REALEZA
¿La reina Isabel tuvo un amante como lo insinúa 'The Crown'?
La nueva temporada de la reconocida serie sobre la realeza británica revela el romance de la princesa Ana con el exesposo de Camilla Parker Bowles e insinúa que la monarca le fue infiel a su esposo Felipe con un lord. ¿Qué tan ciertos son ambos episodios? Este artículo hace parte de la revista Jet-Set.
Las primeras dos temporadas de The Crown, la serie de Netflix considerada la más cara de la historia, merecieron todos los elogios por el modo en que recrea el mundo de los Windsor. En especial, The Crown es aplaudida por introducirse en el lado más humano de la familia de la reina Isabel II y por destapar sus conflictos e intimidades de alcoba.
Aunque críticos como Hugo Vickers, biógrafo de personajes de la casa real como la reina madre Elizabeth, tildaron algunas de sus escenas de “vulgares”, el programa nunca había suscitado la polémica que le sirvió de abrebocas a la tercera temporada, estrenada a mediados de noviembre.
Como lo ha hecho siempre The Crown, los nuevos capítulos, que abarcan de 1964 a 1977, plantean el panorama tanto británico como internacional de la época. Se registran, entre otros sucesos, la elección de Harold Wilson como primer ministro, el caso del asesor de la reina Isabel que resultó ser un espía, la llegada del hombre a la luna o la descolonización de África.
Más en la esfera de la casa real, los televidentes asisten a la investidura del príncipe Carlos, primogénito de la monarca, como príncipe de Gales, o al jubileo por los 25 años de su reinado.
La serie relata los supuestos celos que sintió el príncipe Felipe cuando la reina hizo un largo viaje con Lord Porchester.
No obstante, hay un momento de la temporada que, aunque muy pasajero, causó estupor en unos e indignación en otros ya que sugiere que Isabel tuvo un affaire con Henry Herbert, el séptimo conde de Carnarvon, cuya familia, entre otras cosas, es dueña de Highclere, el castillo donde se rodó otra serie muy exitosa de época, Downton Abbey.
La gran Olivia Colman, como la reina Isabel, y John Hollingworth, en el papel de Lord Porchester, Porchey, el hombre con quien se le ha rumorado un amorío a la monarca.
Antes de heredar el título de su padre, el noble era conocido como Lord Porchester, un trato de cortesía, pero para la reina él siempre fue simplemente Porchey, pues habían sido amigos desde la infancia. De hecho, fueron tan cercanos, que con el tiempo él se convirtió en el gerente de los establos de la reina.
No hay que olvidar que Isabel no solo es una de las principales y más exitosas caballistas de Gran Bretaña, sino que estos animales revisten para ella una pasión que habría acaparado su vida, de no ser por su trascendental destino. Así, alguien como el conde, que vibraba con ella por este tema, mereció un lugar especial en sus afectos, hasta la muerte de él en 2001.
En el controvertido aparte de The Crown, Isabel emprende junto a Porchey un largo viaje por establos de Europa y Estados Unidos, para empaparse de diversos aspectos del mundo equino, ya que ella se involucra de lleno en el desarrollo de sus ejemplares, incluidos cruces y apareamientos.
El periplo pone celoso al príncipe Felipe, esposo de la reina, ante lo cual ella, en un frío intercambio de palabras a su regreso a Londres, lo increpa: “Si tienes algo que decir, hazlo ahora. De otro modo, si no te importa, estoy ocupada”.
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La serie no lo refleja, pero según un viejo chisme Porchey (izquierda) es el verdadero padre de Andrés (derecha), tercer hijo de la reina, y no su esposo,
Felipe de Edimburgo. Nada de ello ha sido confirmado.
Como se advierte, el tema fue tratado con la mayor delicadeza, pero la verdad es que este es un viejo rumor, nunca confirmado, desde aquellos años. La maledicencia ha llegado incluso a deslizar que el príncipe Andrés, el tercer hijo de la reina y Felipe, nacido en 1960, es en realidad de Porchey, y hay quienes han llegado al exceso de encontrarles el parecido. La serie no registra nada de ello.
La reina Isabel tiene una reputación intachable, tanto en el ámbito privado como público y no tardaron en manifestarse sus defensores. El más airado de todos fue Dickie Arbiter, por muchos años su secretario de prensa, quien calificó la insinuación como “very distasteful” (de muy mal gusto) y señaló que si bien The Crown es ficción, no se descarta el peligro de que la gente termine creyendo una versión tan temeraria.
Para algunos críticos Ana queda como una devoradora de hombres y eso ha molestado a los seguidores de la familia real.
Por su parte, Kate Williams, historiadora de la realeza, anotó que está segura de que entre Isabel y Porchey solo existió una gran amistad y atribuyó el chisme a que en ese momento un vínculo así entre un hombre y una mujer era visto como algo raro.
Otro momento que ha causado revuelo es el destape del romance entre la princesa Ana, hija única de Isabel, y Andrew Parker Bowles, justo en una pausa del noviazgo de este con Camilla Shand, su futura esposa y quien ya había flechado al príncipe Carlos.
Ana y Andrew Parker Bowles tuvieron un romance antes de que él se casara con Camilla Shand, en los años 1970. Siguieron siendo muy amigos, como lo refleja esta imagen de 1996.
En la escena de la discordia, la seria Ana parece que acaba de hacer el amor con Andrew, quien le comenta: “Eso estuvo divertido”, antes de emprender un nuevo “round” en la cama. Para los críticos, la Princesa Real, como se le llama por ser la hija única de la reina, queda como una devoradora de hombres.
Años después, el trío pasional del heredero, su esposa Diana de Gales y Camilla Parker Bowles desatará el peor drama de la realeza moderna, pero habrá que esperar a la cuarta temporada de la serie para recordarlo.
La nueva temporada también narra cómo empezó el apasionado amor entre el príncipe Carlos, heredero del trono, y Camilla Parker Bowles (izquierda), que llevó a la crisis a la monarquía. En la serie (derecha), la pareja es interpretada por Josh O’Connor y Emerald Fennell, respectivamente.
Al respecto, Peter Morgan, el libretista de la serie, dijo que el rigor con que trabaja, le da licencia de agregarle un poco de picante sexual y que si bien a veces quiebra un poco la precisión de los hechos, para efectos dramáticos, “me molesta profundamente que haya verdades subyacentes”.
* Este artículo hace parte de la última edición de la revista Jet Set. Puede leer otros aquí.