Uno de los secretos del éxito de la película fue la aparición estelar de Julie Andrews, actriz británica que estaba en la cúspide de su carrera tras exitosos papeles en la versión teatral de ‘My Fair Lady’ y en la película ‘Mary Poppins’. | Foto: AFP

ANIVERSARIO

La monja más querida

Hace medio siglo se estrenó ‘La novicia rebelde’, uno de los clásicos del cine que se convirtió en el más taquillero de todos los tiempos.

7 de marzo de 2015

La gala de los premios Oscar siempre trae sorpresas y la del 22 de febrero tuvo una en particular que cautivó a millones de televidentes. Lady Gaga, la famosa e irreverente estrella del pop, subió al escenario e interpretó magistralmente varios números de La novicia rebelde (The Sound of Music), el musical de Broadway llevado a la pantalla grande hace 50 años. Tras la presentación de Gaga, Julie Andrews apareció en escena para abrazarla y saludar a los asistentes del Teatro Dolby, que enseguida la ovacionaron.

No era para menos. La película que Andrews protagonizó marcó un hito en la historia del séptimo arte, y aunque cuesta creer que ha pasado medio siglo sigue igual de vigente y ocupa un lugar muy especial en el corazón de muchos cinéfilos. Según estadísticas de Box Office Mojo, sitio web especializado en contabilizar los ingresos en taquilla de las películas, La novicia rebelde ha recaudado cerca de 160 millones de dólares, cifra que ajustada a la inflación y el precio promedio de las boletas, equivale a 1.200 millones de hoy. Esos datos confirman su lugar en el top cinco de las películas más taquilleras de todos los tiempos y demuestran su relevancia en la cultura popular.

La cinta, que dura alrededor de tres horas, llegó a las salas de cine de Estados Unidos el 10 de marzo de 1965, y a Colombia, donde también causó furor y estuvo en cartelera más de un año, el 1 de enero de 1966. Inspirada en el musical del mismo nombre, que a su vez se basó en las memorias de María Augusta Kutschera, la película cuenta la historia de una novicia austriaca (Julie Andrews) que se preparaba en una abadía benedictina para convertirse en monja durante el periodo de entreguerras. Pero su vida cambió cuando la enviaron a la casa del barón viudo Georg von Trapp (Christopher Plummer) para educar a sus siete hijos. El barón se enamoró de ella y la pareja se casó, tuvieron tres hijos y se dedicaron a la música, con lo cual cosecharon éxito.

Sin embargo, su estabilidad se vio amenazada con la anexión de Austria a Alemania en 1938 en vísperas de la Segunda Guerra Mundial, que los obligó a exiliarse. “Tuvieron muchas agallas para desafiar a Hitler al menos unas tres veces. Cuando supieron que les tocaba cantar en la radio con motivo de su cumpleaños y que el barón debía unirse al Ejército alemán, escaparon en un tren rumbo a Italia. En realidad no escalaron los Alpes como se observa en la película”, dijo a SEMANA Tom Santopietro, autor del reciente libro The Sound of Music Story.

Esta y otras variaciones respecto a la historia original muestran que el director Robert Wise y el guionista Ernest Lehman tomaron ciertas libertades. “Es como el juego del teléfono roto, que le susurras una palabra en el oído a alguien y esa persona hace lo mismo con otra Con el tiempo, la versión original cambia un poco”, señaló a la BBC Johannes, uno de los hijos de María y Georg.

Antes de convertirse en un musical, la historia de la familia von Trapp fue adaptada al cine en 1956 por productores de Alemania Oriental que realizaron dos películas muy exitosas. Tres años después se estrenó la obra de Broadway con las inolvidables canciones compuestas por Richard Rodgers y Oscar Hammerstein II. Por eso la 20th Century Fox no tardó en comprar los derechos.

Cuando Wise y Lehman eligieron el elenco de protagonistas, tuvieron como primera opción a Julie Andrews debido a la fama que había alcanzado en la versión teatral de My Fair Lady y en la película Mary Poppins. De hecho, ambos vieron material de esta última antes de que la estrenaran y quedaron convencidos de que ella era la estrella que necesitaban para interpretar a María. “Contratemos a esta chica antes de que alguien más vea la película”, le dijo Wise a Lehman. Aunque en principio Andrews no quiso el papel por su parecido con el de Poppins, finalmente accedió y así se ratificó como la estrella del momento en Hollywood. “Una de las principales razones por las que la película tuvo éxito fue la aparición de Julie”, explicó Santopietro a esta revista.

La elección de Christopher Plummer para el rol del barón von Trapp fue aún más difícil. El actor canadiense había tenido algunas experiencias en obras de Broadway pero rechazó varias veces la oferta de Wise porque el personaje no le llamaba la atención. “Sentía que le iba a quitar credibilidad como actor y que era muy poca cosa para él. Hasta hace poco reconoció su importancia”, afirma Santopietro. Curiosamente, una de las mayores diferencias de la película con la historia real es que Von Trapp no era ese hombre hosco, dominante y estricto que Plummer interpretó. Al contrario, era un tipo “cálido, generoso, abierto, y no esta especie de castigador que se construyó en los escenarios y en el cine. Mi mamá trató de cambiar esa imagen, pero no pudo”, señaló Johannes. El simpático grupo de niños que interpretó a la familia fue elegido luego de hacer cientos de audiciones. Entre los candidatos estuvieron Geraldine Chaplin y Mia Farrow, pero no quedaron seleccionadas.

Luego de su estreno, la película no tuvo mucha acogida en las grandes ciudades, especialmente Nueva York, donde la tildaron de sentimental y cursi. Pese a esta resistencia inicial de un sector de la crítica, el filme triunfó en los premios Oscar un año después cuando ganó cinco estatuillas doradas, incluida la de mejor película. El reflejo de la unidad familiar hizo que adquiriera un carácter universal y que fuera amada por las audiencias. Eso sumado a su “fantástica banda sonora, el guion adaptado de Lehman y la dirección de Wise, grandes figuras de la era dorada de Hollywood, aseguraron su éxito”, concluye Santopietro.