Emma González, de 18 años, representa a la comunidad latina, a la comunidad joven y a la comunidad ‘queer’, en su lucha contra las políticas de venta de armas en Estados Unidos.

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Emma González: la cara del movimiento antiarmas en Estados Unidos

Con temple y sin tregua, la joven cubano-estadounidense se ha tomado la vocería del movimiento contra las armas en su país. Cientos de miles de personas salieron a las calles el sábado a apoyar la causa que, parece, no se irá con el viento.

31 de marzo de 2018

En la guerra de Vietnam, los universitarios estadounidenses se tomaron las calles en protesta, ya que su gobierno los estaba enviando al matadero para perpetuar un conflicto que no podía ganar. Casi 50 años después, los estudiantes de los colegios de ese país lideran un movimiento para evitar que los sigan abaleando a muerte en sus propios salones de clase.

Entre las muchas voces jóvenes que se rehúsan a aceptar el statu quo y que seguirán la lucha hasta que las laxas normas para conseguir armas en su país cambien, una se destaca sobre el resto. De 18 años, escasa estatura y cabeza rapada, pues el pelo le incomoda en el calor pegajoso de Florida, Emma González se tomó el micrófono poco después de la masacre que cobró la vida de 17 personas y de la cual se salvó. González no tuvo pelos en la lengua en denunciar que la Asociación Nacional del Rifle (NRA, su sigla en inglés) engrasa a los políticos de turno (entre ellos a Donald Trump) con jugosos aportes, y hasta que eso no cambie, nada va a pasar. También dejó en claro que, hasta que algo pase, la protesta va a continuar.

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Es temprano para saber qué tan lejos llegará Emma González. En un contexto muy distinto, Malala Yousafzai, quien a sus 12 años recibió un balazo en la cabeza de un grupo radical en su natal Pakistán, le mostró al mundo las condiciones terribles en las que niñas como ella viven todos los días en muchos rincones del planeta. Por esto, en 2014 recibió el Premio Nobel de la Paz. Por su parte, González creció en un marco aparentemente más afortunado, en un país al que su padre cubano llegó en 1968. Pero eso no impidió que las balas de un joven desequilibrado acabaran con la vida de amigos suyos y personas que trabajaban en su escuela, en un hecho que le cambió la vida de un día para otro.

Hoy, después de dar discursos, entrevistas, de aparecer en la portada de la revista Time junto a Alex Wind, Jaclyn Corin y Cameron Kasky, todos creadores del movimiento #NeverAgain, su rostro y palabras, lejos de disiparse, ganan tracción. Por esto ya es víctima de burlas, mofas y montajes de los movimientos que abogan por su derecho a comprar y tener un arma.

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Esto, además, quedó confirmado el sábado 24 de marzo. En Washington, medio millón de personas salieron a la March for Our Lives (Marcha por nuestras vidas). En esta, una decena de niños y adolescentes que hacen parte de la “generación de los tiroteos masivos”, como la han llamado, lanzaron sus arengas y juraron un cambio. Hizo parte la nieta de Martin Luther King, que como su abuelo expresó “I have a dream”, pero le dio su tinte propio. “Tengo un sueño de que ya es suficiente. Y de que este debería ser un mundo libre de armas, punto”, dijo entre aplausos. Sin embargo, el discurso que pasó a la historia fue el de González. Empezó mencionando una a una las víctimas de la Stoneman Douglas. Luego se llamó al silencio hasta completar los 6 minutos y 20 segundos que le tomó al asesino perpetrar su ataque.

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Después, cuando retomó la palabra, ratificó su compromiso contra la inacción de los políticos y las reacciones no se hicieron esperar. Más que las palabras contó el silencio, que algunos proclamaron el silencio más poderoso en la historia de la protesta social en Estados Unidos.

Impresiona que una mujer joven, bisexual, de ascendencia cubana lidere un movimiento masivo contra un derecho que a pesar de cobrar muchas vidas parece intocable en Estados Unidos. Que lo haga en Florida, un estado históricamente republicano y radical, también simboliza un viento de cambio y un buen aliciente para las décadas por venir. El fenómeno es fascinante y el enemigo poderoso. Por fortuna, Emma y sus colegas cuentan con mucha energía, convicción y un divino tesoro: la juventud.