Realeza
La reina Isabel no quiere que el nuevo yate real lleve el nombre del príncipe Felipe
La idea es del primer ministro Boris Johnson, pero la monarca y su familia prefieren mantenerse al margen del proyecto.
A simple vista, Isabel no tendría razones para desechar el gran homenaje que sería para su fallecido esposo que la nueva nave insignia del Reino Unido fuera bautizada en su nombre.
Por el otro, él tomó parte activa en el antiguo yate real, el Britannia, que fue dado de baja en 1997, luego de llevar a la familia real por todo el mundo, tanto en viajes de placer como en giras oficiales.
Sin embargo, la reina ha manifestado su deseo de que la embarcación no lleve el nombre de su marido, una iniciativa que partió del primer ministro Boris Johnson.
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El jefe del Gobierno mandó a construir la nueva nave para usarla como escenario de reuniones ministeriales, cumbres internacionales de mandatarios y otros actos diplomáticos.
Todo dentro de su plan de reforzar los lazos con otras naciones, de cara a los nuevos retos del país luego del brexit.
Según una fuente real, la idea les ha parecido a la reina y sus asesores muy ostentosa, además de que la designación no fue solicitada en ningún momento por la casa real.
Las travesías en el Britannia hicieron historia. Por más de cuarenta años fue como el palacio real flotante de los Windsor, quienes lo usaban para sus vacaciones y sus lunas de miel, entre otros divertimentos.
Pero el nuevo barco real distará mucho de ello, dado que los tiempos han cambiado.
Muchos invitados que pasaron por allí han hablado de la esplendidez con que fueron atendidos, con excelente provisión de comidas y licores todo el tiempo.
La reina Isabel atesoró tantos recuerdos gratos y le gustaba tanto viajar en el Britannia, que cuando el barco fue sacado servicio, ella lloró en público, algo muy raro en ella, que es una mujer muy contenida.
Ahora, se sabe que la familia real no la usará para su descanso personal, como antes, pero sí para viajes de carácter oficial y a pedido del Gobierno.
Al contrario del Britannia, la familia real no ha tenido ninguna intervención en la construcción del nuevo yate, pero la respeta.
Se cree que durará en servicio unos treinta años y su tripulación será conformada por personal de la Royal Navy.
“Esta nueva insignia nacional será el primer barco de su tipo en el mundo. Reflejará el floreciente estatus del Reino Unido como una gran nación marítima”, dijo Johnson, queriendo evocar cómo la conquista de los mares por parte de las islas la llevó a conformar el imperio más poderoso del planeta por muchos años.
El primer ministro también explicó que cada aspecto del barco, desde su construcción hasta los asuntos que se tratarán en él, representarán lo mejor de la nación.
“Será un claro y poderoso símbolo de nuestro compromiso de ser un activo jugador en el escenario mundial”, agregó el primer ministro británico al anunciar el proyecto.
Bellas palabras, seguramente, pero que no han logrado calar mucho en la reina y sus parientes.
¿La razón? Al parecer, los Windsor no quieren llamar mucho la atención ni provocar a quienes suelen criticar su riqueza y privilegios. Y nada más parecido a una vida de opulencia que un yate.
Hoy, no se vería para nada bien que un príncipe William hubiera hecho lo propio con Kate Middleton.
Así mismo, muy apegada a sus recuerdos de Felipe, Isabel cree que como los tiempos del Britannia no habrá dos y ni siquiera un barco con el nombre de su príncipe azul podrá emularlos ni mucho menos repetirlos.