POLÉMICA
En Rusia están muy molestos con ‘Los últimos Zares’, la nueva serie de Netflix
Muchos critican a la producción, que cuenta la historia del zar Nicolás II y de Rasputín, por su énfasis en las escenas sexuales y por sus imprecisiones históricas, como mostrar el mausoleo de Lenin cuando él aún estaba vivo.
La vida del zar Nicolás II siempre ha generado fascinación. El último zar de Rusia, un hombre atrapado por las malas decisiones y por un imperio que se desmoronaba, le abrió el camino al comunismo con su incompetencia y acabó con siglos de historia real, que habían comenzado con Iván el terrible, por allá en 1533.
Por eso siempre ha estado rodeado de mitos que ya hacen parte de la cultura popular, como la infidelidad de su esposa con el místico Grigori Rasputín, la influencia de este último en las decisiones de gobierno, la enfermedad del príncipe Alexei (su heredero) o la supuesta desaparición de su hija Anastasia.
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Por eso Netflix, en un esfuerzo por acercarse más a sus audiencias, decidió apostarle a una serie que se centrara en su periodo histórico: Los últimos zares, que desde este mes está disponible en la plataforma.
“¿Qué es lo que falla en Los últimos zares de Netflix?: todo”, escribió el portal ruso de noticias Fontanka.
En un estilo innovador, que mezcla la ficción con el documental, la serie va alternando la historia del zar, de su familia y del monje Rasputín, con las opiniones de expertos e historiadores sobre ese periodo.
Errores históricos y mucho sexo
Pero a pesar de ese esfuerzo por darle peso académico a la historia, en Rusia están bastante molestos y creen que la serie está llena de errores históricos. “¿Qué es lo que falla en Los últimos zares de Netflix?: todo”, escribió, por ejemplo, el sitio de noticias Fontanka, de San Petersburgo.
Y es que el show tiene varios yerros. Desde los básicos, como mostrar la Plaza Roja con el mausoleo de Lenin en 1905, cuando él ni siquiera había llegado al poder y seguía vivo planeando la revolución, hasta mostrar los muros del Kremlin de color rojo, cuando en esa época estaban pintados de blanco.
A eso se suman varios errores en el vestuario y en la cronología de los hechos. Aparecen, por ejemplo, prendas sintéticas, pieles falsas y bisutería barata, así como la imagen de un monasterio armenio en vez del monasterio en los Urales que solía visitar Rasputín. “Después de estos asuntos, es muy difícil tomarla en serio”, dice una reseña del diario ruso Argumenty i Fakty.
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Otra cosa que molesta a los rusos es el exceso de escenas sexuales de la pareja real, que muestran al zar como un hombre poco capacitado para el sexo. En la noche de bodas, por ejemplo, se puede ver a la zarina Alexandra con los pechos al aire decirle a Nicolás II: “¡Usted tiene que ser fuerte! ¡Usted es el zar, el amo del país!”.
“Para ser honesta, estoy decepcionada, porque después del gran éxito de Chernobyl esperábamos algo similar”
El periodista Fyodor Krasheninnikov criticó en Facebook otra "escena repugnante", cuando la zarina reza en voz alta rogando por su hijo mientras hace el amor. “La serie solo le gustará a la gente que quiera ver a la zarina desnuda”, indica Argumenty i Fakty.
Una gran decepción
En Rusia, muchos han tomado la serie como una gran decepción, pues esperaban más de Netflix, teniendo en cuenta el éxito de Chernobyl, de HBO, que fue muy bien recibida por su exactitud histórica y por su precisión al mostrar la vida en la Unión Soviética durante los años de la tragedia.
Rasputín y la zarina Alexandra, en una escena de la serie. Han criticado mucho los vestuarios
“Para ser honesta, estoy decepcionada”, indicó la periodista Yevgeniya Zobnina a TV Rain. “Porque después del gran éxito de Chernobyl esperábamos algo similar”.
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Los críticos, además, destacan lo barato de la producción, cuando se trata de una riquísima dinastía que gastaba enormes sumas en lujosos y pomposos actos y ceremonias y en adornos como los huevos Fabergé.
Netflix, hasta ahora, no se ha pronunciado sobre las críticas a la serie.
* Con información de AFP