VIAJES ESPACIALES

Los magnates del espacio

Jeff Bezos anunció que venderá 1.000 millones de dólares anuales en acciones de Amazon para financiar su exploración espacial. La lucha con Elon Musk, el gigante de Tesla y SpaceX, está servida. ¿Qué buscan los magnates por fuera de la Tierra?

15 de abril de 2017
Fotos: AFP

En 2001, a bordo del cohete ruso Soyuz, Dennis Tito se convirtió en el primer turista espacial de la historia. El estadounidense, quien tenía entonces 60 años de edad, pagó 20 millones de dólares por comprobar, con su propia manzana, que los efectos de la fuerza de gravedad, como dijo Newton, no se sienten fuera de la Tierra.

Después de eso, las fronteras de viaje cambiaron y también los intereses de los más poderosos. Ahora los ultramillonarios están empeñados en conquistar el espacio. Para la muestra, Jeff Bezos, fundador de Amazon, recién anunció que para pagar los astronómicos costos de su negocio de cohetes, Blue Origin, venderá 1.000 millones de dólares anuales en acciones de su Amazon.

Pero a juzgar por el tono del mensaje, Bezos le notificó a su rival de las galaxias, Elon Musk, el dueño de Tesla y también de SpaceX, que tiene el cinturón bien abrochado. No le quedaba otra, pues, de no actuar, Blue Origin quedaría defintivamente rezagado detrás de SpaceX, sobre todo después del éxito de su Falcon 9, que marcó el hito de los cohetes reutilizados, y del proyectado viaje para llevar a dos turistas a circundar la luna en su versión avanzada, el Falcon Heavy.

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El sueño de Bezos, el segundo hombre más rico del mundo después de Bill Gates, es poder enviar a sus primeros turistas al espacio en 2018. Y para cumplir esa ilusión tiene el cohete New Shepard, que cuenta con sistema de despegue y aterrizaje vertical totalmente reutilizable y una cápsula de pasajeros –de 15 metros cúbicos- equipada con seis asientos de cuero y las ventanillas más grandes jamás vistas en una nave espacial.

El recorrido aún es modesto. La nave, que tiene impreso el nombre del primer astronauta norteamericano que llegó al espacio, Alan Shepard, tarda 10 minutos en realizar un vuelo suborbital que no supera los 100 kilómetros de altura. Las fuerzas que el pasajero experimentaría a bordo son de 3G, 0G y 5G durante el despegue, el ingreso al espacio y el descenso, respectivamente.

Para alcanzar altitudes del tamaño de las ambiciones de Bezos, la compañía está trabajando en el New Glenn, un cohete mucho más grande, capaz de poner en órbita a satélites y personas. Y aunque el costo de hacer un vehículo con estas características es de 2.500 millones de dólares, para Bezos, que repite una y otra vez “quiero a la gente en el espacio”, no hay cero que valga.

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Que si es un asunto de gente rica, sí, pero no por mucho tiempo. El nuevo sistema de piezas reutilizables, al que le apuestan tanto Bezos como Musk, permite disminuir hasta en un 30 por ciento los precios de vuelo que hoy oscilan alrededor de los 250.000 dólares. Además, si este mercado se activa, muchos querrán invertir en el negocio, como ya sucedió con la compañía francesa de satélites de comunicaciones Eutelstat, que el mes pasado se proclamó primer cliente del New Glenn.

Para Musk, “el objetivo final es lograr que los cohetes dejen de ser desechables. Que puedan despegar y aterrizar las veces que sean necesarias, como un avión”. Y esto quedó claro, luego de que el Falcon 9 aterrizó por segunda vez en la Tierra, en una barcaza que lleva el nombre “Por supuesto todavía te amo”.

Llegar hasta este punto le costó al sudafricano, amo y señor de Tesla, varios millones de dólares, algunos intentos fallidos y 15 años de experiencia. Pero lo logró y ahora confía en que los hombres podrán viajar a Marte antes de 2020. En un plazo más largo, Musk pretende ser el autor de lo que él llama una “colonización marciana”: su sueño es ver despegar docenas de cohetes con más de 100 personas a bordo de las cápsulas. “La parte menos dura sería llevar a las personas hasta allá”. En ese escenario –asegura- lo complicado, realmente, sería mantener a la colonia viva y unida.

Por trazar objetivos como estos muchos afirman que el lanzamiento del Falcon 9 es mucho más ambicioso que el de New Shepard. Y aunque Bezos destacó la maniobra de desaceleración del cohete de su competidor, también sostiene que la nave no llegó a orbitar antes de su descenso.

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De todas formas es injusto pensar que las aspiraciones y metas de Bezos son tímidas, como sugieren sus detractores. Basta con traer a colación la frase con la cual reitera que “es hora de que Estados Unidos regrese a la Luna, y esta vez para quedarse” para saber que sus misiones no son ningún tigre de papel. Para él, la reutilización de los cohetes constituye un factor clave para que millones de personas, en un futuro no tan lejano, puedan vivir y trabajar en el espacio.

Pero mientras eso ocurre, el cohete Falcon Heavy ya tiene registrados a sus primeros pasajeros, quienes irán a la Luna el próximo verano en una misión que no se realiza desde hace 45 años. Como se usó en todos los programas lunares del Apolo, esta nave saldrá desde la histórica plataforma 39A, de Cabo Cañaveral en Florida. Vale la pena mencionar, además, que este cohete tiene un costo aproximado de 90 millones de dólares, el cual se pudo financiar, casi en su totalidad, gracias al programa de tripulación comercial de la Nasa, destinado a facilitar el transporte humano al exterior.

Las fechas que se trazan las compañías espaciales, no obstante, están sujetas a posibles cambios y esto es por temas de seguridad. Así pues, Musk admitió que el lanzamiento del Falcon Heavy –que tendrá 27 propulsores en su primera etapa- es uno de los retos más complicados a los que se enfrenta la compañía. No hay que olvidar tampoco que en múltiples pruebas el cohete Falcon estalló cuando estaba a punto de aterrizar verticalmente en medio del océano Atlántico.

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Al respecto de los tiempos, Bezos sostiene que “es un error correrle a una fecha límite cuando se habla de vehículos voladores y más si vas a meterle gente”. Y es que nadie quiere que una falla técnica, o humana, se lleve por delante la vida de una persona, como ocurrió en 2014 con la nave SpaceShipTwo, de Virgin Galactic, que en una prueba para llevar turistas al espacio se estrelló, un piloto falleció y el otro resultó gravemente herido.

Estos dos hombres, sin duda, revolucionaron el mundo de los negocios. Bezos, por un lado, con el comercio digital y Musk, por el otro, como el padrino de los carros eléctricos. Ahora, ambos titanes están luchando en un campo de batalla que no reconoce límites ni fronteras. Y el espectáculo apenas comienza.