ARTE
La misteriosa desaparición del retrato de María Félix pintado por Diego Rivera
La famosa pintura, que muestra a la diva mexicana semidesnuda, estaba en poder del cantante Juan Gabriel, pero nadie la ha vuelto a ver desde su muerte en 2016.
Diego Rivera plasmó en él su pasión por María Félix. Un óleo de la diva mexicana semidesnuda que desapareció hace cuatro años tras la muerte de su último dueño, el cantautor Juan Gabriel.
Consagrado como uno de los grandes de la pintura mexicana, Rivera no pudo, sin embargo, robarse el corazón de “La Doña”, quien posó para esta obra en 1949.
El muralista la retrató con un sensual vestido blanco cuyos efectos de transparencia apenas disimulaban la desnudez. A la actriz (1914-2002) no le gustó porque mostraba “demasiada piel”.
“Me pintó como él quería, desnuda. Como estaba enamorado...”, relató la Félix en una entrevista con el periodista Jacobo Zabludovsky en 1994, cuando ya contaba 80 años.
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A su cuarto y último esposo, el francés Alex Berger, también le desagradaba el cuadro, cuyo paradero hoy es incierto después de caer en manos de un político acusado de corrupción. “Tienes una pierna de palo, pareces sentada en el váter, estás horrible”, evocó la diva del cine mexicano citando a Berger.
Era tal la inconformidad que una vez Félix le pidió a un albañil que trabajaba en su casa modificar el retrato. “Le mandé poner unas pasadas de blanco (...) para tapar un poco todo aquello. Así está, le quité lo desnudo”, confesó.
La artista finalmente le regaló el lienzo a Alberto Aguilera –nombre real de Juan Gabriel–, según allegados del compositor fallecido el 28 de agosto de 2016 a los 66 años.
¿En buenas manos?
Meses antes de morir, el cantautor le dio a guardar la pieza a su amigo César Duarte, preso en Estados Unidos desde julio pasado por desviar supuestamente 52 millones de dólares de fondos públicos cuando fue gobernador de Chihuahua (2010-2016).
“La última noticia que tuvimos, porque así me lo confirmó don Alberto, fue que el exgobernador tenía el cuadro”, dijo a la AFP Guillermo Pous, albacea del cantante.
Según Pous, Juan Gabriel había entregado la pintura a Duarte –cuya extradición busca México– porque su casa en Guanajuato (centro) estaba deshabitada y temía un robo.
“Se le pidió que la cuidara en tanto don Alberto decidía a dónde quería hacer su mudanza”, cuenta sobre la obra que adornó las mansiones del “Divo” en Las Vegas y Malibú y que –según el abogado– está valuada en siete millones de dólares.
Pous asegura que el político le confirmó que tenía el lienzo, pero tras huir del país perdió contacto con él y tuvo que apelar a la ayuda de un tercero. Esa persona condicionó la devolución, sostiene, sin detallar los requerimientos. El administrador evalúa denunciar el caso penalmente e ignora si la pieza permanece en México.
La obra de Rivera (1886-1957) es considerada Monumento Artístico, por lo que sus dueños deben notificar cualquier transacción y obtener permisos para sacarla del país.
Admiración mutua
De talento voraz y temperamento fiero, a “La Doña” –de quien el escritor y cineasta francés Jean Cocteau dijo alguna vez “es tan bella que duele”– le fascinaba generar mitos a su alrededor, y esta pintura no fue la excepción.
“Sabía que sus relatos causaban gran interés y así lo demostró”, dice el cubano Gonzalo Rodríguez, presidente de la Fundación María Félix.
De hecho, otra versión indica que la artista le vendió el retrato a un médico y este, a su vez, al “Divo”, pero el albacea insiste en que fue un obsequio.
Juan Gabriel se rendía ante la actriz. Le compuso María de todas las Marías y a los 28 años se la cantó en el popular programa televisivo Siempre en domingo.
En lo que pasaría a ser un momento estelar de la televisión mexicana, Félix llegó al estudio con el paso altivo y elegante que la caracterizaban.
El conductor le preguntó qué sentimientos le producía la composición luego de María bonita, que le dedicó su esposo Agustín Lara. “Se me hace la cintura chiquita, me siento guapa”, respondió. Pous y Rodríguez esperan que aparezca el retrato y quede para exhibición pública.
“Una obra de una figura mítica como Rivera, que además se ha ligado con el historial de un compositor como Juan Gabriel, todo eso enlazado con María Félix la convierte en una pieza de valor cultural incalculable”, opina Rodríguez.