Televisión
“Josefa se fue, pero vuelve a Dejémonos de Vargas”: Maru Yamayusa
Después de 25 años, la actriz , que se hizo famosa por interpretar a Josefa Chivatá, en Dejémonos de vainas, volvió a encarnar a la empleada doméstica más querida en la historia de la televisión. Si bien por estos días se despidió del nuevo seriado, Maru afirma que habrá sorpresas.
A ella le pasó como a otros actores: gracias a su buena actuación, se ganó el cariño de la gente y prácticamente perdió su nombre de pila. En la calle siempre la llaman Josefa, pero también le dicen Aposentos Tuta o “ahí va la Yamayusa”. “De cualquier forma que me llamen, estoy agradecida, porque después de tanto tiempo que estuve por fuera sigo siendo reconocida”, afirma.
A sus 70 años hace un buen balance de su vida y dice que está lista para morir tranquilamente. Es madre de una hija especial, de 38 años, a quien se ha consagrado desde que quedó viuda hace 26 años. Es Yamayusa por un error tipográfico, pues la persona que debía escribir su crédito en televisión se equivocó y en vez de poner Yomayusa, como figura en la cédula, escribió Yamayusa. A su hermana Liz, en ese entonces gerente de Coestrellas, le gustó la sonoridad y ambas decidieron adoptar esa nueva identidad.
Comenzó en la televisión en 1975, cuando participó por primera vez en Dialogando, un seriado que estuvo al aire por 15 años entre las décadas de los setenta y ochenta. Maru recuerda que Jaime Velásquez fue su primer director, y Mauricio Figueroa, su compañero de escena. Cuando se le pregunta si es verdad que Carlos ‘Gordo’ Benjumea la descubrió, se apresura a decir que fue al contrario.
“Con mi hermana Liz descubrimos al Gordo en el Sena. Mi hermana estudiaba ahí y le gustaba ir al teatro. Como yo he sido, desde los 2 años de edad, la payasa de mi familia, ella me invitaba a las obras y desde ahí fue que el Gordo formó parte de nuestra familia. Él fue mi papá, mi maestro, mi amigo, mi consejero, un ser excepcional. Mi hermana Liz, su esposa hasta el día que murió, sigue de luto, no lo supera”.
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SEMANA: ¿Qué tan fácil o difícil fue regresar al personaje de Josefa en la serie Dejémonos de Vargas?
Maru Yamayusa: No fue complicado, pero tampoco fue tan fácil. Me tocó como los que manejan títeres, que los tienen guardados y luego los vuelven a sacar. Tuve que volver a estudiar programas viejos, mirar el perfil psicológico, volver a meterme en el personaje, ir a ferias campesinas y hacer estudio de campo para mirar qué evolución habría podido tener Josefa 25 años después, que ya es una mujer más madura, y así poder involucrarme con este proyecto, que tiene personajes novedosos, otras técnicas… Hice todo eso para volver a revivir a Josefa y que fuera un personaje creíble.
SEMANA: ¿Por qué su aparición fue tan corta en Dejémonos de Vargas?
M.Y.: Pues Josefa deja a su sobrina en la casa, no sé cómo se va a manejar eso, pero yo creo que estoy y no estoy en la serie. No es que ya salió Josefa, se murió o se perdió, no. En la calle me tienen loca con eso, la gente me para y me dice que no va a volver a ver la serie, que llamaron al canal a pelear. Y hasta una señora, tan bonita, que seguro cree que lo que pasa en televisión es real, me dijo: “Mire, mamita, si usted no consigue trabajo en otra casa, vaya a la junta comunal del barrio y dice que la echaron, y que miren qué la ponen a hacer, porque usted es cabeza de familia”. ¡Una belleza! Ese es el corazón del colombiano. Yo solo les digo: esperen, que seguro hay sorpresas.
SEMANA: ¿Sigue manteniendo alguna comunicación con el elenco de hace 25 años?
M.Y.: A mí me adoptó como madre Marisol Correa, la niña Margarita. Ella ha sido mi hija mayor. Yo me hablo con ella casi a diario, he viajado a Miami seguido y allá nos vemos, sigo muy pendiente de su vida, la admiro, somos familia de verdad. Yo la cogí de bebé en Dejémonos de vainas, y siempre estuve ahí, cuando se me enfermaba chiquita. También me hablo con Édgar Palacios, el Costeño, vivimos en el mismo barrio y, siempre que cumple años, el 20 de diciembre, lo llamo, y él también a mí, en mis cumpleaños. Con Benjamín Herrera, rara vez, pero sí nos hemos visto y, si necesito un consejo de carros, lo busco.
SEMANA: Quedó viuda muy joven. ¿Volvió a estar en pareja o no?
M.Y.: Yo sigo siendo viuda desde hace 26 años, soy virgen, qué pecado. Pero es que me dio mucho miedo que llegara alguien porque yo tengo una hija especial y le tuve mucho susto a eso de dar con alguien que fuera abusivo o enfermo sexual, me dio miedo exponerla a un varón. Ni siquiera ‘porfuerazos’ (risas).
SEMANA: ¿Cómo ha sido enfrentar la crianza de una niña especial?
M.Y.: Yo he sido mamá, médica, enfermera, porque ellos siempre presentan una patología nueva y nunca dejan de ser niños. Creo que me he graduado en todas las especialidades: neurología, cardiología, dermatología, psicología, y gracias a Dios soy instrumentadora quirúrgica, entonces debo estar muy pendiente de sus necesidades. No desperdicio mi tiempo, aprendí a manejar mi emocionalidad, mi sexualidad, no tengo ningún arrebato de esas cosas. Estos niños son unos maestros. Uno ha tenido inconvenientes, pero echa pa’lante, y Dios siempre me ha mandado ángeles, y he tenido milagros con ella, comprobables. A mi hija me la han matado un montón de veces. La última vez fue cuando estuve en MasterChef Celebrity, en 2019. Salí del reality a las tres semanas, y yo sé cocinar, qué pena, todavía digo mil disculpas, pero es que yo no estaba presente en el programa, porque me habían dicho que mi hija había hecho un cáncer hepático con metástasis y que le quedaban 15 días, pero luego le hicimos una tomografía y salió limpia. Eso sí, mandé a hacer oraciones por todo lado. Le dije a Dios: qué es esta mamadera de gallo.
SEMANA: ¿Cuánto piensa en la muerte?
M.Y.: A mí la muerte me encanta y lo hablo con mi hija. Se supone que muera primero yo, porque es la ley de la vida, y a mi hija, Catalina, le he explicado que la muerte es como un paseo, que es como cuando me voy de gira de teatro y duro dos semanas por fuera y regreso a la casa. Eso le digo, que si me muero primero, pues yo voy a estar pendiente de cuando le toque y vengo por ella. Catalina está convencida de que la muerte es un viaje y que después nos vemos.
SEMANA: ¿Cómo maneja la soledad Maru Yamayusa?
M.Y.: Cada día lo recibo con un gracias. Y no digo gracias por un día más, sino gracias por un día menos. Me gozo esto para que me llegue la vejez dignamente, sin estirarme la cara, así tenga cuello de cobra, porque me he adelgazado mucho. No sufro por eso, y gracias a mi familia no hay tiempo de estar solo, tengo cuatro hermanas y cada una tuvo hijos, y ellos, también, ya vamos en 26.