Testimonio
Hunter, el hijo pródigo de Joe Biden, relata su infierno con las drogas
Hunter Biden, el hijo problema del presidente Joe Biden, cuenta en sus memorias lo bajo que cayó por su adicción al crack, el acoso de Donald Trump y cómo un milagro de amor salvó su vida.
“En los últimos cinco años, mi matrimonio de dos décadas (con Kathleen Buhle) se acabó y llegó un momento en que me desconecté de todo, viviendo en moteles a 59 dólares la noche, mientras hería a mi familia más que a mí mismo”, cuenta en Beautiful Things: A Memoir, libro en que destapa su verdad, tras sufrir el escarnio público por sus demonios.
Además, es alcohólico: “He estado tan desesperado por un trago que no podía esperar a recorrer la cuadra entre la licorera y mi apartamento para destapar la botella y darme un sorbo”.
A los 14 años, un amigo lo invitó a pasar la noche en su casa, se robaron unas cervezas y se emborracharon. Esos primeros tragos significaron una revelación: “Se fueron mis inhibiciones, mis inseguridades y también mi buen juicio. Me sentí completo, llenaba un vacío que no sabía que tenía”. A los 18, lo arrestaron por posesión de cocaína.
El abogado se explaya en las peripecias a causa del crack, residuo de la fabricación de cocaína altamente adictivo y un problema de salud pública en Estados Unidos.
“El mejor momento para comprar era antes del amanecer, en un lugar poco aconsejable para estar a las cuatro de la mañana, con un puñado de efectivo en el bolsillo y sin armas. Aprendes pequeños trucos para protegerte. Nunca te acercas a alguien antes de que se te acerque: no puedes parecer muy ansioso (como si presentarse a cualquier parte a esas horas no fuera lo suficientemente desesperado), porque cualquiera que está en el negocio del crack está para estafar”.
A veces adquiría la droga a través de otros, a quienes les daba dinero para que compraran droga para él y para ellos. Pero como “no hay honor entre los adictos”, en Nashville, donde pasó cuatro días drogándose, uno de ellos le robó 1.500 dólares.
Otro riesgo al que están expuestos estos consumidores es a que no les vendan crack, sino polvo para hornear o pastillas maceradas. “Lo enciendes y estás drogado incluso antes de oír los estallidos de la quema –el crack– sin importar si es auténtico o no. Esa anticipación te deja sin aliento. Estudios han demostrado, y lo he comprobado con mi experiencia, que la ráfaga más feroz ocurre en los nanosegundos antes de que tus labios toquen la pipa. Solo un segundo más tarde puedes determinar si estás fumando crack de verdad, y para ese momento tu conexión con la realidad puede desaparecer y no regresar en mucho tiempo”.
Su madre, Neilia Hunter, iba al volante del auto, ocupado además por él y sus hermanos, Beau, de 3 años, y Naomi, de 1. De repente, un camión los embistió en una intersección. “Mi mamá y mi hermanita murieron casi que al instante. Beau fue sacado de los escombros con una pierna rota y una miríada de otras lesiones. Yo sufrí severas fracturas en el cráneo”, evoca.
Ahí nació su especial conexión con Beau, quien le repetía “te quiero, te quiero, te quiero” en el cuarto del hospital, donde, días después, su padre tomó posesión como senador, hecho que fue noticia nacional.
“Beau y yo nunca hicimos el duelo por nuestra madre y nuestra hermana, porque éramos muy chicos, pero también por la heroica manera en que nuestro papá ha conducido a la familia, envolviéndonos en su cariño constante”, afirma.
En 1988, estuvo a punto de perder al hoy mandatario, quien sufrió dos aneurismas y una embolia pulmonar. Todo salió bien a la postre, pero la desventura volvió a tocar la puerta cuando el cáncer cobró la vida de Beau, “la persona que más he amado en el mundo”.
“Le retiramos el soporte vital en la mañana del 29 de mayo de 2015. Casi no respondía y escasamente respiraba. Los doctores nos dijeron que moriría a las pocas horas. Me senté a su lado y tomé su mano”, relata sobre cómo su hermano exhaló el último suspiro entre sus brazos.
Luego, estalló su desenfreno, porque el fantasma de la pena agazapada reaparecía.
Hunter se sincera sobre su romance con Hallie, la viuda de Beau, que se inició en 2017 tras su divorcio, fruto del dolor por la pérdida compartida, según explica.
La controversia no se hizo esperar, y muchos clientes lo desecharon y tuvo que renunciar a su puesto en la junta del Programa Mundial de Alimentos.
El presidente y su esposa, Jill, a quien Hunter considera su madre, los apoyaron. Finalmente, las cosas no funcionaron y la pareja rompió en 2019 cuando Hunter seguía enganchado al crack.
Este problema fue aprovechado por Donald Trump para desprestigiar a Biden en la pasada campaña presidencial. Además, acusó a Hunter de corrupción en sus actividades en Ucrania, que nunca se han comprobado, pero el lío dio un revés inesperado, pues desembocó en el primer impeachment a Trump.
En una de sus farras, alguien le dio el teléfono de Melissa Cohen, pues creía que harían buena pareja, y la llamó.
Al día siguiente se encontraron, a los pocos minutos se declararon su amor a primera vista, a los seis días se casaron y hoy tienen un bebé, Beau.
En cuanto a la adicción, ella le dijo: “Se acabó”, y borró de su teléfono y computador todos los contactos relacionados con la droga.
También le votó el crack, no dejaba que fuera solo al baño e hizo que abandonara la bebida poco a poco. En fin, Hunter tuvo una rehabilitación milagrosa, que le atribuye al amor de Melissa, su padre y a su hermano, Beau, pues cree que lo cuida desde el cielo.