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CON NADADITO DE PERRY

Guillermo Perry Rubio: De izquierdista arrepentido a peso pasado del gabinete

3 de agosto de 1987
Guillermo Perry

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Cuando era apenas un niño en trance de adolescente, de voz atiplada y lampiño, su ambición más íntima era la de ser escritor. Para cristalizar parte de su afición por las letras fundó con Daniel Samper uno de sus compañeros del Gimnasio Moderno, el "Club literario lápiz y papel" (CLYP). "Aunque la mayoría de mis cuentos y poemas eran y han sido clandestinos, publiqué monstruosidades en El Aguilucho, la revista del colegio", dice el actual ministro de Minas y Energía, Guillermo Perry. Gordito y bajito, cinco en todo menos en gimnasia, no pensó entonces, cuando repartía su tiempo entre el tenis y el estudio, que años más tarde se convertiría en uno de los hombres que jugaría un papel clave para cambiarle la cara y la dimensión a la economía colombiana.


PISANDO CALLOS

No fue precisamente su afición por las letras, sino su facilidad y gusto por las matemáticas, lo que definió el rumbo de lo que sería una brillante trayectoria profesional. Alumno destacado de la facultad de ingeniería eléctrica de la Universidad de los Andes y de economía del HIT, fue llamado a colaborar en la administración Lleras Restrepo, en el Departamento Nacional de Planeación. Allí, el estudiante hippie con simpatías maoístas, se puso una corbata y fue progresando dentro de la tecnocracia hasta llegar a ser secretario general. 

Su paso por el cargo se prolongó durante cuatro meses de la administración Pastrana, tiempo después del cual resolvió retirarse, junto con otros compañeros de fórmula, Roberto Junguito, Jorge Ruiz Lara y Antonio Barrera, por discrepancias con el gobierno de las cuatro estrategias. En ese momento se asilaron todos en Fedesarrollo, entidad recién fundada por Rodrigo Botero y en los siguientes cuatro años se sembró la semilla de lo que sería más tarde esa especie de "brain trust" que, a partir de 1974, orientaría la política económica colombiana.


Como director de Impuestos Nacionales durante el gobierno de López Michelsen y siendo ministro de Hacienda Rodrigo Botero, fue el "niño prodigio" (apenas 29 años) que se inventó la reforma tributaria más drástica desde 1936. "Fue uno de los proyectos más ambiciosos en países en desarrollo, para tener un sistema tributario moderno, progresivo y redistributivo", dice Perry.


Pero la reforma pisó callos que eventualmente aceleraron el final de la luna de miel del mandato claro y sus tres millones de votos. Demasiados callos para algunos. Según Jorge Ospina, ex jefe de Planeación Nacional del gobierno de Betancur, "Fue una reforma innovativa, pero excesivamente ambiciosa. Introdujo, casi que por primera vez, el sistema de ganancias ocasionales y de rentas presuntivas. Las tarifas tan altas y el aumento de los impuestos que generó produjo, inevitablemente, la rebelión de los contribuyentes. Esto trajo como consecuencia la necesidad de retroceder en algunos aspectos. Fue tan confiscatoria que aumentó cada vez más las evasiones y las elusiones que condujeron, finalmente, a las amnistías de los años 80". El mismo Perry reconoce que durante el período de emergencia económica del gobierno de López y posteriormente con una serie de contrarreformas legales, se debilitó la estructura tributaria establecida. Además, añade el actual ministro, "a partir de 1977 aumentó la evasión y esto, junto con las modificaciones que se introdujeron en la legislación, debilitaron el alcance de la reforma".


Su paso por la Administración de Impuestos que duró hasta 1976, dejó la impresión de que Perry era brillante para generar ideas, pero no precisamente el hombre para la administración rutinaria de las mismas.


Habrían de pasar 10 años antes de que regresara a la burocracia oficial. Marginado de la nómina de los gobiernos de Turbay y de Betancur, Perry volvió a su habitual caldo de cultivo, Fedesarrollo, en donde retomó la línea de la investigación en materia de recursos energéticos y de política fiscal. Se desempeñó también como asesor y consultor de varios proyectos oficiales. Participó en el Estudio Nacional de Energía y en el Estudio Nacional de Aguas, lo mismo que en la Misión de Finanzas intergubernamentales, que sirvió de base para el desarrollo de la descentralización fiscal impulsada por el gobierno de Betancur. Y fue aún más lejos al convertirse en asesor de reformas tributarias en países tan exóticos como Indonesia y Gambia.

DEL ROJO MAO AL ROJO DALE

Mientras se consolidaba su prestigio profesional, tuvieron lugar importantes cambios en su vida personal durante esa década. Después de un breve matrimonio de tres años con Isabel Londoño Alvarez, pasó a convertirse en uno de los solteros más cotizados, algo con lo que nunca había contado. Su apariencia de hombre solo y melancólico, mezclada con su alma de rumbero, ejercían gancho suficiente con las mujeres como para acreditarle la reputación de "gallinazo" que entonces se ganó. 

Políticamente también hubo cambios. Sus simpatías pasaron de Mao a Bojote. En otras palabras, el MOIR fue remplazado por el samperismo. Conoció a Ernesto Samper cuando era presidente de ANIF y participó con él en la campaña de López del 82 en la elaboración de los programas.


Al final de ésta y a pesar de la derrota, había sucumbido, como muchos, a esa combinación de simpatía y futuro que proyecta Ernesto Samper.


Pocas decisiones habrían de resultarle más rentables. En las pasadas elecciones, que habrían de constituir la resurreccción de Samper y su consagración como figura nacional de la noche a la mañana, Perry figuró como suplente para el Senado. Su nombre parecía inicialmente darle peso técnico a la lista de Samper. Pero aun así, su participación era considerada más formal que efectiva. Por eso se vio sorprendido el mismo 7 de agosto, día de la posesión de Virgilio Barco.


Una llamada de Gustavo Vasco a las ocho de la mañana le abrió las puertas del Ministerio. "El Presidente necesita una hoja de vida tuya, le dijo Vasco. Mándamela adornadita como para un Ministerio de Minas".


Los adornos no eran necesarios. La realidad era que, en ese momento Perry era el colombiano que más conocía la problemática minera y energética del país, por cuenta de una profesión de ingeniero eléctrico combinada con una vida de investigación.


Pocas horas después, Guillermo Perry desfilaba en la Casa de Nariño en el famoso episodio del "besamanos" ante el nuevo jefe del Estado, quien no lo reconoció.
Como ministro su campo de acción ha sido mucho más amplio que el de la cartera de minas. Su voz tiene mucho peso tanto en materia económica, lo cual era de esperarse, como en materia política, lo cual no era tan previsible. En estos días de procesos de paz, un izquierdista desilusionado con la problemática del país en la cabeza, es un gran activo en un gabinete.

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