SOCIEDAD

La herencia de Franco

La recién fallecida hija del dictador dejó 615 millones de dólares. Pero no solo los nietos del generalísimo pelean por esa herencia, sino también organizaciones civiles y gubernamentales que consideran que es dinero robado en sus 40 años de dictadura.

17 de febrero de 2018

España transitó a la democracia en 1975, pero el legado de Francisco Franco quedó casi intacto. Si bien en 2007 el gobierno desmontó algunas estatuas alusivas a su dictadura y las calles ya no llevan los nombres de sus generales, los restos del dictador aún reposan en un mausoleo enorme a las afueras de Madrid, construido por prisioneros políticos. Sin embargo, en diciembre murió María del Carmen Franco y Polo, única hija del generalísimo, y ese hecho puede tener consecuencias inesperadas en el tratamiento de la memoria del dictador y en lo que pasará con el cuantioso patrimonio que este reunió tras cuatro décadas de poder dictatorial.

Por el lado de su familia, como se podía esperar, hay riñas. Los siete nietos se pelean detalles de la jugosa herencia a pesar de que su madre la dejó bien establecida, y también disputan los títulos nobiliarios que el entonces rey Juan Carlos le dio a la señora: duquesa de Franco y señora de Meirás. Ante todo sorprende que la hija de Franco haya dejado una fortuna de casi 615 millones de dólares. La cifra, que según varios analistas podría ser dos veces mayor si se cuentan posibles fondos desconocidos, explica el tira y afloje entre sus descendientes, que no son ningunas joyitas. Pase lo que pase, algo es seguro: el futuro de estos y de sus hijos está más que asegurado.

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Carmen Martínez, la primera nieta de Franco y la mayor protagonista de la revista de sociedad Hola después de Isabel Preysler por sus múltiples matrimonios, escándalos y apariciones en el programa de televisión Mira quién baila, ya le dejó en claro a Francisco Franco, el mayor de los nietos varones, que ella ostentará los títulos. Y la ley está de su lado. A ‘Francis’ poco le ayuda su situación legal, pues recientemente lo condenaron a 30 meses de cárcel por arrollar intencionalmente una patrulla de Policía luego de una persecución a alta velocidad en 2012. Jaime, su hermano menor, no sale mejor librado si se considera que, en 2009, recibió una sentencia a un año de cárcel, que no pagó, por golpear a su novia en un hotel.

Como anota Mariano Sánchez Soler en su libro Los Franco, S.A.: ascensión y caída de la familia del último dictador de Occidente, solo España le permitió a la familia de su dictador preservar todas sus posesiones y privilegios luego de la transición a la democracia. Por esta razón, junto con los nietos pelean varios agentes del Estado y miembros de concejos comunales y organizaciones civiles, que ven en la muerte de Carmen Martínez la oportunidad perfecta para reclamar. Aseguran que el dictador robó muchas propiedades y creen que deben regresar a sus dueños. En efecto, se solía decir que Franco no robaba nada, pues consideraba que todo era suyo.

El caso más sonado es el del Pazo de Meirás, un palacete del siglo XIX en Galicia, región natal del general, ‘cedido’ en 1938 a la familia Franco, que lo usó de refugio veraniego hasta 2016, cuando comenzaron a estallar protestas. Goretti Sanmartín, la vicepresidenta del concejo provincial, les dijo a medios locales: “Franco le robó esta casa a los gallegos. La queremos de vuelta”. Y no es el único caso. Curiosamente, el Pazo se puede visitar y la Fundación Nacional Francisco Franco gestiona la operación.

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Considerando que muchas de esas propiedades llegaron a la familia por cuenta del poder intimidante que ejerció desde el final de la Guerra Civil (1936-1939) hasta 1975, la voz de Sanmartín no es la única. Emilio Silva, líder de una organización por recuperar la memoria histórica e hijo de una de las 150.000 víctimas civiles del franquismo, considera una vergüenza que el Estado jamás haya investigado seriamente las muchas expropiaciones ilegales. De paso, aprovechó para denunciar la Fundación Franco, argumentando que hoy en Alemania sería difícil encontrar una entidad con el nombre de Adolf Hitler.

Ahora, resta ver si desde lo más alto del gobierno le siguen el paso a esta nueva ola. Hay un nuevo rey, la coyuntura se presta, pero desde Madrid la voluntad política siempre ha flaqueado en este tema.

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