JOHANA BAHAMÓN

La experiencia en una cárcel que le cambió la vida a Mark Rausch

El reconocido chef le dio el sí a la actriz Johana Bahamón para dictar un taller de pastelería en El Buen Pastor, de Bogotá. Esta experiencia les sirvió de aprendizaje a las reclusas, pero también al pastelero, quien jamás había pisado una cárcel. Este artículo hace parte de la revista Jet-Set.

29 de abril de 2019
Johana Bahamón fue nombrada en 2014 por el Ministerio de Justicia y del Derecho como Embajadora de Buena Voluntad para promover la resocialización y humanización del sistema penitenciario. | Foto: Juan Carlos Sierra

Cuando Mark Rausch entró por primera vez a la cárcel de mujeres El Buen Pastor de Bogotá, sintió miedo. “Me dio un poco de paranoia”, reconoce el chef pastelero, quien junto con su hermano Jorge son dueños de algunos de los restaurantes más prestigiosos de Colombia, entre ellos Criterión, en Bogotá, y Marea, en Cartagena.

“Para empezar, pasar por seguridad es difícil y tensionante, además uno no se sabe con qué tipo de personas se va a encontrar, ni cómo lo van a recibir”. Recuerda el día que de la mano de Johana Bahamón, directora de la Fundación Acción Interna, ingresó allí por primera vez para iniciar una experiencia, que pasó de producirle miedo a enseñarle agradecimiento, paciencia y compromiso: un taller de pastelería para las reclusas.

“Decidí no preguntar nada personal. Tenía claro que su pasado no era asunto mío. Solo me interesaba compartir con ellas todo lo que sé”: Mark Rausch.

“La clase inicial fue teórica”, cuenta Mark, quien estudió en culinaria en el Pacific Institute of Culinary Art, en Vancouver, y trabajó con algunos de los pasteleros más exitosos del mundo. Pero ni en Canadá ni en la Universidad Externado de Colombia, donde también estudió Hotelería y Turismo, lo prepararon para enfrentarse a más de 15 mujeres privadas de su libertad por crímenes, sobre los que él prefirió ignorar los detalles.

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“Decidí no preguntar nada personal. Tenía claro que su pasado no era asunto mío y porque solo me interesaba compartir con ellas todo lo que sé”. Después de la primera clase, Rausch se fue relajando tanto que se olvidó que la panadería estaba tras los barrotes.

Ya en confianza las reclusas le hicieron una petición que se convirtió en una de las lecciones de humildad y sencillez que recibió de ellas. Él traía libros con recetas sofisticadas y dignas de cualquiera de sus nueve restaurantes, pero sus alumnas tenían otra delicia en mente: “Me dijeron que desde que están en la cárcel nunca más volvieron a comer pizza”, recuerda, y suelta una carcajada.

Acostumbrado a ser quien manda entre sus ollas, hornos y sartenes, también aprendió a ceder y llegaron a un acuerdo: les enseñó a preparar focaccia, el pan típico italiano, parecido a la pizza, pero sin salsa.

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Ese lunes de octubre del año pasado, antes de salir, lo invitaron a recorrer las instalaciones de la cárcel. Solo le bastó con ver sus patios, para que se comprometiera aún más con el proyecto de la panadería.

“Vi cómo viven bajo condiciones no idóneas, ropa colgada por todas partes, cuartos para muchas personas... Son historias muy difíciles”. Se interesó, entonces, en escuchar con paciencia la experiencia de quienes tomaron giros equivocados en sus vidas y que ahora buscan herramientas para enderezar el camino.

“Salí con ganas de volver a compartir con esas mujeres valiosas que quieren aprender”. Desde entonces va dos veces al mes y, conmovido, admite que se ha encariñado con su grupo de alumnas quienes también cuentan las horas para volverlo a ver.

Hace seis años los colombianos dejaron de ver a Johana Bahamón en la actuación y el modelaje. Se fue a estudiar teatro terapia en Nueva York, y en 2013 creó su fundación.

                      Foto: La clase de pastelería se transformó en una reunión de amigos dos veces al mes. En el primer encuentro, Mark les enseñó a  sus alumnas a preparar focaccia, el tradicional pan de Italia. 

El proyecto de la pastelería es uno de los muchos que lidera Johana Bahamón en 30 cárceles en el país. Hace seis años los colombianos dejaron de verla actuando y modelando, para admirarla como un modelo a seguir.

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Entre sus programas consentidos se destacan el restaurante Interno, que funciona en la cárcel de mujeres de San Diego de Cartagena, y fue escogido por Time Magazine como uno de los cien mejores lugares del mundo, y la compañía de actores compuesta por reos, quienes desde hace cuatro temporadas participan en el Festival Iberoamericano de Teatro.

Además, hace poco inauguró una agencia de publicidad, única en el mundo, con presos de la Cárcel Modelo en Bogotá, a quienes capacitó durante ocho meses con profesionales de grandes compañías de esta área como MulenLowes, Mediacom, Facebook y Google, entre otros.

Agencia Interna, la nueva iniciativa, fue creada con el mismo principio con el que llevó a Mark Rausch a la prisión: “Trabajar solo con los mejores”.

* Este artículo hace parte de la última edición de la revista Jet Set