Michelle Obama dice tener siempre presente su pasado: “Soy la exprimera dama, pero también soy descendiente de esclavos”.

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La historia de Michelle Obama en Netflix: ¿un primer paso a su candidatura?

La esposa del expresidente es la mujer más popular de Estados Unidos. 'Becoming', un nuevo documental de la plataforma de streaming, cuenta cómo salió adelante a pesar de sus orígenes humildes y deja la idea de que podría ser una alternativa presidencial en 2024.

16 de mayo de 2020

“Parece el ‘tour’ de una estrella de ‘rock’”, escribió perplejo un comentarista político cuando Michelle Obama, la exprimera dama de Estados Unidos, andaba de gira para promocionar Mi historia‘, su autobiografía.

Su asombro no era para menos: en las 34 ciudades del recorrido los tiquetes se agotaron a los pocos días de salir a la venta y los escenarios siempre estuvieron a reventar. El ambiente, además, era como el de un concierto: miles de personas, emocionadas, gritaban cuando ella salía al escenario y después se agolpaban en la calle para aclamarla, tomarle fotos y pedirle autógrafos. Nadie hubiera pensado que se trataba de la promoción de un libro.

La anécdota muestra una realidad palpable en las encuestas que miden el nivel de aceptación en Estados Unidos: las dos personas más populares en ese país son Bill Gates y Michelle Obama. Ella incluso supera a su marido, Barack, el expresidente.

A pesar de descender de una familia de esclavos, sus papás siempre le hicieron sentir a Michelle que podía lograr lo que quisiera y que no era menos que nadie.

Por eso algunos columnistas y personalidades como Michael Moore han hablado de la posibilidad de que se lance a la presidencia, ya que según varios sondeos, barrería a Donald Trump y a los candidatos demócratas, incluido Joe Biden. Ella, sin embargo, descartó la posibilidad y no ha mostrado interés alguno en la política.

Eso podría cambiar en el futuro. O por lo menos eso piensan quienes han visto ‘Becoming‘, el nuevo documental de Netflix que la sigue de cerca durante la gira promocional. Este no hace grandes revelaciones, pues ya todo está dicho en el libro (que se convirtió en una de las autobiografías más vendidas de la historia). Pero sí muestra sus cualidades de liderazgo, el fervor que despierta en las masas y su gran manejo del público.

El documental, dirigido por Nadia Hallgren, forma parte de los proyectos que los Obama tienen con Netflix. La cineasta siguió a Michelle Obama durante su gira por 34 ciudades de Estados Unidos y pudo captar la pasión y el fanatismo que genera en millones de personas.

El documental también cuenta la historia de Michelle por medio de las entrevistas que le hicieron durante la gira y de momentos junto a su equipo de trabajo, su mamá, sus hijas, su hermano mayor y el propio Barack. Allí recuerda sus orígenes en el South Side, una zona de Chicago en donde viven familias de clase media-baja y de escasos recursos. Y en donde, a pesar de descender de esclavos, sus papás siempre le hicieron sentir que podía lograr lo que quisiera y que no era menos que nadie.

Eso no significa que no viviera actos de racismo. Cuando era pequeña, en su barrio convivían familias negras y blancas por igual, pero con el paso del tiempo, cuando más afroamericanos comenzaron a llegar a la zona, casi todos los blancos salieron hacia el norte de la ciudad, porque pensaban que el barrio “se estaba dañando”. Ella tuvo que vivir ese proceso, y la marcó en particular un episodio en el cual una de las asesoras académicas de su escuela le dijo que su sueño de llegar a la Universidad de Princeton no era realista y que “aspiraba demasiado alto”.

Con el tiempo le demostró que estaba equivocada: no solo pudo entrar a Princeton a estudiar leyes, sino que luego pasó a Harvard. En ambas universidades, no obstante, comenzó a sentir en carne propia la desigualdad racial: “Una de mis compañeras de cuarto se mudó porque a su madre la horrorizaba que yo fuera negra. No estaba preparada para eso”, cuenta. Pero, aun así, logró sobrepasar esos escollos y terminó trabajando en una firma de abogados.

Cuando tuvieron a sus hijas y Barak entró a la política, el matrimonio entró en crisis y les tocó asistir a terapia de pareja.

Allá conoció a Barack, quien entró a trabajar de practicante en 1989. Al comienzo ella era su mentora y aunque le parecía atractivo, no quería tener nada con él: “Ambos éramos negros, jóvenes, solteros y habíamos salido de Harvard, así que todos esperaban que termináramos juntos. Yo no quería caer en ese estereotipo”, recuerda. Aunque fue inevitable: él la apabulló como un tsunami con su personalidad arrolladora y se casaron en 1992.

El matrimonio funcionó bien al principio, porque a pesar de las ambiciones de Barack, Michelle había logrado construir una relación en igualdad de condiciones. Todo cambió cuando tuvieron a sus hijas y él entró a la política. Decepcionada, comenzó a sentir que a ella le tocaba todo el sacrificio. Fue un momento tan complicado que tuvieron que asistir a terapia de pareja.

El gran reto, sin embargo, llegó cuando Barack se lanzó a la presidencia y ella se dio cuenta de lo que implica estar en el ojo del público: los medios, los políticos rivales, los analistas y todo el mundo estaban pendientes de sus acciones y de sus palabras como la esposa del candidato favorito. Y en varias ocasiones sacaron sus palabras y sus gestos de contexto.

Michelle no dejaba que los empleados de la Casa Blanca tendieran las camas y limpiaran el cuarto de sus hijas. Así mismo, prohibió que los mayordomos, en su mayoría negros, vistieran de esmoquin. El documental también muestra que tuvo que ir a terapia de pareja con Barack Obama.

Eso la llevó a vivir bajo un estrés constante durante los ocho años en la Casa Blanca. Aunque también tuvo un lado bueno: como sabía que todo el mundo estaba pendiente de lo que decía, comenzó a inspirar y a motivar a los jóvenes a los que, como ella, les han dicho que no van a lograr sus metas.

¿Futura candidata?

Lo que más llama la atención de los Obama es que en la mente prejuiciosa de muchos estadounidenses, los blancos aún son sinónimo de clase, mientras que los afroamericanos representan lo peor de la sociedad.

Lo más probable es que el próximo presidente no dure más de cuatro años, lo que le dejaría el camino libre a Michelle.

No obstante, la realidad es muy distinta: Barack Obama puede ser el presidente estadounidense que más clase ha reflejado desde John F. Kennedy. Y Michelle, que físicamente no es ninguna Jackie, logra irradiar lo mismo. A todas estas, Donald Trump, quien técnicamente representa a la élite conocida como WASP (blancos, anglosajones y protestantes), es el presidente más vulgar que ha tenido ese país en su historia.

En el documental queda claro que muchos ven a Michelle como una esperanza para recuperar esa elegancia perdida hace cuatro años. Cualquier político envidiaría su carisma, su despliegue de un sentido del humor fino y agudo, la seguridad en sí misma, sus conversaciones motivadoras, sus apuntes inteligentes y su manejo de las audiencias.

Así las cosas, no es imposible pensar que pueda picarla el bicho de la política. Sobre todo porque sea quien sea, el próximo presidente no durará más de cuatro años; Trump ya no podría volver a lanzarse y Biden, quien tiene 77 años, no buscaría la reelección por su avanzada edad.

En ese escenario, Michelle lo tiene todo para convertirse en la primera presidenta afroamericana de Estados Unidos en 2024. Aún tiene tiempo para decidirse.