El caso O. J. Simpson acaparó las portadas de los medios de todo el mundo. El juicio, además, duró 134 días y fue seguido por millones de personas en televisión. | Foto: Ap

ANIVERSARIO

La prueba que demostró que O.J. Simpson sí había matado a su esposa

Hace 25 años, uno de los deportistas más famosos en Estados Unidos fue acusado de un brutal asesinato en Los Ángeles. Luego de un mediático juicio, lo declararon inocente, pero la pista que lo inculpaba apareció años después: unos zapatos italianos que coincidían con las huellas en la escena del crimen.

30 de junio de 2019

El 12 de junio de 1994, cuando se acercaba la medianoche, un hombre que paseaba con su perro por el lujoso barrio de Brentwood, en Los Ángeles, se encontró con una escena dantesca: un camino lleno de charcos de sangre que conducía a dos cuerpos acuchillados con tanta sevicia que las caras eran irreconocibles.

Cuando llegó la policía, unos minutos después, la noticia saltó a los titulares de prensa; se trataba de Nicole Brown, la exesposa de la estrella del fútbol americano O. J. Simpson, y de Ronald Goldman, un amigo que se encontraba con ella por casualidad, pues había ido a devolverle unos anteojos.

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Así comenzó uno de los casos criminales más mediáticos de la historia reciente en Estados Unidos, que pasó a ser conocido como el juicio del siglo y que convirtió a Simpson en una figura de la cultura popular. Aunque hoy, 25 años después, la opinión general es que él fue el asesino, en ese entonces la sociedad estaba polarizada.

Desde el inicio, todo apuntaba en su contra: durante el matrimonio incluso había sido acusado de violencia doméstica y abuso conyugal.

No era para menos. Orenthal James (O. J.) era un hombre negro de San Francisco que había superado la pobreza y los prejuicios para triunfar en el deporte más popular de su país y en Hollywood, donde había participado en comedias bastante exitosas como ¿Dónde está el policía? Para muchos, era un ejemplo de superación personal, poco que ver con un asesino.

Desde el inicio, sin embargo, todo apuntaba en su contra. No solo porque durante el matrimonio había sido acusado de violencia doméstica y abuso conyugal, sino también porque los investigadores encontraron indicios que lo incriminaban.

En su casa había un guante de golf manchado con la sangre de las víctimas, cuyo par estaba junto a los cadáveres; tenía una herida profunda en la mano que no había podido explicar, y su carro contaba con rastros de sangre. Por si fuera poco, en la escena del crimen se veía muy clara la huella de un zapato de la marca italiana Bruno Magli, talla 12, como los que usaba Simpson.

Foto: En la escena del crimen quedaron las huellas de un Bruno Magli, talla 12. A la postre, terminó siendo la prueba definitiva. Pero para entonces, la justicia ya lo había declarado inocente. 

Él, además, se encargó de empeorar las cosas: esa misma noche, como si tratara de esconderse, salió intempestivamente de su casa y se fue a la de su amigo y padrino de bodas Robert Kardashian, el padre de las hoy famosas Kim, Khloé y Kourtney.

Cinco días después, cuando lo buscaban para interrogarlo, intentó huir en un carro manejado por su amigo Al Cowlings, quien llamó a la policía y dijo que O. J. estaba amenazando con dispararse en la cabeza. Las autoridades empezaron a seguir el vehículo y la persecución, que fue transmitida en vivo y en directo por varios canales, fue vista por 95 millones de personas. Finalmente, lo capturaron en su casa y lo llevaron a la cárcel, acusado de ambos asesinatos.

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El caso, que ya acaparaba titulares de prensa en todo el mundo, llegó a juicio un año después, en 1995. La fiscalía estaba segura de que podía demostrar que Simpson había asesinado con sus propias manos a su exmujer y a Goldman por celos.

Pero, consciente de que tenía la desventaja, el equipo de defensa del futbolista, conformado por algunos de los abogados más prestigiosos de esa época como el mismo Kardashian, Robert Shapiro, Johnnie Cochran Jr., Lee Bailey y Alan Dershowitz, montó una estrategia basada en presentar el caso como un montaje racista.

Le pidieron a O. J. que se probara los guantes de golf que lo incriminaban y estos no le cupieron, pues le habían sugerido en secreto que dejara de tomar un antiinflamatorio.

Así, no solo lograron constituir un jurado con mayoría de personas de raza negra (8 de 12), sino que encontraron una grabación vieja en la que Mark Fuhrman, el agente encargado del caso, decía que estaba en contra de los matrimonios interraciales (como el de Simpson y Brown) y usaba varias veces nigger, la palabra más despectiva para referirse a los afro en Estados Unidos.

También desvirtuaron las dos pruebas más fuertes. Le pidieron a O. J. que se probara los guantes de golf que lo incriminaban frente al jurado y estos no le cupieron, pues le habían sugerido en secreto que dejara de tomar un antiinflamatorio que estaba usando. La escena de él forcejeando con los guantes, mientras que uno de los abogados defensores le decía al jurado “si no le queda bien, ustedes tienen que absolverlo”, es una de las más famosas del juicio.

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Los zapatos italianos, por su parte, nunca aparecieron. Se sabía que solo se habían vendido 299 pares en Estados Unidos, y Sam Poser, un asesor de calzado para famosos, incluso confirmó que se los había mostrado a O. J., quien se había interesado en ellos, pero la fiscalía no logró encontrar evidencia concluyente de la compra ni de que los hubiera tenido en su poder.

Así que, finalmente, y luego de 134 días de un juicio televisado que fue seguido por millones de personas como si se tratara de un reality show, el jurado determinó que Simpson era inocente. En las calles, sin embargo, quedó la sensación de que se trataba de una injusticia, ya que las pruebas habían sido contundentes.

Foto: En 2017, luego de estar nueve años en la cárcel por un robo, el exjugador de fútbol americano salió en libertad condicional bajo fianza. Aún hoy, muchos lo consideran el asesino de Nicole Brown y Ronald Goldman.

Esa sensación aumentó en 1997, cuando la familia Goldman demandó civilmente al exfutbolista. En esa ocasión, la ansiada prueba reina apareció: unas fotos tomadas casi un año antes de los asesinatos en las que O. J. tenía los famosos zapatos Bruno Magli, talla 12.

Esa vez lo declararon culpable, sin embargo, como en los procesos civiles no hay consecuencias carcelarias sino económicas, solo le ordenaron pagar 33,5 millones de dólares en compensación.

Irónicamente, el deportista terminó en la cárcel por otro caso ocurrido en 2008, año en que intentó entrar a la fuerza, borracho y con armas a la habitación de hotel de un amigo que había sacado sin autorización sus trofeos, medallas, balones y camisetas para tomarlas como pago de una deuda.

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Esa vez los jurados, conscientes de que 13 años atrás se había cometido una injusticia, se fueron contra él con todo el peso de la ley: lo condenaron a 33 años de prisión por robo a mano armada y secuestro.

Finalmente, luego de nueve años en prisión y tras el pago de una fianza, salió con libertad condicional en 2017. Desde entonces, vive en Las Vegas con los dos hijos que tuvo con Brown, pues la familia de ella no le pudo quitar la custodia.

Aun así, 25 años después, sigue cargando con el peso de los dos asesinatos. Cuando le preguntaron hace poco qué pensaba del caso en perspectiva, simplemente dijo: “No quiero recordar el peor día de mi vida”.