HISTORIA

La fatal travesía de una joven forense

La funcionaria de la Fiscalía, Ingry Torres, envió un video en el que registró la panorámica y contó que estaba perdida. 30 horas después hallaron su cuerpo en el fondo de un despeñadero en el Cañón del Chicamocha. ¿Qué pasó?

5 de junio de 2018
Ingry Araselly era antropóloga de la Universidad Nacional. | Foto: Fotomontaje Semana

De lunes a viernes Ingry Torres trabajaba con la muerte. Su labor era dar con cadáveres, analizarlos y establecer su identidad para así poder retornarlos a los dolientes en pena. Durante los fines semana la antropóloga forense dejaba a un lado su bata blanca con el rótulo del Instituto Nacional de Medicina Legal, y abrazaba la plenitud de la vida. La joven amaba la naturaleza y era una deportista aplicada.

Justamente ese era el plan el pasado domingo. A las 6 de la mañana Ingry, de 39 años, estaba lista para disfrutar de una exigente carrera atlética que le ocuparía todo el día. El reto era, partiendo de Aratoca, recorrer 75 kilómetros a través de los impresionantes riscos y senderos que definen la geografía sin igual del cañón de Chicamocha, en Santander. Si todo salía bien arribaría a la meta al caer la noche en la población San Gil. Pero no fue así.

La competencia “Chicamocha Cayon Race” se realiza anualmente desde 2013, y se requiere de cuatro días para llevar a cabo el evento en sus múltiples categorías. Las opciones son desde la caminata recreativa –10 kilómetros– para aficionados, hasta la ultra training de 100 millas –160 kilómetros–, reservada para corredores expertos que pueden afrontar día y noche sin descanso avanzando por terrenos escarpados. Más de 24 horas seguidas corriendo, bajar y subir 2 veces al Cañón, una o dos noches seguidas, las altas temperaturas y la dificultad más alta”, según se lee en la página oficial de la carrera. Hay también niveles intermedios como los 116 kilómetros. El corredor que ganó esta categoría impuso este año un récord: 14 horas y 8 minutos. Ingry, con el número 205, aspiraba a lograr 75 kilómetros tras 11 o 12 horas de empeño.

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Iba con tres compañeros de la Fiscalía de Bucaramanga –adonde trabajaba– también aficionados al deporte. Tras partir y avanzar un buen rato, le dijo a dos de sus compañeros que aceleraría el paso para tratar de alcanzar al otro amigo que iban bastante adelantado. “Me voy a alcanzar a Edwin”, dijo Ingry, y apuró el paso. Quedaron de reencontrarse al final de la competencia. Sin embargo nadie la volvió a ver. Hacia las 10 de la mañana las cosas se tornaron preocupantes.

A esa hora Ingry envió un video de 18 segundos en el que registró el paisaje y contó que estaba extraviada. No se le escuchaba angustiada ni cansada. Acorde con su personalidad dulce y en tono juguetón dijo: “Hola, me perdí, estoy por aquí, creo que cogí el camino que no era. Voy a devolverme y si algo los alcanzo, espero todavía tener tiempo para alcanzarlos (…) me espiné, se me perdió la plata…”.


Este es el video que Ingrid Torres hizo con su celular en medio de la carrera y que envió a sus compañeros contando que se había perdido entre los riscos del Cañón del Chicamocha.

Sus compañeros aseguran que la llamaron varias veces pero que no lograron comunicarse porque ella no los escuchaba. Y que al llegar al municipio de Jordán dieron la alerta a los organizadores de la carrera “Pero no hicieron nada para buscarla, decían que era normal tratándose de una carrera tan dura, que había que esperar”. Así transcurrieron las horas. Los amigos de Ingry a lo largo del día insistieron, confiaban en que en algún momento la señal celular sería mejor y que podrían hablar con ella. El teléfono de Ingry timbró hasta cerca de las seis de la tarde, probablemente a esa hora la batería se agotó.

Al comienzo de la noche, cuando llegó a la meta el último corredor de la categoría en la que participaba la antropóloga, los organizadores admitieron que algo estaba mal. Dijeron que enviarían una moto a buscarla pero pasó toda la noche sin ninguna noticia. Al siguiente día sus amigos decidieron acudir a la Policía. Las autoridades regionales, concretamente la Policía de Turismo de San Gil y una brigada de bomberos emprendieron la búsqueda.

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A media mañana los rescatistas lograron ubicar el risco en que Ingry grabó el video que envió. Tomaron ese punto como referencia y empezaron a peinar los senderos próximos a la zona. Y a las 3:30 de la tarde advirtieron la tragedia. Un cuerpo con las características de la forense yacía al fondo de un peñasco de 700 metros de profundidad. El cadáver se encontró en la zona escarpada de La Palmita de Aratoca.

SEMANA trató de comunicarse con los organizadores de la carrera pero no hubo respuesta. En sus redes sociales, donde está publicada amplia información sobre los resultados de la competencia, tampoco hay ningún pronunciamiento sobre la tragedia. Uno de los amigos de Ingry recibió esta respuesta de los organizadores el lunes antes de conocerse el desenlace fatal: “La organización está haciendo todos los esfuerzos para encontrarla. Agradecemos tener prudencia con este tema”.


Ingry Araselly Torres Recalde, nació en Cali, y estudió antropología forense en la Universidad Nacional. Era una mujer consagrada a su trabajo, entusiasta deportista y gran amante de los perros. Foto: Fotomontaje SEMANA

A unos 200 metros del punto en que Ingry grabó el video las autoridades encontraron una pequeña bolsa de mano con sus artículos personales (cédula, tarjeta bancaria, dinero y unos audífonos). La hipótesis inicial es que la forense resbaló y rodó por la peña. El CTI se encargó de rescatar el cuerpo. ¿Qué plan de seguridad contemplaba la carrera? ¿Quién regula este tipo de competencias que se dan en el filo de auténticos abismos? ¿Hubo realmente una búsqueda oportuna? Son algunas de las preguntas que se hacen las autoridades de Santander.

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Entretanto los familiares, amigos y compañeros de Ingry lamentan la absurda pérdida. Los allegados a la forense la definen como una mujer consagrada a su trabajo, deportista entusiasta y amante de los perros. En los últimos meses su labor profesional estaba enfocada en identificar científicamente a víctimas del conflicto que fueron sepultadas como NN en los cementerios del país, una misión derivada del acuerdo de paz.

La gran paradoja de la travesía fatal es que será el dictamen que se practique en Medicina Legal de Bucaramanga el que determine la causa y circunstancias del deceso de la joven antropóloga forense. Es decir, el laboratorio en el que trabajaba Ingry se encargará de dilucidar su propia muerte.

Este artículo se actualiza el 6 de junio de 2018 a las 10 am:

Luego de publicado este informe la organización de la carrera divulgó en sus redes sociales un comunicado donde se hace un recuento de lo sucedido y de las medidas tomadas para hallar a la corredora. El comunicado está firmado por Jaime Boada Ordóñez, organizador y director de la competencia. En este se explica que se aplicó un protocolo de seguridad y que en la búsqueda de Ingry Torres participó el Ejército, la Policía, Bomberos, el grupo de rescate del evento y la comunidad. Este es el comunicado completo: