TELEVISIÓN

Fernando Gaitán más allá de sus novelas

Hace un año el país le dijo adiós a Fernando Gaitán, el genio que le dio vida a personajes inolvidables como Betty y Gaviota. Pasará a la historia como el hombre que cambió para siempre la forma de hacer telenovelas en Colombia.

2 de febrero de 2019
Gaitán nació en Bogotá el 9 de noviembre de 1960. Ganó cuatro premios India Catalina, varios Tv y Novelas y el galardón internacional Brandon Tartikoff. | Foto: imagenreina- jet set

En 2006 la revista Cromos le preguntó a Fernando Gaitán cuál sería su final ideal. Sin pensarlo mucho, el libretista respondió que “de un infarto fulminante”. Agregó, eso sí, que ojalá lo agarrara rodeado de las personas que más amó y luego de haber tenido una noche llena de excesos: música, cigarrillos, whisky y buena charla. Y como si fuera un libreto que él mismo escribió, así murió 13 años después: en su casa, de un paro cardiorrespiratorio y rodeado de muchos amigos en su funeral.

La noticia de su muerte el 29 de enero conmocionó al país entero. No solo porque a sus 58 años todos pensaban que habría Gaitán para rato, sino porque su exitosa carrera parecía estar en un punto de inflexión. La adaptación al teatro de Yo soy Betty, la fea le había dado una nueva vida a su obra, y hace solo unas semanas, él mismo había confirmado que empezaría a grabar una miniserie con Sony Pictures, la primera de sus producciones desligada del canal RCN.

Como muchos genios,forjó su vida a punta de experiencia. Antes de convertirse en un hombre de televisión, Gaitán trabajó como periodista en El Tiempo por varios años, pero a los 22 comenzó a escribir libretos para programas de concurso.

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Poco a poco fue haciéndose notar y pronto le encargaron los guiones de Azúcar (1989), que escribió con Mauricio Navas. Luego hizo un par de novelas más, pero saltó a la fama en 1994 con Café, con aroma de mujer, una novela que retrata la historia de Gaviota, una mujer aguerrida e inteligente que lucha por superarse y logra cumplir lo imposible: pasar de ser una campesina recolectora de café a una gran empresaria.

Gaitán demostró que las mujeres comunes y corrientes, de carne y hueso, también podían protagonizar y triunfar.

Con este personaje Gaitán se alejó de los estereotipos de las protagonistas de entonces: mujeres bellas pero débiles, que no tenían liderazgo y no mostraban una historia relevante. De ahí en adelante, ese fue su mejor talento. Demostrar que las mujeres comunes y corrientes, de carne y hueso, también podían protagonizar y triunfar.

Pero ese solo fue uno de sus aciertos. Gaitán también tuvo la audacia de combinar a la perfección universos conocidos pero poco usados en las telenovelas. Entre esos, temas tan cotidianos y universales como el café, la corrupción y la belleza. Su secreto, quizá, era combinarlos con un humor inteligente y usar el melodrama como el mecanismo para atraer la atención del público. “Sus historias tienen una mezcla rarísima que viene del periodismo y la crónica, donde tuvo sus inicios”, explica Omar Rincón, crítico de televisión.


Entre los grandes éxitos de Gaitán están ‘Café, con aroma de mujer‘ (1994), Hasta que la plata nos separe (2006) y ‘Guajira‘ (2006). 

Con Café, Gaitán alcanzó los índices de rating más altos del país en ese momento, pero también abrió el camino para que el talento audiovisual colombiano empezara a tener reconocimiento en el mundo, pues la novela salió en todos los países de Latinoamérica. Tuvo tal éxito, que ha circulado de generación en generación durante décadas la anécdota según la cual Margarita Rosa de Francisco -Gaviota en la novela- eclipsó la visita presidencial de Andrés Pastrana a Cuba. “Antes de ‘Café’, nos habían convencido de que para llegar a otros países teníamos que hablar neutro, sin acento, pero Fernando hizo una novela con acento paisa y demostró que podíamos crear nuestro propio camino”, cuenta el realizador Dago García.

Años después con Guajira, Hombres y Carolina Barrantes, Gaitán repetiría la historia. No había duda de que tenía una habilidad sin igual para retratar muy bien las grandezas y miserias de la sociedad colombiana y, además de eso, lograr que el público se identificara con sus personajes. “Realmente le preocupaba el país y quería hacer algo con esa realidad”, agrega Rincón.

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Sin embargo, el sello definitivo de sus novelas llegaría con Yo soy Betty, la fea (1999), una propuesta arriesgada que contra todos los pronósticos logró romper definitivamente los esquemas de la telenovela clásica.

A nadie en la historia de la televisión se le había ocurrido poner de protagonista a una fea. Pero Betty, la mujer con frenillos, mal vestida, fracasada en el amor, y en últimas, común y corriente, logró enamorar al público. Y la manera singular que Gaitán tenía de ver el mundo fue la clave. En efecto, en la novela no había espacio para la denuncia social, la guerra y los asesinatos que asediaban al país a finales de los noventa. Pero la historia de Ecomoda era prácticamente un universo que representaba a la sociedad colombiana.

El sello definitivo de sus novelas llegaría con Yo soy Betty, la fea (1999), una propuesta arriesgada que contra todos los pronósticos logró romper definitivamente los esquemas de la telenovela clásica.

“El problema del desempleo profesional afecta a todas las familias. Pero el elemento de éxito fue la identificación con el temor a ser feos. No hay nadie en el mundo que no haya sufrido por eso”, explica Dago. Gracias a ese elemento, Betty se conviritó en la novela más exitosa de la historia: la emitieron en más de 180 países, la doblaron a 15 idiomas y hasta el momento la han adaptado en 22 países del mundo. Con Betty, RCN logró superar su crisis financiera y el talento colombiano demostró estar entre los mejores del mundo.

Foto: Gaitán nació en Bogotá el 9 de noviembre de 1960. Ganó cuatro premios India Catalina, varios Tv y Novelas y el galardón internacional Brandon Tartikoff.

Pero más allá de los éxitos de sus novelas, Gaitán no podía alejarse de su papel de contador de historias. Quienes lo conocieron testimonian que amaba contarlas y escucharlas. Podía pasar horas relatando cómo en su infancia adoptó un gato negro que finalmente terminó siendo una pantera; o escuchar con la paciencia de un santo la historia de cualquier extraño que se le acercaba en la calle. “Para ser tan genio era muy humilde”, dijo a SEMANA uno de sus mejores amigos Daniel Piccioto.

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Gaitán también creía en la bohemia. Por eso la música, la literatura, el arte y el teatro lo obsesionaban. En esa búsqueda le apostó más de una vez a abrir negocios de diversion que no prosperaron. “Se empeñaba en tener sitios para llevar músicos y compartir con sus amigos, pero ninguno le funcionó”, cuenta María Alejandra Villamizar, periodista y su amiga cercana. Su faceta de amigo y padre también formaba una parte fundamental de Gaitán. Quienes lo conocieron íntimamente sabían que no tenía ojos sino para su familia, y que cultivar la amistad era uno de sus grandes placeres.

“nadie perderá a Gaitán si los nuevos narradores aprenden su esencia": Dago

Era un fanático del jazz y podía pasar horas descubriendo compositores que luego en sus reuniones con amigos iba mostrando para pedir una opinión. “Contaba con todos los juguetes. 30 controles remotos, equipos para música y video, pero no tenía ni idea de cómo utilizarlos. Solía decir que tenía más plata que tiempo”, agrega Villamizar. Como cualquier otro genio, muchos coinciden en que era desorganizado, que escribía de noche y dormía poco, “pero se le notaba cuando estaba escribiendo. Era divertido, contaba historias increíbles, repetía anécdotas de su infancia, y uno veía cómo iba incorporando cosas de su vida a los libretos”, dice Picciotto.

Sus amigos cuentan que pasó por momentos difíciles en los últimos años, pero de un tiempo para acá estaba en una de sus mejores épocas. “Lo tenía feliz la noticia de que iba a grabar con Sony, fue un proceso muy largo en el que él finalmente logró mirar hacia afuera”, explica Villamizar. Pero la vida, tan injusta, le tenía preparado otro final.

Gaitán ganó con creces un lugar entre los grandes creadores de la televisión colombiana, con otros genios como Bernardo Romero, Mónica Agudelo, Martha Bossio, Julio Jiménez y Mauricio Navas. Y mientras algunos, como Rincón, afirman que con su muerte se pierde una de las mentes más prolíficas de la televisión colombiana, otros, como Dago, creen que “nadie perderá a Gaitán si los nuevos narradores aprenden su esencia”.