Frank Sinatra | Foto: EFE

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SINATRA SINIESTRO

Frank Sinatra afirmó que jamás dejaría que se contara la historia de su vida, "pues en ella había varios episodios que lo avergonzaban". Esto impulsó a una periodista norteamericana, Kitty Kelley, a emprender, en 1982, la investigación de los detalles de la vida del famoso cantante.

27 de octubre de 1986

Que se escriba una biografia sobre su vida y se venda como pan es algo con lo que muchos sueñan en secreto. Y cuando finalmente se concreta el sueño, el afortunado puede sentir el orgullo de haberse convertido en celebridad. Menos Francis Albert Sinatra.

Para "La Voz", tan esperada biografía se convirtió en la confirmación de su leyenda negra. Y con seguridad que él esperaba que asi fuera. 

Por eso en una oportunidad afirmó que jamás dejaría que se contara la historia de su vida, "pues en ella había varios episodios que lo avergonzaban".

Esta advertencia, sin embargo, fue suficiente para desencadenar un voraz apetito por la verdadera historia de Frank Sinatra. Ello impulsó a una periodista norteamericana, Kitty Kelley, a emprender, en 1982, la investigación de los detalles de la vida del famoso cantante. Y lo que descubrió explica con creces porqué Frank Sinatra instauró una demanda de dos millones de dólares en su contra, con la esperanza de frenar su publicación: vinculaciones con la mafia, romances tortuosos, abortos, violencia, intentos de suicidio...

Esto, y mucho más, aparece publicado y debidamente sustentado en el libro "A su manera: la biografia no autorizada de Frank Sinatra", que la revista norteamericana People condensó en dos entregas.

Fueron tres años de trabajo, y más de 800 entrevistas con personas que tuvieron relación con Sinatra. El resultado es un libro revelador, implacable, del cual SEMANA publica algunos extractos. Los vecinos de la "pequeña Italia" de Hoboken estaban acostumbrados a ver impreso en los periódicos el nombre Sinatra. La familia había tenido problemas con la ley. Tres de los tíos de Frank estaban en la cárcel por distintos delitos. Su padre, Marty, de profesión bombero, había sido acusado en una oportunidad de recibir objetos robados. Y su madre, Dolly, practicaba abortos ilegales. Cobraba entre 25 y 50 dólares por caso, y había convertido esta actividad en un negocio tan rentable, que frecuentemente estaba viajando a Jersey City, Lodi, Weehaken, Union City y Paterson con su "pequeña bolsa negra".

Anna Spatolla Sinatra, casada con un primo de Sinatra, cuenta que incluso tenía una mesa especial para practicar abortos en su propia casa. "Yo fui tres veces" recuerda. "Me hacía acostar en aquella mesa, que estaba instalada en el sótano. Ella sacaba un alambre muy largo, con una medicación especial en uno de sus extremos. Luego me daba instrucciones para que me diera duchas de Lysol tres veces al día, y tomara píldoras de quinina".

En 1923 el "negocio" de Dolly salió a la luz pública. Ello se debió a que realizó en su sótano un aborto a una joven mujer que casi pierde la vida. Esta tuvo que ser llevada al hospital de urgencia, a donde llegó en un estado muy crítico. Dolly fue arrestada y sometida a juicio. Le fue otorgada la libertad condicional durante un término de cinco años.

Según testimonios recogidos por Kitty Kelley, la autora de la biografía, el caso fue especialmente traumático para el pequeño Frank. "Nunca hablaba de ello, pero oía que a su madre la llamaban "asesina de bebés".
Esa puede ser la razón por la cual, una vez Sinatra logró salir de Hoboken, jamás regresó".

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Los primeros años de Frank Sinatra

Pasó el tiempo. En 1934, en Nueva Jersey, a donde había viajado a pasar las vacaciones de verano en casa de una tía, Sinatra, entonces de 18 años, conoció a Nancy Barbato, de 16. Era una pequeña y graciosa niña italiana, hija de un estuquista, cuyas hermanas se habían casado todas con abogados y contadores, lo que sedujo definitivamente a la madre de Frank, quien la aprobó de inmediato.

Antes de contraer matrimonio con ella, en febrero 4 de 1939, Frank le hizo jurar a Nancy que jamás se interpondría en el camino de su ambición. "Voy hacia la cima, le dijo, y no deseo que ninguna mujer vaya agarrada de mi cuello". Nancy se lo juró.
Los primeros años fueron dificiles económicamente. Después de pagar la renta y la alimentación, la mayor parte de los exiguos ingresos de los recién casados (ella trabajaba como secretaria, y él como camarero cantante) se iba en satisfacer la manía de Frank por la ropa. Necesitaba vestirse caro para sentirse importante, y admitia que la ropa nueva halagaba su ego. Nancy, en cambio, confeccionaba su propia ropa, y a veces hasta cortaba sus vestidos para que Frank pudiera estrenar una corbata nueva en alguna de sus presentaciones. "Algún día seremos ricos", le decía en aquella época Frank, "con los ojos aguados". Pero los primeros respiros económicos de la pareja le abrieron a Sinatra un mundo que hasta ahora desconocia: el de las mujeres.

Adios, Hoboken

En enero de 1940 Frank comenzó a ensayar con la banda de Tommy Dorsey, y unos pocos meses después grabó su gran primer hit, I‘ll Never Smile Again ("Jamás volveré a sonreír").

Recién nacida su primera hija, Nancy Sandra, en 1940, comenzaron los problemas del matrimonio. Nancy sabía que Frank andaba con otras mujeres, y eso la sumía en largas sesiones de lágrimas. La primera gran ruptura ocurrió en octubre de ese mismo año, cuando Frank viajó a Los Angeles con la banda de Dorsey para inaugurar el Palladium de Hollywood. Allí conoció a una rubia actriz, Alora Gooding, que se paso a vivir con el cantante. Fue la primera de una gran cadena, incluyendo a una niña de 16 años, de la que Frank se enorgullecia diciendo que era "carne fresca de un convento".

En 1942 Sinatra abandonó la banda de Dorsey, y bajo la asesoria de George Evans, el mismo agente de prensa que representaba a la crema artistica de la época--Duke Ellington, Lena Horne y Kitty Kallen--se convirtió rápidamente en uno de los artistas más sensacionales de la época.

Sinatra no había estado presente en el nacimiento de su primera hija, Nancy. Tampoco cuando a comienzos de 1944 nacio su primer hijo, Frank. No manifestaba mucho afán por volver a casa. Durante dos meses y medio más permaneció lejos de su familia, trabajándole a la posibilidad de convertirse en actor de cine, mientras dormia cada noche en los brazos de una chica diferente.

Entre tanto, Nancy se mudó a California en compañía de sus hijos. La cercanía de su suegra la ahogaba. Pero alli, los rumores de las conquistas y orgias de su marido, continuaron llegándole puntuales.

La esposa fiel

La sede de las fiestas de Sinatra era el apartamento de un compositor de canciones, Jimmy Van Heusen, a donde, según la autora del libro, "llamaba prostitutas, que entraban y salían a diario". Un día Frank llego acompañado de Marlene Dietrich. Uno de los presentes asegura que ella entró, sonrió modestamente, permitió que Sinatra la tomara de la mano y la condujera al dormitorio.

En las revistas de la época también se mencionaban al lado de Sinatra nombres como Lana Turner y Marilyn Maxwell. Pero siempre que los periodistas la entrevistaban, Nancy, la paciente esposa, tenía una sola respuesta: "Todo el resto del mundo puede querer a Frank, pero el me quiere sólo a mí, y yo soy la que lo espera cuando él viene a casa".

Cuando iba a casa, sin embargo, como en las navidades de 1945, Sinatra demostraba algo diferente. En aquella oportunidad, Nancy vio a una joven invitada que llevaba en el dedo un anillo exactamente igual a uno que Frank le habia regalado. Y fue entonces cuando recordó que ella se lo había dado semanas antes a su esposo para que lo llevara a arreglar a la joyería.

Aparece Ava

A pesar de estos desplantes y de sus escandalosas infidelidades, Nancy se aferraba con fuerza a su matrimonio. Apostándole a un nuevo comienzo, la pareja invirtió 250 mil dólares en una casa con jardines y piscinas en North Carolwood. Y también mandó a construir una casa de 150 mil dólares en Palm Springs, con una piscina en forma de piano. En junio de 1948 nació la tercera hija del matrimonio Sinatra, Cristina. Pero ni aun entonces Frank dejó de buscar compañía femenina por fuera de su hogar, y no siempre tan discretamente como hubiera sido deseable para la tranquilidad de su familia.

Una madrugada, a las 3 a.m., Sinatra llamó a uno de sus agentes de prensa, Jack Keller, y le soltó una gorda: "La actriz Ava Gardner y yo acabamos de abalear todo el pueblo de Indio, California". El agente no podía creer lo que escuchaba. "Yo y esta muchachita estábamos un poco borrachos, y decidimos manejar hasta aquí desde Palm Springs.

Queríamos divertirnos un poco. Entonces utilizamos los dos revólveres que llevo siempre entre la guantera del carro... para disparar sobre unos cuantos bombillos y vitrinas". "¿ Y hay alguien herido?", preguntó el agente con gran nerviosismo. "Bueno, dijo Sinatra, ahí estaba ese hombre, y una de las balas rozó su estómago".

Para las diez de la mañana del día siguiente Keller había invertido 30 mil dólares en silenciar en Indio la escandalosa diversión de Sinatra y de su amiga de turno. Envío a Ava a su apartamento de Los Angeles y a Frank a su casa, al lado de Nancy y de sus hijos.

Ava Gardner fue un capítulo importante en la vida de Sinatra. Eran muy parecidos. Ambos tenían inseguridades con respecto a su falta de cultura. Ambos fumaban como chimeneas, eran fuertes bebedores de alcohol, eran amantes de los deportes sangrientos--él el boxeo, ella los toros--, y ambos parecian estar a la búsqueda permanente de acción, aventura y emociones.

Su romance fue escandaloso. Como ex novia de Howard Hughes, Ava era permanentemente vigilada por detectives pagados por el millonario, y Frank comenzó a serlo también. Y esto lo enfurecia de los celos. Entonces Ava, como prueba de su desapego por Hughes, arrojó un brazalete de diamantes que éste le había regalado poco tiempo antes, a través de la ventana del hotel Hampshire House de Nueva York. Jamás se lo devolvieron.

Los celos de Sinatra por la Gardner aumentaban con el paso de los días. Ella, enojada porque el divorcio del cantante estaba tomando tanto tiempo, lo provocaba con la compañía de otros hombres, especialmente italianos. Tenian terribles peleas. Pero Ava le hacia saber a Frank que ya no estaba brava abriendo su frasco de perfume y esparciéndolo por la escalera de la casa playera en la que la pareja se daba cita con frecuencia.

Hasta el momento, el romance no pasaba de los murmullos. Pero en enero de 1950 la pareja fue "pichoneada" en un restaurante por un fotógrafo, y la evidencia apareció al día siguiente publicada en las primeras planas de los periódicos. Esto fue demasiado para Nancy, quien, humillada, contrató un abogado y echó a Sinatra de la casa. Pocos dias más tarde anunció la separación. Pero animada por el apoyo de la Iglesia Católica y de la prensa de Hollywood, se negó a concederle el divorcio. Tenía la esperanza de que Sinatra volviera a casa y sabia que el cantante se sentia culpable por haber abandonado a su familia, especialmente a la pequeña Nancy, su favorita.

Intentos de suicidio

Ava y Frank reñían con frecuencia. En una de aquellas peleas, Sinatra llamó a Ava a una fiesta en casa de su ex esposo, el músico Artie Shaw. "Llamo a despedirme", le dijo. "No te podré llevar allí a donde voy". Inmediatamente se escucharon dos disparos. Ava llamó a la Policía. Cuando llegaron a la suite del Hampshire, Sinatra estaba fumando tranquilamente entre la cama. "Esta mujer está loca", le dijo a la Policia, refiriéndose a la Gardner.

En otra oportunidad se pelearon en un restaurante, después de una larga velada de bebida y ruleta. Ava regresó a Hollywood y Sinatra a su chalet donde ingirió una sobredosis de píldoras para dormir. Su valet lo encontró inconsciente. Un médico le bombeó el estómago, e informó del incidente a la Policia local. La noticia voló. Pero para el momento en el que los reporteros localizaron a Sinatra, éste andaba nuevamente de mano cogida con Ava, negando rotundamente el intento de suicidio. Se casaron en noviembre de 1951.

Para el momento de su primer aniversario de matrimonio, la pareja viajó a Nairobi, donde Ava representaria uno de los papeles protagónicos en la pelicula "Mogambo". Poco tiempo después Sinatra regresó a los EE.UU., para hacer algunas pruebas para la pelicula "De aqui a la eternidad". En el intermedio se supo que Ava habia volado a Londres, donde se internó en una clinica privada. Dijeron que había perdido un bebé. Pero quienes la acompañaron en este trance afirman que para este momento, Ava odiaba tanto a Sinatra, que no soportaba la idea de tener a su bebé y prefirió abortarlo.

En octubre de 1953 se anunció el esperado divorcio. Veinte días más tarde Frank fue encontrado en el suelo del apartamento de un amigo suyo en Manhattan, con sus muñecas cortadas.

Mientras se recuperaba en el Hospital de Sinai, sus agentes de prensa hablaron de un accidente con un vaso roto. A partir de ese momento el repertorio de Sinatra se llenó de canciones tristes y melancólicas.

Ya en su casa, en privado, tenía accesos de furia. Azotaba contra el suelo fotografías de Ava, o las rompia en pedacitos, que horas más tarde reunia y pegaba nuevamente. En una oportunidad, después de pegar los pedazos, descubrió que le hacia falta el de la nariz. Mientras lo buscaba desesperadamente, timbraron a la puerta. Venian de la licoreria, a traerle una botella. Cuando se abrió la puerta, el pedacito faltante voló. Fue tal el agradecimiento de Sinatra, que se despojó de su reloj y se lo regaló al mensajero.

A partir de entonces fueron muchos los brazos femeninos por los que el cantante pasó en su intento por recuperarse del romance con Ava. La actriz Mona Freeman, Judy Garland --a quien "botó" cuando ella quiso convertirse en la señora Sinatra--y Elizabeth Taylor. Esta última quedó embarazada al poco tiempo, y aspiraba a casarse con Frank. En cambio de eso, él le arregló un aborto.

Sinatra nunca pudo olvidar a Ava. 

Muchos años después conservaba en su casa un pequeño óleo de la Gardner con una vela que encendía todos los días. El gran secreto, en opinión de algunos de sus mejores amigos, es que Sinatra jamás logró conquistarla.


El capítulo Bacall

No había nadie en Hollywood a quien Sinatra admirara más que a Humphrey Bogart. Su cinismo lo fascinaba. Este, a su vez, admiraba a Sinatra. Lo consideraba una especie de Don Quijote.

En febrero de 1956, a Bogart se le diagnosticó un cáncer de la garganta.
Le quedaba menos de un año de vida.
Pero mientras a Bogart se le extinguían sus últimos meses de vida, el amor de su esposa, Lauren Bacall, con Frank Sinatra iba creciendo.

En enero de 1957 Bogart falleció.
El sentimiento de culpa de Sinatra le impidió asistir al funeral de su amigo.
Pero a partir de entonces se le empezó a ver con frecuencia en compañía de la Bacall, hasta que finalmente le propuso matrimonio, un año más adelante.

Cuando la noticia apareció en los periódicos, revelada por Lauren, Sinatra montó en cólera. Le dijo a su prometida que era mejor que dejaran de verse durante un tiempo. Y lo decía en serio. Pasaron seis años antes de que volvieran a hablarse, y eso porque se encontraron por casualidad.

Otras que siguieron no fueron más afortunadas. A Natalie Wood, por ejemplo, la insultaba todo el tiempo.
No obstante, le dio una fiesta sorpresa el día de su 21 cumpleaños, y cuando Natalie cumplió 22, le envió 22 rosas, que fueron entregadas una por una, cada hora.

Las conquistas que sólo duraban una noche, eran muy bien tratadas antes de hacer el amor. A la mañana siguiente Frank las arrojaba de su casa, hechas un mar de lágrimas.


El hombre del presidente

Era esta imagen "juguetona" de Sinatra la que fascinaba al presidente Kennedy.

Vivía pendiente de lo que el cantante estaba haciendo, y especialmente con quién.
A finales de los 50 y comienzos de los años 60, Sinatra le presentó a Kennedy una buena cantidad de mujeres.
Entre ellas había una joven de 25 años llamada Judith Campbell, cuyo romance con el Presidente duró cerca de dos años.

Durante todo ese tiempo hubo dos llamadas diarias, una estadía de cuatro días en el Plaza de Nueva York, y románticos interludios en Palm Beach, Chicago, Los Angeles y en la casa de los Kennedy en Georgetown, cuando Jackie estaba ausente.

A pesar de que Sinatra estaba al tanto de este romance, también le presentó a la Campbell a Sam Giancana, el jefe de la mafia de Chicago, muy amigo del cantante. Este hombre bajito, calvo, que fumaba tabacos cubanos, manejaba un Cadillac rosa y hablaba por un lado de su boca, era el sucesor de Al Capone, y como tal, era un personaje encumbrado de la Cosa Nostra, el sindicato nacional del crimen. Controlaba las maquinitas de juego, la prostitución, las apuestas, los narcóticos, los agiotistas, los extorsionistas y los falsificadores de la zona de Chicago.

Frank nunca llamaba a Giancana o a sus matones "mafia" sino "los chicos". Y lo unía con este personaje una amistad tan especial, que Sinatra siempre terminaba su repertorio en los clubes nocturnos cantando "Chicago es mi clase de ciudad", en homenaje a su amigo Sam. Cuando se corrió la voz de que era un protegido de Giancana nunca más nadie volvio a buscarle camorra a Sinatra. Gianca no era un asesino.
Gracias a los buenos oficios del cantante, la Casa Blanca y la mafia compartieron en aquella época los mismos intereses: Judith Campbell.


El padre de familia

Tantas mujeres privaron a Sinatra del tiempo necesario para criar a sus hijos. Ese trabajo se lo dejó, entonces, a su primera esposa, Nancy.

De sus tres hijos, la favorita era la mayor, Nancy Jr. A Tina no la determinaba y a Frank Jr. no lo queria.
Este, sin embargo, buscaba llamar permanentemente la atención de su padre imitando sus maneras, su forma de cantar y de hablar. Y eso a Sinatra lo desesperaba.

El poco tiempo que les dedicaba a sus hijos lo compensaba con costosos regalos: generalmente en las navidades, había una torre de presentes bajo el árbol para Nancy y Tina, pero apenas uno o dos para Frankie.

Cuando Nancy, la favorita, cumplio 19 años, quedó embarazada.
Su madre le sugirió que abortara, pero ella se negó. Prefirió casarse con Tommy Sands, un joven cantante que no adivinaba lo dura que sería la vida al lado de la hija mayor de Frank Sinatra. La malcrianza de Nancy Jr. influyó bastante en este malogrado matrimonio. Tommy no resistía que Nancy recibiera de su padre costosos obsequios, incluyendo joyas y abrigos de pieles, que él no podía soñar con costear. Finalmente se divorciaron.


Esta es la mía

Filmando una película en 1964, Sinatra conoció a Mia Farrow. Ella tenía 19 años, Frank 48. Con su largo pelo rubio y lacio y sus enormes ojos azules, Mia parecía pura y fresca. Nada comparable con el prototipo de las mujeres de Frank Sinatra.

A pesar de que, según palabras de la autora del libro, "Mia era astuta, ambiciosa, manipulativa", Frank la veia ingenua e indefensa y le inspiraba un sentimiento de protección.

Luego de más de un año de cortejos, Frank le regaló a Mia un anillo de compromiso que le costó 85 mil dólares. Pero la fecha de matrimonio todavía parecia lejana.

Fue entonces cuando algunos amigos invitaron a Sinatra a comer y le aconsejaron que acabara esta absurda relación con una joven a la que llevaba más de 30 años. Frank montó en cólera, arrojó un cenicero contra la ventana del establecimiento y volteó la mesa sobre la que minutos antes el grupo jugaba amistosamente a las cartas. De inmediato llamó a su apoderado, le pidió que gestionara una licencia matrimonial, citó a un juez, ordenó ponqué y champaña.
En julio 19 de 1965, mediante una ceremonia civil de 4 minutos de duración y mientras en las calles se escuchaba con fuerza el último hit de Sinatra, Strangers in the Night, los pronunciaron marido y mujer.

"¡Ah!", dijo Ava Gardner cuando se enteró. "Siempre supe que Frank terminaría en la cama con un niño pequeño".

Las noticias de la boda impactaron a Frank Jr. Interrogado sobre su opinión, cuando se preparaba para presentarse en un club nocturno, respondió a los periodistas: "Voy a dedicar cinco minutos a cantar unas canciones de mi padre porque, como él lo confesó en un momento de debilidad ese es exactamente el tiempo que él me ha dedicado durante toda su vida".
Un comediante, Jackie Mason, se presentaba por aquellos días en Las Vegas, y encontró en el matrimonio Farrow-Sinatra una mina de chistes para su espectáculo. Estos se hicieron muy pronto famosos, y corrían de boca en boca. Principalmente el referente al ritual nocturno de la pareja: "Frank remoja su caja de dientes, y Mia cepilla sus frenos... luego ella se quita los patines y los coloca muy cerca a su bastón. Y mientras él se quita su tupé, ella deshace sus trenzas".

A las cinco de la tarde de febrero 13 de 1967, Jackie Mason estaba sentado en un carro al frente de su apartamento de Miami. Súbitamente un hombre se avalanzó sobre el vehículo y, abriendo la puerta del chofer, arremetió a puños contra su cara con una manecilla de metal, mientras le decía: "Le advertimos que dejara de usar material de Sinatra en su acto". Le rompió la nariz y los pómulos. El comediante nunca dudó de que Sinatra había estado directamente comprometido en este acto de violencia.

Aunque recién casados Frank había aceptado que Mia continuara su carrera cinematográfica, sus largas ausencias lo mortificaban profundamente.

En 1967 Mia firmó con la Paramount para filmar "El bebé de Rosemary". En medio de la filmación, tuvo que ser internada en un hospital.
Cuando volvió a aparecerse en el estudio, tenía magulladuras y cardenales a todo lo largo de su cuerpo, como si hubiera sido fuertemente golpeada.
Al mismo tiempo su mejor amigo y apoderado, David Susskind, recibió la llamada de una "dama" de la mafia, que era su amiga. Esta le advirtió que Sinatra lo había tomado entre ojos por ayudarle a Mia en sus pretensiones cinematográficas. Y le advirtió que, si quería conservar la vida, no deberia volver a Las Vegas o Miami.

Para este momento ya Mia había decidido que no le acomodaba el papel de la señora Sinatra. Por un lado estaban sus indeclinables aspiraciones profesionales. A estas se sumaban ciertas diferencias políticas, como la posición de ambos frente a la guerra del Vietnam, y generacionales: él tomaba whisky, ella fumaba marihuana. El se emborrachaba, ella se "sollaba". El disfrutaba el boxeo, ella estudiaba meditación trascendental. El adoraba la comida italiana, ella comia con un yogur. El apostaba.
Ella bordaba. El se realizaba en Las Vegas. Ella florecia en la India con el Maharashi Maresh Yogi.

Cuando Frank quiso obligar a Mia a que trabajara con él en la pelicula "El detective", y ella se negó, se produjo la ruptura final, en 1968.

Nuevamente Frank se vio envuelto en escandalosos líos de faldas. El más famoso de ellos fue el de una prostituta que se quejó porque "Frank y sus amigotes no la habían tratado bien".
Contó que después de una fiesta que había durado toda la noche, Frank la invitó a quedarse a desayunar y ordenó dos platos de huevos con jamón.
El cantante se comió los suyos directamente del pecho de la damisela, con cuchillo y tenedor. A la dama hubo que compensarla con dinero, a cambio de que echara tierra sobre el asunto.

Siguieron más mujeres, muchas mujeres. La belleza británica Pamela Churcill Hayward, la actriz Hope Lange, Victoria Principal... hasta llegar finalmente a su actual esposa, la ex de Zeppo, uno de los famosos Hermanos Marx, con quien duró casada trece años, hasta que se enamoró de Sinatra.

¡QUE BARBARA!
Sinatra y Barbara Marx comenzaron a verse en 1971. Ella todavía estaba casada. Barbara, una ex modelo sin humor, sin inteligencia y quién sabe sin qué más otras cosas, era sin embargo hermosa, dulce y paciente.
También muy ambiciosa, pero no con respecto a una profesión, pues no deseaba trabajar, sino para casarse con un hombre pudiente. Adoraba las joyas.

La hermosa rubia de ojos azules comenzó a servir de anfitriona en las fiestas de Frank, lo acompañaba en la cancha de tenis y viajaba con él alrededor del mundo. También permitía que el cantante la zurrara e insultara públicamente de vez en cuando.

Aún así, Barbara quería casarse con Frank y comenzó a presionarlo.
El se rehusó, y a finales de 1974 dejó de verla. Pero dos años después, en mayo de 1976, Sinatra cambio de parecer y le pidió que se casara con él.
Le regaló un anillo de diamantes por valor de 360 mil dólares.

Una vez casados, Frank le dio a la nueva señora Sinatra carta blanca para que redecorara sus propiedades al costo que fuera, y la alentó para que comenzara a hacer trabajos de caridad y colaborara con distintos voluntariados, a los que la pareja hizo contribuciones cuantiosísimas. "Sólo donamos millones", le respondió Barbara a una mujer que les pidió una contribución de US$ 1.000.


La muerte de Dolly

Cuando la madre de Sinatra, Dolly, falleció en 1977 en un accidente de aviación, su hijo quiso honrar su memoria. ¿Qué mejor manera que contraer matrimonio católico con su esposa protestante de seis meses?
Por este motivo, Sinatra decidió solicitar la anulación del matrimonio con su primera esposa, Nancy, quien a pesar de lo ocurrido durante todos estos años, no había perdido la ilusión de que Sinatra regresara a su lado.

Frank recibió su anulación en 1978 y contrajo matrimonio católico con Barbara. Para Nancy, su primera esposa, la anulación fue una humillación que jamás pudo superar.

"LA VOZ" EN EL GOBIERNO
La antipatía de Sinatra por Ronald Reagan a mediados de 1960--cuando nadie soñaba que llegaría a la Presidencia de los EE.UU.--era intensa.
Decía que era un "bobo peligroso de ideas elementales". Y juró que se mudaría de California si Reagan salía algún día electo gobernador. También hablaba mal de su esposa, Nancy Reagan, y hasta la ridiculizaba a través de sus canciones.

Pero cuando Reagan fue elegido presidente ya Sinatra no cantaba esas canciones. Ni pensaba que Reagan era un bobo peligroso. Por el contrario, se había convertido en el íntimo amigo de la pareja, y en especial de Nancy.

Con esta última, almuerza frecuentemente en privado. Pero la amistad es más que social. Cuando Frank se enteró del intento de asesinato al presidente Reagan, voló a Washington para estar al lado de Nancy. Bailó con ella la mayor parte de la noche en la fiesta de la velada de Año Nuevo de 1984, lo que puso muy celosa a Nancy Sinatra, hasta el punto de negarse a asistir a la misma festividad al año siguiente. Sinatra se sentó al lado de la Primera Dama en el balcón Truman, a observar el espectáculo de los juegos pirotécnicos el pasado 4 de julio. Y ofreció comprarle a Nancy las joyas que ella pidió prestadas para usar en el matrimonio del principe Carlos de Inglaterra. Además, donó diez mil dólares a su proyecto de redecoración de la Casa Blanca, le ayudó a la señora Reagan a promover el programa de "abuelos adoptados" cantando con ella en la Casa Blanca y después grabando un disco, e inclusive aceptó volar a Washington para ser la atracción sorpresa en un homenaje organizado en su honor.

Nancy, a su vez, ha dependido de Sinatra en todo lo relacionado con los entretenimientos de la Casa Blanca, convirtiéndolo en el "zar" no oficial de los espectáculos que se presentan en las cenas de Estado que ofrece el presidente Reagan.

La única fricción ocurrida entre la Primera Dama y el cantante se produjo cuando la reina de Inglaterra visitó los EE.UU. hace tres años. Frank quedó encargado de organizar una cena en los estudios de la 20th Century Fox, con las instrucciones precisas de Nancy Reagan de que resultara un gran espectáculo de gala.

Pero Frank descubrió que no había sido invitado a la cena que la reina de Inglaterra oficiaría la noche siguiente en su yate Britania, en honor de los Reagan, y esto lo volvió loco de la envidia. Frank obligó al consejero presidencial a que llamara al Palacio de Buckingham para sugerir su invitación. Pero pasó una semana, y en vista de que no recibía respuesta alguna, Sinatra resolvió renunciar a la organización del homenaje a la reina.

No obstante este incidente, la amistad de Sinatra con los Reagan continuó inquebrantable, y se mantiene así hasta la actualidad. Casi no hay cena de gala, fiesta diplomática o celebración oficial en la Casa Blanca en la que Sinatra no figure entre los invitados especiales.


Y ahora ¿Qué sigue?

Después de las millonarias ventas de la "biografía no aprobada" de Frank Sinatra, cabe preguntarse si al famoso cantante va a cambiarle la vida.

Por ahora, es de suponer que "La Voz" ha comenzado a sonar un poco ronca en los oídos de una opinión pública que finalmente ha visto confirmada la leyenda negra de Sinatra en el libro de la Kelley. Sus revelaciones han acercado más a Sinatra a la imagen del villano, y lo han alejado, en cambio, de la del tierno galán enamorado del amor.

No se sabe qué precio tenga eso en la otra vida. Lo único que se sabe, es que en esta se paga a costa de prestigio y popularidad.