país. ¿Siente que no ha sido profeta en su tierra?
M.G.: No lo creo. Desde el comienzo de mi carrera me sentí respaldada por Colombia y tuve nominaciones en premios nacionales. He sido jurado en el Festival de Cine de Cartagena, en los Macondo, en los India Catalina. Sí es cierto que en los últimos años tuve que rechazar varios personajes allá porque es difícil estar en dos lugares separados por un océano.
SEMANA: ¿Cómo describe trabajar con una diva como Mónica Bellucci?
M.G.: A ella no le gusta que le digan diva, pero lo es. Tiene una carrera inspiradora. Un día le dije en el rodaje que Malena me había marcado, que me hizo llorar. Uno la veía como un sueño de mujer, la mujer perfecta. Y aun ahora es una mujer con una belleza fuera de lo común. Trabajar con ella fue inesperado y muy lindo.
SEMANA: Es innegable que la belleza de Bellucci es superlativa. Algunos dicen que hizo un pacto con la juventud. Pero, injustamente, muchos la han encasillado solo como una bomba sexi...
M.G.: Ella ha hecho una carrera excepcional y se ha movido entre el cine de autor y el comercial, ha corrido riesgos. Recuerdo Irreversible, que fue una historia muy dura. Su papel de María Magdalena y también la he visto en comedias y hasta haciendo de Cleopatra. Cuando estuvo en James Bond demostró que las chicas Bond no tienen edad. Y ha trabajado con grandes como Kusturica. Claro, cuesta imaginarla en un papel que no sea el de una mujer hermosa, pero no se ha quedado en eso. Ella misma dice que la belleza pasa muy rápido. Y eso inspira. Cuando trabajas con ella, te das cuenta de que además es una mujer muy inteligente que habla varios idiomas.
SEMANA: ¿Alguna vez sintió el ‘fantasma’ de ser la latina a la que solo le ofrecen papeles de inmigrante?
M.G.: Lo sentí sobre todo en Estados Unidos. Tuve la suerte de estar en dos series top, Narcos y Homeland, pero para historias propiamente norteamericanas había expectativas de unos estereotipos en los que no encajaba. Me decían de frente que esperaban a una persona más étnica, más voluptuosa o con un acento más fuerte en inglés. “No pareces colombiana”, decían. Y yo me sentía la más colombiana de todas. En Europa no tanto. Aquí he hecho papeles de todas las nacionalidades, y como manejo el francés desde niña, a veces ni siquiera notan que soy extranjera. Próximamente, espero tener la nacionalidad, porque a veces con pasaporte colombiano estamos un poco limitados.
SEMANA: En alguna época usted se resistió a las historias sobre narcotráfico. ¿Cómo termina en Narcos?
M.G.: En una época no quise hacer nada relacionado con ese tema por todo lo que nos había afectado y no tenía ganas de contarlo. Hasta que llegó Narcos y resultaba imposible rechazar ese personaje. Era una serie internacional que venía de estar nominada al Emmy y los Golden Globe. Y dije: “Si al fin voy a hacer algo sobre este tema, lo haré en la mejor serie”. Hubo una época en la que en Los Ángeles y en Europa me reconocían por esa serie.