ESTADOS UNIDOS
La hora de Jared Kushner, el yerno poderoso de Trump
El millonario esposo de de la hija de Trump, Ivanka, se perfila como uno de los poderes en la Casa Blanca de su suegro. Esta es su historia.
En 2009, Jared Kushner entró a la vida de Donald Trump cuando se casó con su atractiva y emprendedora hija Ivanka. El empresario y dueño de un periódico era tan buen partido, que por él Ivanka se convirtió al judaísmo ortodoxo. Pero era difícil imaginar en ese momento que siete años después el joven millonario estaría en la posición de influir en quién entra o sale del gabinete del futuro gobierno. El destino hizo lo suyo, y eso es exactamente lo que Kushner hace ahora.
Durante la campaña su rol fue creciendo, y poco a poco se convirtió tanto en el defensor más recalcitrante de Trump como en su consigliere más cercano. Ahora que las elecciones quedaron en el pasado, el yerno se ratifica como el hombre fuerte del presidente electo, a quien el nepotismo no parece importarle. Por esto, medios como The Wall Street Journal aseguran que, a sus 35 años, lo ubicará en un alto cargo en la Casa Blanca. Kushner es poderoso ahora, pero su alcance solo aumentará con el tiempo.
Creció en el seno de una familia acaudalada de Nueva Jersey dedicada al negocio inmobiliario. Su padre Charles lo consideró su sucesor en Kushner Companies y lo mantuvo al tanto de los movimientos del emporio, mientras estudiaba bachillerato y luego derecho en Harvard. Michael Wolff de The New York Times anota que entró a la prestigiosa universidad luego de que su padre donó 2,5 millones de dólares a la misma, pero aun así nadie le quita mérito posterior: se graduó y luego obtuvo un MBA y un doctorado en Jurisprudencia de la Universidad de Nueva York (NYU).
En 2005, a los 24 años, echó mano de toda su audacia al asumir el timón de la empresa familiar. Lo tuvo que hacer pues su padre, en un episodio cuyas consecuencias se sienten hoy, se declaró culpable de 18 acusaciones por evadir impuestos, ofrecer donaciones ilegales por 385.000 dólares a la campaña política de un gobernador demócrata y manipular testigos. Este último cargo, como asegura el portal Bloomberg, parece sacado de la serie The Sopranos: Charles contrató a una prostituta para seducir a su cuñado y grabó el episodio en video para castigar a su hermana, a quien creía aliada de las autoridades.
Por todo este sumario fue a parar a la cárcel, condenado a dos años de los que solo pagó uno pues salió en libertad condicional. Durante ese tiempo Jared acompañó a su padre en prisión, consoló a su madre y atendió de maravilla el negocio, del cual tomó las riendas totalmente en 2008 cuando asumió como CEO. Incluso se alejó de sus aspiraciones de ser abogado penalista, pues según aseguró al medio The Real Deal el episodio le hizo ver que las persecuciones legales arruinan familias, y jamás quiso estar del otro lado de esa historia.
Pero como la vida da muchas vueltas, el tema regresó con fuerza en las últimas semanas. Chris Christie, gobernador de Nueva Jersey y exprecandidato presidencial republicano, fue el fiscal general que logró la condena de Charles
Kushner en 2005. Una vez perdió su opción, Christie fue el primero en subirse al bus de Trump y apoyarlo sin reparos, razón por la cual alcanzó a sonar como su fórmula vicepresidencial. Durante la campaña Kushner y Christie trabajaron de la mano, casi obligados, pero cuando Jared vio oportunidad empezó a tramar su venganza. En su momento bloqueó la opción de Christie a la Vicepresidencia, y se ha ensañado con más fuerza contra él. Se aseguró de disminuir su rol en el equipo de transición y ahora, uno por uno, ha destituido a sus fichas cercanas como
Kevin O’Connor, Mike Rogers, Bill Palatucci y Rich Bagger, aunque la campaña de Trump dice que son patrañas. Kushner se educó como un hombre de negocios, y no le tiembla la mano para tomar decisiones difíciles. En 2006 ya era dueño de The New York Observer, un diario reputado por sus grandes plumas. Adquirirlo por cerca de 10 millones de dólares le abrió las puertas de la esquiva sociedad neoyorquina. Recientemente, como respuesta a la caída de la publicidad tomó la dura decisión de cerrar la edición impresa. Y según parecen demostrar sus actos recientes, tampoco le tiembla la mano a la hora de cobrar cuentas pendientes.