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Joyas, ropajes y muebles: así será la parafernalia de la coronación de Carlos III
Para el magno evento de este sábado, la realeza británica desempolvará reliquias que solo se usan para coronar a los reyes.
Para entender bien lo que sucederá en la Abadía de Westminster, primero habrá que situarse en el Teatro de la Coronación, ideado especialmente para la ceremonia cuando el rey Henry III reconstruyó el templo. Allí se verán ubicadas varios tipos de sillas, que a algunos podrán parecerles muebles viejos, pero que poseen un valor incalculable.
La más significativa de todas es la Silla de Coronación, hecha para servir de marco a la Piedra del Destino o Piedra de Scone, de orígenes velados en la leyenda. Se cree que en ella recostó la cabeza el patriarca Jacob en el pasaje bíblico de Betel. Tras pasar por Egipto, España e Irlanda, se quedó finalmente en Escocia, donde sirvió para la coronación de sus reyes desde los orígenes del trono.
En 1296, el rey Eduardo I se la llevó para Inglaterra como botín de guerra y desde 1308 empezó a ser usada para la coronación de los reyes en la Abadía de Westminster.
También se verán allí las Sillas del Trono, para el rey y la reina. Carlos se sentará allí para el momento en que su hijo William y el arzobispo de Canterbury le rindan homenaje.
Estas piezas ya se contaban en el mobiliario del Palacio de Buckingham y la Royal Collection, desde los tiempos de la coronación de la reina Isabel, madre de Carlos. Como el conservacionista que es, él solicitó que fueran reacondicionadas en vez de mandar a hacer unas nuevas.
El ceremonial conlleva además múltiples cambios de ropa y para ello el rey también aprovechará piezas heredadas de antecesores como Jorge IV, Jorge V, Jorge VI e Isabel II.
Uno de los más llamativos es la Túnica del Estado, con la cual llegará a la Abadía de Westminster, hecha de terciopelo rojo con guarniciones de hilos dorados. Es la misma que usó su abuelo, Jorge VI, en 1937.
Si esta es una pieza muy lujosa, para la unción, el momento más sagrado del rito, Carlos se cambiará por una sencilla camisa blanca. El lujo volverá con la Colombium Sindonis, una túnica sin mangas que también usó su abuelo.
La Supertúnica, que al igual que la anterior se inspira en la tradición sacerdotal del antiguo Israel, es completamente bordada con hilos de oro, por lo cual pesa cerca de dos kilos. Fue usada por Jorge V e Isabel II.
El Cinturón de la Coronación se usará para ceñir al rey cuando vista la Supertúnica. De acuerdo con la Royal Collection, es una muestra de la tradición del bordado en las islas.
El Manto Imperial, por su parte, es la prenda más vieja que se verá este sábado en los actos. También de hilos dorados, proviene de la herencia de Jorge IV, coronado en 1821. Impresiona a la vista por su brillo, pero también por sus bordados, que muestran un águila, al igual que rosas, cardos, tréboles y flores de lis.
Quizá la pieza más singular del vestuario es el Guante de la Coronación, solo para una mano, que el rey usará para tomar el cetro con la cruz, una de las piezas con que será investido. Es otro recuerdo de Jorge VI y presenta bordados con los emblemas nacionales.
Las anteriores son piezas de un enorme valor histórico y sentimental para la monarquía, pero no le ganan en brillo a las espectaculares joyas que deslumbrarán en la histórica abadía.
El rey será ceñido con la Corona de San Eduardo, de oro sólido, rubíes, esmeraldas y amatistas. Fue hecha para su tocayo Carlos II en 1661, pesa dos kilos y es la más significativa de las piezas por su rol en la ceremonia.
Pero esa no será la única tiara que llevará el rey sobre sus sienes, pues lucirá luego la Corona Imperial del Estado. Existe desde el siglo XV, pero ha tomado diversas formas. La actual fue hecha para Jorge VI, en 1937, inspirada en la que lució Victoria I un siglo atrás. Con algo más de un kilo de peso, cuenta con piedras preciosas que hacen parte de la historia de la joyería y la gemología, como el diamante Cullinam II, el zafiro de San Eduardo, el zafiro Stuart, el rubí del Príncipe Negro, unas perlas del joyero de Isabel I y múltiples brillantes, para una total de 2.901 piedras.
El Cetro con Cruz. símbolo del buen gobierno, también es notable, pues su pieza más vistosa es el diamante Cullinam I, el más grande del mundo, que parte de la joya desde 1911.
El orbe representa el poder del monarca y el mundo cristiano. Es de oro y lo adornan rubíes, esmeraldas y zafiros rodeados por diamantes y perlas. La cruz del tope está montada sobre una enorme amatista.
Las joyas de la coronación –Royal Regalia– también incluyen espadas, bastones, brazaletes y un anillo, que, junto con las demás piezas se pueden ver en la Torre de Londres, de donde solo salen, salvo estrictas excepciones, para la coronación, una ceremonia que se da muy pocas veces en la historia.