Realeza y racismo
La reina Isabel y Harry tendrían raíces negras, según un viejo rumor
Los argumentos de racismo que acaban de esgrimir el príncipe Harry y su esposa Meghan sirven para recordar la versión de que la reina Charlotte, del siglo XVIII, tenía raíces afro.
El mundo está en shock con la entrevista que Harry y Meghan, duques de Sussex, le acaban de conceder a Oprah Winfrey. Pero si algo ha causado sensación es la confesión de que uno de los motivos más poderosos para su controvertida renuncia a ser miembros activos de la familia real de Gran Bretaña fue el racismo.
Específicamente, los duques aludieron a una conversación con un miembro de la familia Windsor, quien se atrevió a preguntarles de qué color sería el bebé que esperaba Meghan. Como muchos saben, la duquesa es hija de padre blanco y madre afroamericana, y, de hecho, es la primera mujer de raza negra en emparentar con la casa real.
También dijeron que eran frecuentes las advertencias de que el bebé en camino no tendría un título nobiliario, lo que también fue visto como una muestra de discriminación.
Según lo recordó el príncipe Harry, apenas se supo de su noviazgo con la que hoy es su esposa, el racismo en su contra surgió en la prensa de los tabloides.
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A pesar de que él hizo algunos reclamos públicos, la situación no paró. Sin embargo, luego Harry se encontró con que en el seno de su propia parentela había rasgos de prejuicios en contra de las personas que no son de raza blanca.
Los duques no quisieron revelar la identidad de quién les hizo tan desagradables comentarios, pero la revelación sí ha puesto sobre el tapete el tema del racismo en la familia real.
Nunca antes, al menos en tiempos recientes, habían saltado a la prensa sugerencias de que los Windsor, o al menos algunos de ellos, tuvieran problemas para tolerar a personas de etnias diversas en su propia casa.
A Edward VIII (1894-1972) y su esposa, Wallis Simpson, por quien él renunció al trono en 1936, les criticaron su amistad con Adolf Hitler, el más racista de los racistas.
En cambio, la reina Victoria, tatarabuela de la reina Isabel, apoyó vehementemente la abolición de la esclavitud cuando era la cabeza del imperio más grande del planeta. Incluso, compró a una esclava para darle la libertad e hizo que debutara en los salones de Londres.
El filme Victoria y Abdul mostró que la célebre monarca era sensible a la diversidad, en tanto que calificaba a sus hijos y nueras de racistas.
El propio Harry fue tildado de supremacista cuando se disfrazó de nazi y en otra ocasión cuando llamó a un soldado asiático “paqui”, un terminó despectivo.
Pero hay una historia mucho más antigua sobre las relaciones de la monarquía británica y la raza negra, de acuerdo con la cual Meghan Markle no sería el primer miembro de la familia real con herencia afro.
La protagonista de la historia es la reina Charlotte de Mecklenburg-Strelitz, la esposa del rey George III, quien reinó en el siglo XVIII. Los ingleses ya casi no la recuerdan y cuando lo hacen no es para ser precisamente amables con ella.
Si de algo nunca tuvo fama su majestad fue de bella. Un escritor tan importante como Charles Dickens así lo expresó en las primeras líneas de una de sus novelas más famosas, Historia de dos ciudades, en la que dice que “había un rey con una gran mandíbula y una reina con una cara fea en el trono de Inglaterra”.
Desmond Shawe-Taylor, quien fuera inspector de la colección de pinturas de la reina Isabel II, abuela de Harry, aseguró en entrevista para The Guardian que Charlotte “era famosamente fea”.
Por su parte, el historiador John H. Plumb la describió como “fea y poco deseable”, mientras que su propio médico, el barón Christian Freidrich Stockmar, dijo que la reina era “pequeña y encorvada, con una verdadera cara de mulata”.
Charlotte provenía de la más alemana de las familias que regentaba el viejo ducado de Mecklenburg-Strelitz, pero los prejuicios acerca de las facciones del rostro según la raza dieron pie a que se dijera que ella no parecía muy teutona. Específicamente se decía, y se sigue diciendo, que parecía mulata, es decir, el resultado de las razas blanca y negra.
En tiempos recientes surgió un historiador, Mario de Valdes y Cocom, especialista en la raza afro, con una teoría muy sugerente. De acuerdo con Valdes, sus rasgos son efectivamente afro, como lo notaron muchos de sus contemporáneos y como lo insinúan varios de los retratos que sobreviven de ella
Valdes explica además que esto se debe a que, aunque alemana, Charlotte descendía de una línea negra de la familia real de Portugal, específicamente de la noble Margarita de Castro e Souza, quien a su vez provenía del rey Alfonso III y de su amante Madragana Ben Aloandro, quien era negra, una pareja que vivió en el siglo XIII.
De ser así, se podría decir que Harry, en últimas, tiene sangre afro lo mismo que su esposa, al provenir de unos de los quince hijos que tuvo Charlotte. Es más, toda la realeza de Europa, incluido el rey de España, el rey de Suecia, la reina de Dinamarca, el rey de Noruega y los reyes de Grecia, entre otros, compartirían esos mismos genes afro, ya que la reina Victoria, nieta de George y Charlotte, emparentó a sus hijos y nietos con todas las casas reales del continente.
En estos momentos en que la raza se volvió el tema candente en el trono más prestigioso del planeta, la teoría de Valdes suena muy interesante, pero está por comprobarse.
Kate Williams, otra historiadora, cree que la teoría es ridícula, dada la enorme distancia generacional entre la reina Charlotte y su supuesta antepasada Madragana. Además, no está del todo demostrado que esta última fuera de raza afro.
En defensa de su idea, Valdes le responde que el primero en dejar testimonio del origen afro de Charlotte fue uno de sus retratistas de cabecera, sir Allan Ramsay. Mientras que los demás pintores de la corte procuraron “disimular” las facciones de la reina, Ramsay deliberadamente se encargó de mostrarla tal y como era, a modo de manifestación política, pues el artista estaba en favor de la abolición de la esclavitud, un tema candente por esa época en Inglaterra.
A su vez, quienes se oponen a la teoría, notan que las caricaturas de la época, que habrían brindado la oportunidad perfecta para develar los orígenes de la reina, no la muestran para nada como africana.
Hace unos años, el también historiador Hugo Vickers, le dijo a The Guardian acerca de la historia de Charlotte como primera reina afro: “La idea no me sorprende, pero incluso si fuera cierta, la cosa a estas alturas estaría muy disuelta, que no tendría mayor importancia para la familia real. No quedaría demostrado que son significativamente negros”.
Ahora que ha estallado el incendio racista, no falta quienes piensen que rescatar este viejo rumor sería un golpe de relaciones públicas para la monarquía, pero en especial para la reina Isabel y sus relaciones con la Commonwealth.
Como se recuerda, esta asociación de excolonias británicas es un crisol de razas, muchos de cuyos miembros de los países africanos y del Caribe a estas horas no deben estar muy contentos con las insinuaciones de racismo en la casa de la mujer que tanto se ha preocupado por mantenerlos unidos.
En la exitosa serie de Netflix Bridgerton, el personaje de la reina Charlotte es justamente inspirado en la verdadera reina y la versión de sus orígenes.
Charlotte, de todos modos, no es la única de la que se ha dicho que llevaba sangre africana. Mucho antes que ella reinó Philippa de Hainaut, la esposa de Edward III, un monarca del siglo XIV, de quien también se decía que tenía genes moriscos.