Williams, el torbellino de la comedia conocido por sus hilarantes y dispersos monólogos introspectivos, fue hallado muerto el lunes a los 63 años. Se ahorcó en su casa de la bahía de San Francisco y silenció finalmente a los demonios que lo acosaron incansablemente.
En la pantalla, interpretó desde un genio hasta un psiquiatra. En la vida real, luchó contra brotes periódicos de depresión y abuso de drogas y alcohol, y habló con franqueza a periodistas de los problemas que alimentaron sus monólogos de comedia.
"La cocaína para mí era un lugar donde esconderme. La mayoría de la gente se pone hiperactiva con la coca. A mí me desaceleraba", dijo a la revista People en 1988.
Uno de sus primeros llamados de atención fue en 1982 cuando el comediante John Belushi murió de una sobredosis de drogas. Williams estuvo de fiesta brevemente con el astro de "Saturday Night Live" la noche de su deceso y la partida de su amigo, aunada con su paternidad inminente, obligaron al comediante a dejar la cocaína y el alcohol de golpe.
"La tragedia de Belushi fue aterradora", dijo Williams a People. "Su muerte asustó a todo un grupo de gente en el mundo del espectáculo. Ocasionó un gran éxodo de las drogas. Y para mí, estaba el bebé en camino. Sabía que no podía ser padre y llevar ese tipo de vida".
La sobriedad le duró 20 años. Entonces las provocaciones fueron de nuevo abrumadoras.
El actor ganador de un Oscar pasó varias semanas en la ciudad canadiense de Winnipeg la primavera del 2004 filmando "The Big White" ("Golpe de suerte"), en la que interpretó a un agente de viajes de Alaska al borde de la quiebra. Le dijo al diario The Guardian en el 2010 que se sintió solo y agobiado.
"Estaba en un pequeño pueblo que no es el borde del mundo, pero lo puedes ver desde ahí, y entonces pensé: beber. Simplemente pensé, 'Eh, quizás beber ayude'. Porque me sentía solo y con miedo", dijo al periódico. "Y uno piensa, ay, esto va a aliviar el temor. Y no lo alivia".
En el 2013, Williams le dijo a la revista Parade que su recaída después de dos décadas de sobriedad fue aterradoramente simple.
"Un día entré a una tienda y vi una botellita de Jack Daniel's. Y esa voz —que yo llamo el 'poder menor' — me dijo, 'Eh. Sólo una probada. Sólo una'. Tomé, y tuve ese momento breve de 'Ay, ¡estoy bien!'. Pero escaló tan rápidamente. En cuestión de una semana estaba comprando tantas botellas que sonaba como un móvil caminando por la calle".
Una intervención de la familia — "no fue una intervención sino más bien un ultimátum", dijo a Parade — lo convenció de que buscara ayuda por abuso de alcohol en el centro Hazelden Springbrook en Oregon en el 2006.
Más tarde le dijo al The New York Times que no había confrontado los asuntos subyacentes en la raíz de su adicción.
"Todavía escuchaba, en el fondo, esta voz que me decía, 'Psst''', dijo a la publicación. "Así que cuando recaí, recaí durísimo. Lo único con lo que no había lidiado era, qué tan honesto quería vivir".
Williams continuó su recuperación asistiendo a reuniones semanales de Alcohólicos Anónimos. Pero su segundo matrimonio, con la productora de cine Marsha Garces, terminó en el 2008 en gran medida por su problema con el alcohol, aun cuando para entonces estaba sobrio.
"Sabes, yo era vergonzoso, y uno hace cosas que causan disgusto y es difícil recuperarse de eso. Uno puede decir 'te perdono' y todo, pero no es lo mismo recuperarse de eso".
Recientemente, un nuevo brote de depresión llevó al actor a rehabilitación. Su publicista, Mara Buxbaum, dijo entonces que Williams había tomado la decisión porque necesitaba recargarse tras haber trabajado 18 meses consecutivos.
El lunes, su lucha finalmente terminó.
En medio de una ráfaga de mensajes en las redes sociales tras el deceso de Williams había uno sencillo de la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas, que para el martes por la tarde tenía más de 290.000 retuits. Era una imagen del enorme genio azul de "Aladdin", cuya voz hizo Williams de un modo memorable en 1992, recibiendo un abrazo de Aladino.
"Genio, eres libre", decía.