PERSONAJE

La verdad de la oreja de Van Gogh y de su salud

Una exposición en el museo Van Gogh ilustra los graves problemas mentales y físicos que marcaron el fin de la vida del genio. Contrario a lo que se cree, su locura no ayudó a su arte.

23 de julio de 2016
Este autorretrato de 1886 fue de los últimos trabajos que realizó en París. De la Ciudad Luz salió hastiado hacia Arles, un pueblo al sur de Francia donde tomó un segundo aire artístico, pero también donde comenzaron sus fuertes caídas mentales y corporales. | Foto: Vincent Van GoGh, Self-Portrait aS a Painter, 1887 - 1888

Hasta hace unas semanas se pensaba que Vincent Van Gogh se había cortado un pedazo de su oreja. Pero un dibujo de Félix Rey, el médico que lo recibió después del incidente y de quien se hizo amigo, confirmó hace poco que se la cortó de raíz. “Cuando le pedí que hablara sobre la razón que lo llevó a hacerlo, respondió que se trataba de algo netamente personal”, le escribió el médico a Theo Van Gogh, hermano de Vincent, el 30 de diciembre de 1888. Ese famoso corte fue el primero de los numerosos y dolorosos episodios físicos y mentales que, dos años después, llevaron al pintor a quitarse la vida. El dibujo, hallado recientemente por la periodista Bernardette Murphy, cambió la historia oficial.

Especular sobre la oreja, el suicidio y los males que aquejaban al pintor ha sido por años un deporte en el mundo del arte, en especial a la hora de saber si estos determinaron o no la genialidad del maestro. Para ponerle fin a tanto debate, la curadora de arte Nienke Bakker y su equipo del Museo Van Gogh de Ámsterdam se dieron a la tarea de reconstruir, tan fiel como les fuera posible, lo que sucedió en la etapa final de su vida. Compilaron investigaciones recientes (como la de Murphy), registros hospitalarios, municipales y otras fuentes inexploradas. Todo este trabajo le dio vida a On the Verge of Insanity (Al borde de la locura), la muestra más dolorosa que se ha hecho sobre Van Gogh hasta la fecha, compuesta por 25 pinturas, además de dibujos, cartas y objetos, como el arma con la que se disparó en 1890 (exhibida por primera vez). La exposición ilustra un viacrucis marcado por fuertes recaídas y periodos de brillante lucidez.

Subir, bajar, sufrir

En 1886, Van Gogh dejó su natal Holanda para internarse en el color y la vida de París. A su llegada disfrutó y se llenó de esperanza, pero un año largo le bastó para empezar a padecer la Ciudad Luz. Finalmente, en 1888 la abandonó, hastiado, y se reubicó en Arles, donde el color del paisaje del sur francés inspiró lo más vibrante de su arte. Con un segundo aire, quiso abrir un estudio de artistas y recibió entusiasmado a Paul Gauguin. Pero la convivencia con su colega se hizo difícil después de un par de meses. Frente a la posibilidad de que este partiera, un Van Gogh maniático cortó su oreja. La dejó en manos de Gabrielle Berlatier, la hija de un granjero que trabajaba en un burdel y le pidió “guardar el objeto con cuidado”. Cuando las autoridades lo llevaron malherido donde el doctor Rey, y recobró la conciencia, recordaba poco o nada de lo sucedido.

Desde ese diciembre de 1888, el artista cayó preso de dolores y desórdenes mentales que hicieron muy difíciles sus últimos 18 meses de vida. Bakker hace especial énfasis en esos males porque quiere dejar en claro que Van Gogh pintaba maravillosamente a pesar de ellos. No sucedió, como se tiende a creer, que su locura lo hizo brillante.

Los dictámenes médicos estudiados por los investigadores dan cuenta de un Van Gogh de cuerpo resistente, pero que a sus constantes dolores abdominales sumó una bipolaridad que bordeada un síndrome de desorden de personalidad y también una aguda neurosífilis. Todo se magnificaba por años de vida malsana y alcoholismo. “Las enfermedades le cambiaron la vida de forma radical. Cada episodio de delirio, cada alucinación, lo dejaba confundido, incapaz de trabajar por días o semanas. Pero entre recaídas, volvía su lucidez, pintaba y dibujaba a un buen ritmo. El trabajo era su último escape de vida, el remedio a sus dolores”, aseguró Bakker a SEMANA.

Cartas y documentos del doctor Rey, como el mencionado dibujo del corte de oreja, así como archivos municipales de Arles y registros del asilo en Saint-Rémy-de-Provence, donde se internó voluntariamente en mayo de 1889, permitieron a Laura Prins, investigadora líder del proyecto, atar los cabos de su situación clínica y descartar de raíz condiciones asociadas por mucho tiempo con el maestro como la porfiria y el envenenamiento por ingerir pintura.

Entre 1888 y 1890, Van Gogh pasó tiempo en el hospital de Arles, en el asilo en Saint-Rémy-de-Provence y, por último, se mudó a Auvers-sur-Oise, bajo supervisión del doctor Paul Gachet. Para ese momento, si bien pintó con soltura, sentía que su cuerpo y su mente lo dejaban, había perdido la fe y temía convertirse en una carga para su hermano Theo. Todo eso lo llevó al suicidio.

El día en el que decidió dispararse y acabar con su vida, el 29 de julio de 1890, su mala puntería extendió su infierno en tierra casi 30 horas. Estas sirvieron para que su hermano Theo llegara desde París para acompañarlo en su agonía. El arma que utilizó para estos fines, y que estuvo sepultada bajo tierra por más de 50 años, es uno de los objetos más especiales de la muestra. Pero por más especial que resulta un arma mortal, nada se compara con su pintura.

Da vueltas al mundo

Van Gogh pintó de 1880 a 1890, diez de los 37 años que duró su vida. Su genio, plasmado en óleos, fue suficiente para marcar la historia, por lo cual nunca pasa de moda, siempre es objeto de algún proyecto o alguna idea. En este momento varias muestras interactivas dedicadas a su vida y obra hacen gira alrededor del mundo, y se prepara el estreno de la que es llamada ‘la primera película completamente pintada en la historia del cine’, basada en la vida y obra del artista.

Ha generado enorme expectativa el tráiler de la película Loving Vincent, producida por el estudio Breakthru Films, que en 2008 ganó el Óscar a mejor cortometraje animado por Peter and the Wolf. Cada plano utiliza una nueva pintura de óleo sobre lienzo, técnica de Van Gogh, por lo cual suma unas 56.000 en total. Más de 100 artistas han participado en el proyecto. Van Gogh Alive, The Experience, una experiencia única y sensorial dedicada a la obra de Van Gogh, convocó a más de 20.000 espectadores en Medellín. Desde el lunes 25 de julio abre sus puertas en Bogotá y desde el 8 de noviembre en Cali. La turbulencia emocional de Van Gogh es tan personaje como sus objetos de pintura.