Entrevista
Julián Arango expuso en SEMANA la realidad de su personaje en ‘Betty, la fea’: “se prendieron algunas alarmas”
Julián Arango regresó a los escenarios con su obra ‘JuliánChou’ y dos décadas después se metió de nuevo en la piel de Hugo Lombardi.
Julián Arango, quien dio vida al diseñador Hugo Lombardi en ‘Yo soy Betty, la fea’, retomó su papel después de 25 años y revelo en SEMANA la realidad detrás de sus personajes. Además, habló de los nuevos proyectos que se presentaron en su carrera artística.
SEMANA: ¿Cómo empezó su gusto por la actuación?
Julián Arango: Empezó cuando era un niño. En ese momento, los que eran buenos actores eran mi papá, mi hermano y mis primos. En las fiestas de diciembre ellos armaban sus shows y yo los miraba, pero no me atrevía porque eran mucho más extrovertidos que yo. Pero, por eso mismo, cuando encontré la actuación, cuando me subí la primera vez a un escenario fue increíble, sentí que era un lugar en el que podía estar tranquilo. Pensé: “Aquí puedo decir cosas que no me atrevo a decir en otro lugar”.
SEMANA: De tantos personajes que ha interpretado, ¿cuál recuerda con más afecto?
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J.A.: Siempre digo que hay uno que es el más importante y el mejor que he hecho: el de Joaquín Salavarrieta, el papá de la Pola. Me gustó muchísimo porque no tuve oportunidad de improvisar ni de jugar tanto, estuve muy concentrado y metido en las especificaciones del libreto. Me gustó porque me enseñó muchísimas cosas y lo quiero mucho, tiene características muy bonitas. Era un revolucionario con unos ideales fuertes y unos principios muy arraigados, que siempre estaba luchando y preocupándose por el bien de todos.
SEMANA: Uno de los personajes más recientes que le hemos visto fue en Rigo. Y muchos se impactaron con la muerte de don Evaristo.
J.A.: Él se lo buscó, porque le hizo mucho daño a la gente y yo creo que eso se paga. Él no era una buena persona, era un ser muy envidioso, no podía ver la felicidad de los demás, porque si él no era feliz nadie más podía serlo. Él era como un viejito ahí, pobrecito ese señor, siempre estaba mirando a los demás y se la pasaba recordando que tenía más plata que los otros, por eso le llegó su triste final.
SEMANA: ¿Cómo fue hacer la transición de Evaristo para retomar a Hugo Lombardi más de 20 años después de la primera parte de Yo soy Betty la fea?
J.A.: No me costó ningún trabajo. Simplemente, me puse la ropa de Hugo y era como que el personaje estaba ahí listo a que le abrieran la puerta. Fue mágico, porque yo hablaba como Hugo desde el día en el que se estaban haciendo las primeras pruebas de vestuario y empecé a hacer como un discurso y a reclamarme a mí mismo por haberlo tenido tanto tiempo encerrado.
SEMANA: ¿Cómo fue el reencuentro con el elenco de Betty la fea?
J.A.: Fue como una reunión de exalumnos. Todos empezamos a burlarnos el uno del otro, de los que ahora tienen canas o menos pelo, fue un momento emocionante. Molestamos mucho con Jorge Enrique (Abello), con Julio César Herrera, Mario Duarte y Ricardo Vélez, es un equipo muy bueno. Por otro lado, fue increíble vernos con Lorna, porque no hay mejor personaje que ella, vernos otra vez con Ana María (Orozco), con Natalia Ramírez. Y conocer a los nuevos actores, darles la bienvenida y hacerlos sentir cómodos con la producción y todo lo que estaba a punto de pasar.
SEMANA: ¿Cómo fue integrar el personaje de Inesita a la producción, pese a que Dora Cadavid, su intérprete, falleció en 2022?
J.A.: Me di cuenta después de leer los libretos de que Inesita no aparecía por ningún lado. Entonces, fui a pedir un altar y unas caras grandes de ella para las escenas de los desfiles. Además, pedí que mi personaje siempre tuviera un pin de Inesita para recordarla frecuentemente. Incluso, Hugo la recuerda en varias ocasiones para luego decir: “Ah, no, verdad que se murió la vieja esa”. A ella siempre se le hizo homenaje, porque Hugo no es nada sin Inés, él la extraña mucho y fue muy importante para él. Quería que ese vínculo no se perdiera. A mí me parece impresionante la escena en la que sale Hugo con el poncho que dice “Inés”. La gente me decía que se había puesto a llorar y lo consideró un bello homenaje. La gente adora a Dora Cadavid y por eso siempre será un personaje importante de la serie.
SEMANA: Los tiempos han cambiado. ¿Tuvo que modificar las expresiones de Hugo Lombardi?
J.A.: Sí, se prendieron algunas alarmas y me dijeron que debía tener cuidado, pues había cosas que ya no podía decir. Pero yo hablaba con ellos y les decía que, aunque entiendo que hay que ser políticamente correcto, en estos tiempos todavía existe gente que sigue diciendo lo que piensa. Existan las consecuencias que existan y pase lo que pase, no importa, Hugo es así; entonces, el personaje sigue siendo muy directo. En algunas oportunidades tocaba decir: “A mí me parece que tú eres un moscorrofio, pero no te lo voy a decir porque soy incluyente y diverso”; pero igual le está diciendo moscorrofio, así se manejó.
SEMANA: ¿Cómo fue el paso de trabajar en grandes producciones de televisión y llegar de nuevo al stand-up comedy?
J.A.: Esto de trabajar en comedia y de hacerlo en escenarios y en teatro nace desde que tengo como 14 años; desde que era muy chiquito, es un formato que me llama la atención. Tiempo después, cuando conocí a Antonio Sanint, empezamos a tener una comunicación basada en personajes, porque no nos gustaba mucho que Julián y Antonio hablaran. Un día, en medio del juego, nos vio Fanny Mikey, nos llevó al Teatro Nacional y allá estuvimos varias temporadas con Ríase el show. Así me enamoré del teatro y del público. Además, las escenas en vivo nunca son iguales a las de la televisión o al cine, no se puede comparar, en vivo es de verdad, es la muerte, es la vida, es todo.
SEMANA: ¿Cómo nació JuliánChou?
J.A.: En este formato hago un recorrido por todas partes y aprovecho para mostrar toda la diversidad que tenemos en acentos, dialectos y formas de hablar. Me divierte mucho, porque todo se realiza bajo la premisa de mamar gallo mientras hago lo que más me gusta. Se llama Juliánchou porque es como me dice la gente. Un día, un trabajador de una obra me gritó en la calle: “¿Qué se dice, Juliáncho?”. Y yo vi que ahí podía ir una ‘u’ y pensé que estaba buenísimo para usarlo para el nombre de un nuevo proyecto. Tiempo después, se me dio la oportunidad de pensar en un show, porque tenía mucho material acumulado; entonces, en la búsqueda de un título, me acordé de este obrero y no dudé en ponerle JuliánChou. Después de recolectar toda la información que tenía, comencé con la que fue la creación de la idea de un show nuevo y empecé a hacer como opita, paisa, costeño, guajiro, santandereano, chocoano, bogotano e incluso como un millennial.