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¿La intrusa biografía de Julio Cortázar?
El sida, su adicción al sexo y la intensa relación con su madre son algunos temas íntimos que toca Miguel Dalmau en esta biografía no autorizada.
La última biografía de Julio Cortázar, editada por Edhasa y escrita por
Miguel Dalmau, se ha publicado finalmente, un año después de lo
previsto, pese a la oposición de los herederos al uso de citas de la
obra del autor argentino. Se titula Julio Cortázar. El cronopio fugitivo y las reacciones que ha suscitado apenas comienzan.
Esta semana, al presentar su libro Dalmau contó que este tropiezo le ha
permitido hacer ahora una biografía “valiente y bien documentada”, pero
con muy pocas citas de Cortázar y sin fotos, porque, aunque el derecho a
la cita en España está regulado, las ha limitado al máximo y
representan menos del 5 por ciento del texto.
Para escribir el libro, de 600 páginas, tardó tres años. Sin embargo, el
autor asegura haberlo ido gestando toda la vida. En la adolescencia
tenía una gran atracción por la obra de Cortázar, hasta el punto de que a
los veinte años llegaron a intercambiar correspondencia.
La biografía, según explicó, “analiza su actitud y su compromiso”, pero
su autor no se ha dejado llevar “por los datos”, y matiza que la edad y
la experiencia es lo que le ha servido para escribir y abordar aspectos
desconocidos de Cortázar, “una figura que ha estado excesivamente
protegida”.
El libro habla de la dependencia patológica que tenía y de la estructura
matriarcal en la que vivía con una madre que era hija ilegítima, una
hermana esquizofrénica con la que tenía un problema de incesto, una
abuela y una tía, que muy pronto tuvo que mantener.
“La madre, doña Hermínia, era hija ilegítima y tanto ella como la
hermana de Cortázar, Ofelia, vivirán de él toda su vida porque el padre
les abandonó pronto: hasta un mes antes de su muerte les enviará cheques
desde Europa, pero resulta que quien ha de ejercer desde bien joven de
pater familias era un chico introvertido, con problemas de gigantismo y
que tenían medio escondido en un altillo leyendo todo el día”, fija el
biógrafo, que no duda en calificar al escritor de “hombre bloqueado por
los tabús y puto esclavo de su madre”, según se cuenta en el texto Cortázar, el pingüino rosa de mamá publicado en El País de España.
Cortázar, según cuenta Dalmau, no pisó la universidad porque no la podía
pagar, fue profesor en provincias y durante años lo único que hizo fue
mandar dinero a estas mujeres, “que le tenían como en un secuestro que
duró hasta un mes antes de su muerte, porque seguía mandando talones
desde Suiza”.
“Es un esclavo que no ha roto el cordón umbilical y está bloqueado por
tabúes de la época, familiares y sociales”, asegura Dalmau, y se casa
con una mujer, Aurora Bernárdez, que prolonga la estructura matrialcal
argentina.
Aborda la relación con Aurora, a la que considera definitivamente la
Maga de Rayuela, aunque reconoce que no habló con ella antes de escribir
la obra, porque “era una encantadora de serpientes, tan abierta, tan
amable, tan culta y con tanto conocimiento... que era dinamita pura y me
podría haber contaminado”.
El autor de esta biografía no autorizada relata que ella le inspiró ese
personaje y que Julio Cortázar estuvo cinco años persiguiéndola sin que
ella le hiciera caso. Está convencido, además, de que, aunque
oficialmente se instala en París por su oposición al peronismo, “también
lo hizo hostigado por las calabazas de Aurora”.
Respecto de las novedades aportadas por la biografía, asegura que ha
ordenado pistas que otros abandonaron o no han querido tomar, y que es
la primera vez que se abre una puerta, se pone una linterna en ciertos
aspectos de su vida “y se ven las constelaciones que hay detrás”.
“Lo importante -asegura- no es saber que su madre no era hija legítima,
sino qué importancia tuvo en su vida, y eso es una estrella, y hay
muchas, y esa constelación es la que aparece al otro lado de la puerta”.
Define a Cortázar como “un gigante con pies de barro, que tuvo que
superar muchos demonios, y con vanidad cero. Un hombre guapísimo y con
un gancho excepcional” y un hombre con encanto que en los años 60 y 70
era como un gurú, alguien que te podía hacer de guía.
Aborda también Dalmau cómo, pese a ser inicialmente tímido, se convierte luego en un cazador adicto al sexo y a las mujeres.
Para su biógrafo, le pasa a los 60 años lo que debía haber ocurrido a
los 20, con un “coto de caza” infinito porque tenía un coro de señoras
detrás, y remarca que acaba saturado, “lo que le crea muchos problemas”.
Miguel Dalmau aporta posibles diagnósticos sobre su salud y cuenta que
parece claro que debía tener un síndrome y un tumor en alguna glándula,
del que en algún momento se opera y se somete a un importante
tratamiento hormonal de testosterona, que hace que hasta le salga barba
para asombro de su familia “en el momento de máxima fama como escritor y
máximo hechizo sobre su público”.
Sobre su muerte en 1984, no descarta el biógrafo que fuera debido al
sida, porque, a los síntomas que tenía, entonces desconocidos, se
sumaban unas manchas en la lengua, “aunque queda bastante claro que
sería por una transfusión de sangre contaminada a raíz de una hemorragia
gástrica que tuvo en 1982”.
Con información de EFE.